El 19 de marzo, el FBI arrestó al empresario turco-iraní Reza Zarrab a su llegada a Miami por evadir las sanciones contra Irán, lavado de dinero y fraude bancario. Zarrab, quien se declaró inocente en el Tribunal de Distrito de Manhattan, ahora está esperando el juicio.
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – El juicio a Zarrab puede parecer prueba que el gobierno de Obama — incluso después del acuerdo nuclear del año pasado con Irán — es serio acerca de sostener su política de sanciones. En verdad, muy como los recientes intentos del Secretario de Estado John Kerry por calmar a los bancos europeos acerca de hacer negocios con Irán, el juicio de Zarrab podría terminar ayudando a Irán a recuperar activos perdidos durante una década de evasión de sanciones.
Zarrab trabajó supuestamente con Babak Zanjani, el cabecilla de una de las redes de evasión de sanciones y lavado de dinero más prominentes establecida en aras del régimen iraní. Zanjani, junto con un asociado, está actualmente en la fila de la muerte en Teherán por haber malversado u$s2,800 millones de esa operación. El gobierno de Obama sancionó a Zanjani en el 2013, pero perdió a los otros dos. Una cuestión crucial que puede revelar el caso judicial de Zarrab es el motivo por el cual Estados Unidos no logró buscarlos hasta después del acuerdo nuclear con Irán, dado que sus planes corporativos ilícitos mantuvieron a flote la economía de Teherán en el apogeo de la era de las sanciones.
Los fiscales turcos ya arrestaron a Zarrab en diciembre del 2013 por sobornar supuestamente a funcionarios del gobierno turco para engrasar las ruedas de los planes de lavado de dinero de Irán. Los medios de comunicación turcos lo habían vinculado también con Zanjani, con quien supuestamente trabajó Zarrab para convertir las ventas ilícitas de petróleo en oro a través de las empresas de Zanjani en Dubai, Turquía, Tajikistán, y Malasia. El asociado de Zanjani radicado en Londres, Mehdi Shams, ayudó a invertir esos ingresos.
Finalmente, los tres atrajeron la ira de Teherán por quedarse enormes sumas de dinero para sí mismos. En septiembre del 2013, las autoridades iraníes arrestaron a Zanjani por malversar cerca de u$s3,000 millones. Teherán también estuvo probablemente detrás de las noticias filtradas a la prensa que la aerolínea económica turca Onur Air, que había comprado Shams en mayo del 2013, era un activo de Zanjani.
Tres meses después del arresto de Zanjani, Zarrab fue detenido en Estambul como parte de una investigación masiva de corrupción. Los fiscales lo acusaron de manejar un gran esquema de lavado de dinero de nafta por oro que según se informó facilitó la transferencia de 87,000 millones de euros (u$s120,000 millones) en oro a Irán. Afortunadamente para Zarrab, el escándalo de corrupción también incluyó a funcionarios turcos de alto nivel.
Ankara intervino prontamente, reemplazando a los funcionarios policiales involucrados en la investigación por leales que la pusieron a descansar. El caso entero fue dado de baja al cabo de meses. Zarrab fue puesto en libertad sin cargos, y ninguna del círculo de empresas nombradas por los investigadores turcos — ahora implicadas por su enjuiciamiento estadounidense — fue sancionada jamás. el partido gobernante de Turquía, Justicia y Desarrollo, duplicó su campaña para exonerarlo, y el año pasado dio a Zarrab un premio al “principal exportador” de la Asamblea de Exportadores Turcos, un grupo empresario pro-gobierno.
La cobertura del gobierno turco podría haber sido más difícil de lograr si sus duros esfuerzos por silenciar la ley no hubiesen encajado con el deseo de Washington de allanar el camino a un acuerdo nuclear con Irán. Las codiciada distensión del gobierno de Obama con Teherán había quitado cualquier incentivo para nuevas sanciones. Con Zanjani ya designado por la Unión Europea en el año 2012, Washington no tuvco más opción que seguir el ejemplo y ponerlo en la lista negra al año siguiente.
Tomar como blanco a sus cómplices habría sido natural pero poco político mientras las negociaciones con Irán estaban en marcha, especialmente si eso significaba arruinar las relaciones de Estados Unidos con Ankara. La presión del partido gobernante de Turquía anuló la investigación. Zarrab fue finalmente dejado en libertad en marzo del 2014. Las autoridades estadounidenses podrían haber confirmado esas acusaciones mientras él estaba en custodia turca, pero al hacerlo, habrían divulgado el complejo plan corporativo de Zarrab para hacer la voluntad de Teherán. En el proceso, ellos podrían haber debilitado al gobierno de Turquía y comprometido las negociaciones con Irán, nada de lo cual parecía deseable para Washington en la época.
Irónicamente, Irán — ansioso por recuperar el dinero malversado de Zanjani — no permitiría enterrar la historia ni a Turquía ni a Estados Unidos. En febrero del 2014, Teherán solicitó que Ankara entregue los activos de Zarrab, pero sin respuesta. El siguiente mayo, Irán envió una delegación a Turquía para investigar la conexión entre Zarrab y Zanjani. Finalmente, los esfuerzos diplomáticos fallidos llevaron a demandas legales. Entonces, en octubre del 2015, el Ministro de Petróleo de Irán demandó a Onur Air, afirmando que era uno de los activos ocultos de Zanjani. Presentaciones corporativas para la aerolínea disponibles en el Boletín Oficial de Turquía confirman que el asociado Shams de Zanjani era un importante tenedor de sus acciones hasta tan recientemente como febrero del 2015.
Es asombroso que Shams también evitara las sanciones de Estados Unidos. Shams (que cambió su nombre de Shamszadeh) trabajó como director comercial para las Líneas Navieras de la República de Irán, o IRISL, hasta principios del 2005 cuando la firma lo envió a Londres a manejar sus subsidiarias británicas. Al cabo de meses él renunció, pasando a establecer docenas de empresas con socios iraníes que más tarde fueron designados por evasión de las sanciones. Para el año 2013 — cuando los medios de comunicación turcos lo acusaron de actuar en nombre de Zanjani — Shams manejaba un pequeño imperio empresario activo en finanzas, aviación, metales preciosos, inversión, y transporte marítimo, con empresas a lo largo de Europa y Turquía. Después que los fiscales iraníes lo implicaron como un asociado clave de los esquemas de evasión de sanciones de Zanjani, él regresó a Irán para enfrentar el juicio. Las agencias de sanciones occidentales, de alguna manera perdieron esa conexión.
Teherán aparentemente está tan confiado en que no serán reinstaladas las sanciones que no tiene ningún escrúpulo en exponer sus propias violaciones pasadas. Esa confianza estaba destinada a dañar a Turquía, la que ha desempeñado un rol clave en facilitar esas redes de evasión de las sanciones. Si Irán se hubiese mantenido calmado, la connivencia de Turquía podría haber sido olvidada. Con las evidencias surgiendo diariamente desde los procedimientos judiciales de Teherán, es imposible de ignorar. Las revelaciones que están ahora a punto de surgir del juicio de Zarrab sólo alimentarán la resolución de Teherán de incautar sus activos en Turquía, y dañar la imagen internacional ya erosionada de Ankara. Pero también pueden abochornar a Washington.
Días después de la sentencia de muerte de Zanjani, Zarrab — tal vez consciente que su vida y riqueza estaban ahora en peligro — puso a la venta según se informa su cartera extravagante de propiedades y huyó a Miami, sólo para ser arrestado a su llegada. Queda por verse si él negoció con las autoridades estadounidenses por su seguridad o llegó a Estados Unidos sin saber de su acusación pendiente. De cualquier forma, puede haber razonado que era mejor pasar el rato en una penitenciaría federal que colgar de una grúa en una plaza de Teherán con sus antiguos socios de negocios.
El juicio de Zarrab ahora está a punto de echar luz sobre los motivos por los cuales Washington esperó tanto para ir detrás de los principales evasores de sanciones de Teherán. La connivencia de Turquía con los intermediarios fraudulentos de Irán y la corrupción que eso alimentó expone la naturaleza podrida del partido gobernante de Ankara. La acusación y enjuiciamiento de un evasor de sanciones después que esas sanciones internacionales se han ido plantea cuestiones sobre la estrategia de Obama de sanciones contra Irán. Después de todo, los casos de Shams, Zanjani, y Zarrab revelan la reticencia del presidente a responsabilizar a la República Islámica durante las negociaciones nucleares, algo que debilitará seriamente la credibilidad de Washington para enfrentar el mal comportamiento de Irán posterior al acuerdo.
Parece que castigar a los evasores de sanciones y políticos corruptos no era la prioridad de Obama en el año 2014. Ahora que el acuerdo con Irán está hecho, irónicamente, el juicio de Zarrab puede sólo servir a los esfuerzos de Teherán para recuperar sus activos.
Fuente: Real Clear World- Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México – Emanuele Ottolenghi
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