Rehovot, 23 de mayo 2016
Señora Directora de Enlace Judío México.
De mi consideración:
Me permito responder a lo publicado por ustedes en el reportaje al Sr. Darío Teitelbaum.
Ante todo, creo importante aclarar algunos datos personales. Soy uruguayo, vivo en Israel hace doce años. En Uruguay fui fundador y director del Grupo de Padres del Hashomer Hatzair, y además mis últimos años en dicho país fui presidente de Meretz-Uruguay y delegado del mismo ante diferentes instituciones centralizadoras de la colectividad judía y en los congresos internacionales a nivel mundial y latinoamericano. No pertenezco a Meretz en Israel porque no coincido con su línea en cuanto a los enfoques del problema israelí-palestino.
En el mencionado reportaje hay muchas coincidencias pero también discrepancias. Trataré de seguir el orden que tiene el propio reportaje.
Con la visita a Ramallah, no creo que ni Israel ni Meretz ni el propio Teitelbaum hayan conseguido otra cosa que confirmar a nuestro enemigo (es eso, no adversario) que nuestro pueblo está dividido y es fácil combatirlo.
Estoy muy de acuerdo con su opinión sobre el nombramiento de Lieberman; en realidad, si cabe, yo sería más radical aún contra el nombramiento, el nombrado y el responsable Netanyahu.
No vale la pena perder el tiempo en hablar sobre este señor Lieberman. Todo lo que se diga de malo o negativo será poco comparado con la realidad.
Pero no debemos olvidar que quien gobierna fue electo democráticamente, por lo cual quienes no lo queremos estamos obligados a hacer un “mea culpa” para que no vuelva a suceder; analizar muy bien por qué la gente no votó más a otros candidatos.
“La democracia es el menor de los males“. Sir Winston Churchill.
El Sr. Teitelbaum aspira a que los palestinos de la diáspora se unan a los judíos de la diáspora. Me pregunto si estuvo alguna vez en persona en alguno de los lugares en Sudamérica donde existen colectividades palestinas.
Yo sí estuve. Como muchos uruguayos, desde mi época escolar hasta ya padre con hijos grandes, teníamos la costumbre de viajar periódicamente al Chuy, en la frontera con Brasil. Esta ciudad actualmente en el mapa, se originó cuando era solamente un judío; don Samuel, que con su familia en un rancho en las afueras vendía mercadería de contrabando para ambos lados. Con los años el rancho de don Samuel se convirtió en una ciudad a ambos lados de la frontera, con cientos de negocios y miles de habitantes. La inmensa mayoría eran comerciantes judíos, y también había cristianos.
Pero de a poco fueron llegando los palestinos. Comenzaron los problemas, comenzaron las luchas comerciales y de las otras. Comenzaron a verse en todos los negocios no sólo banderas palestinas sino estrellas de David coronadas de alambre de púas, la foto de nuestro “amigo” Yasser Arafat, de terroristas con metralleta, etc.
El ambiente llegó a tal punto que fueron desapareciendo todos los comerciantes judíos. Fue tal mi repugnancia que jamás pude volver. Todos sabemos, seguramente el Sr. Teitelbaum también, que de esa ciudad y otras similares sale mucho dinero para financiar el terrorismo, no para hacer hospitales o escuelas en Cisjordania y Gaza.
¿Unirse a esta gente ayudará a combatir el boicot BDS ? Es la opinión manifestada por Teitelbaum. Me resisto a creerlo: que eso suceda y que Teitelbaum lo crea.
En cuanto al término “amistad” y su significado, creo que en el mundo es mucha la gente que no sabe exactamente su alcance. Y en relación con los judíos diaspóricos e Israel, mi opinión como alguien que estuvo en ambos lados es la siguiente: todos tenemos derecho a criticar, elogiar, ayudar o combatir a todos, pero hay límites y diferencias. No acepto que quien no vive en Israel se arrogue el derecho a exigir que pueblo o gobierno hagan lo que él quiera. Opino lo mismo tanto en política como en religión. Dejo claro que jamás votaría a Netanyahu, Lieberman, Bennett ni ningún otro que se asemeje a estos, pero vivir en Israel me da el derecho de votar y de exigir. Sucede lo contrario con mi país natal: casi toda una vida en él pero no me permito exigir nada al gobierno uruguayo si no estoy viviendo allí.
Tampoco soy partidario de la existencia de instituciones con la palabra “sionista”. El sionismo fue una ideología, un movimiento de liberación de nuestro pueblo, y al haber logrado una patria propia ese adjetivo no tiene razón de existir. Se puede ser pro-israelí o anti-israelí, pero ya no “sionista”. Como escribí días atrás en otro periódico, dejo a nuestros enemigos el uso de esa palabra: enemigo sionista, imperialismo sionista, entidad sionista, etc.
Me permito opinar que el Sr. Teitelbaum es demasiado benigno con Mahmud Abbas, que a toda hora demuestra el desprecio total hacia Israel y la propia existencia de judíos en la zona.
Es cierto que “la paz se hace con el enemigo”, no lo dije yo. Pero no puedo permitirme ser tan cándido para creer que Mahmud Abbas piense ni un momento en hacer la paz. Sadat hizo la paz (no un 100%) por conveniencia política y económica, el rey jordano también. Abbas, simplemente por conveniencia política y económica, sin contar sus sentimientos como ex-guerrillero musulmán, precisa seguir robando dinero gracias a la confrontación, y quedar para la historia como un héroe ante su pueblo.
Lo expresa el propio Sr. Teitelbaum: “es iluso colocarlo en términos de confianza”. Totalmente de acuerdo, y agréguese lo que expresé en el párrafo anterior.
Mi experiencia de vida hizo que desde hace años dejara por completo de dividir al mundo en derechas e izquierdas. Solamente diferencio bien intencionados contra mal intencionados, agregando a estos últimos a los indiferentes. Esta es la única manera de poder entender, si realmente se pudiera entender, cómo personas y organizaciones que se denominan “de izquierda” pueden estar luchando a favor de gobiernos musulmanes absolutamente negadores de libertad, igualdad, derechos humanos. Y por otra parte cómo los gobernantes más “de derecha” en la historia israelí lograron algo parecido a “la paz” con algunos de nuestros enemigos.
Desconozco en qué kibutz vive el Sr. Teitelbaum, pero tengo muchos amigos uruguayos en Zikim, Ein Hashlosha, Keren Shalom y otros kibutzim, como familiares y amigos en Beer Sheva, Ashdod, Ashkelon, Arad. También tuve amigos en la frontera norte, Lehavot Habashan, Kiriat Shmona. No creo que ninguno de ellos crea en una posible paz con los palestinos y menos aún con nuestro “último interlocutor válido”.
Agradeceré a la Sra. Directora si permite que sus lectores puedan escuchar una campana de diferente salida también de Israel.
Saludo a Ud.
Atte. Mauricio Aliskevicius
Corresponsal de BPP Color
Colaborador de otras publicaciones
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