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jueves 21 de noviembre de 2024

Curso rápido sobre el Talmud

En una época de caos, los sabios hicieron lo inaudito y escribieron la Torá Oral.

RAV KEN SPIRO

En varias ocasiones durante las persecuciones de Adriano los sabios se vieron forzados a ocultarse, pero de todas formas lograron reencontrarse en Usha en el año 122 EC y luego nuevamente en Yavne en el año 158 EC.

Con tanta persecución e intranquilidad, y con el pueblo judío abandonando la tierra de Israel, los rabinos sabían que no serían capaces de mantener vivo el liderazgo rabínico durante mucho tiempo. Sin embargo, durante esos grandes períodos de caos, algunas de las mejores mentes rabínicas dejaron su marca. Entre ellas estaban:

Rabí Akiva (sobre quien hablamos en la parte 38 de esta serie).
Rabí Meir, discípulo principal de Rabí Akiva y esposo de la legendaria Bruria.
Rabí Shimón Bar Iojai, el autor del Zóhar, el texto central de la Cábala.
El hijo de Rabí Shimón Bar Iojai, Rabí Eliezer.
Rabí Shimón Ben Gamliel II, el descendiente de la Casa de Hillel y descendiente directo del Rey David.

Yehudá Ha-Nasí

Pero había otro hombre que estaba pronto a emerger y quien impactaría al mundo judío de gran manera; se trataba del hijo de Rabí Shimón Ben Gamliel II y su nombre era Rabí Yehudá Ha-Nasí (“Judas, el Príncipe”).

Rabí Yehudá Ha-Nasí es un personaje absolutamente fundamental para entender este período de la historia, y constituye una de las personalidades más grandiosas de la historia judía. Fue tan grandioso que incluso hoy en día los eruditos judíos se refieren a él simplemente como Rebí.

Él tenía una combinación única de atributos —era tanto un gran erudito de Torá como un fuerte líder—, lo cual le dio el poder necesario para liderar al pueblo judío en esa caótica época. También fue un hombre de una gran riqueza personal, y su alta posición le permitió relacionarse de forma efectiva no sólo con los judíos de la tierra de Israel, sino también con las autoridades romanas.

Adriano murió en el año 139 EC y, con su muerte, vino una mejora en el trato a la comunidad judía de Israel. Durante un período de relativa quietud, Rabí Yehudá Ha-Nasí se las ingenió para entablar amistad con los emperadores romanos que sucedieron a Adriano, particularmente con Marcus Aurelius (161-180 EC). El historiador Rav Berel Wein escribe:

Providencialmente, en el curso de la guerra de Partia, Marcus Aurelius conoció a Rebí [Yehudá Ha-Nasí]; se hicieron amigos y eventualmente llegaron a ser confidentes. Marcus Aurelius consultaba a su amigo en Judea sobre temas de política de estado y también sobre cuestiones personales… Los años del reinado de Marcus Aurelius, que terminaron con su muerte en el año 180 EC, fueron el punto más alto en la comunicación entre Roma y los judíos. Los judíos, bajo el liderazgo de Rebi [Yehudá Ha-Nasí], utilizaron este período como un respiro para prepararse para la lucha de los oscuros días que seguramente se avecinaban (1).

En esta época —alrededor del año 188 EC— nació la Mishná.

La Mishná

¿Qué es la Mishná?

En entregas pasadas discutimos sobre el hecho de que en el Monte Sinaí el pueblo judío recibió la Torá Escrita y la Torá Oral. La Torá Oral era la explicación oral de cómo las leyes escritas debían ser ejecutadas.

La Torá Oral fue transmitida de generación en generación y nunca había sido escrita (2). ¿Por qué? Porque la Torá Oral debía ser dinámica. Los principios permanecían intactos, pero eran constantemente aplicados a todo tipo de nuevas circunstancias.

Esto funcionó a la perfección mientras la autoridad central —el Sanedrín— permaneció intacto y la cadena de trasmisión no fue interrumpida (es decir, que los maestros fueron capaces de transmitir libremente su sabiduría a la generación siguiente de estudiantes). Pero en los días posteriores a la destrucción del Templo, el Sanedrín fue erradicado en varias oportunidades y los maestros tuvieron que buscar refugio.

Rabí Yehudá Ha-Nasí se dio cuenta que las cosas no mejorarían en el corto plazo. Predijo que el Templo no sería reconstruido en su generación y probablemente tampoco lo sería durante muchas generaciones; que los judíos continuarían huyendo de la tierra como resultado de las constantes persecuciones y condiciones de vida tremendamente difíciles; y que la autoridad rabínica central, la cual estaba más debilitada que nunca, dejaría de existir del todo. Para asegurarse que la cadena de transmisión nunca se rompiera, él decidió que había llegado el momento de escribir la Torá Oral (3).

Este era un emprendimiento descomunal. A pesar de que la mayoría del trabajo ya había sido hecho por generaciones previas de rabinos, la tarea monumental de editar, explicar y organizar esta vasta cantidad de información recayó sobre Rabí Yehudá. El resultado final de este emprendimiento fue una versión definitiva y a la vez críptica (los conceptos básicos estaban todos allí, pero igualmente hacía falta un maestro para elucidar el material) de toda la Ley Oral llamada la Mishná. (Incidentalmente, la palabra mishná significa ‘repetición’ porque se estudiaba mediante la repetición; Mishná significa entonces, por extensión, ‘estudiar’). Maimónides, en la introducción a su Mishné Torá, explica como sigue:

Rabí Yehudá Ha-Nasí reunió todas las tradiciones, decretos, interpretaciones y exposiciones de cada porción de la Torá, las cuales ya sea provenían de Moshé, nuestro maestro, o bien habían sido elucidadas por las cortes en generaciones siguientes. Entonces redactó todo este material en la Mishná, la cual fue diligentemente enseñada en público y, de esta forma, se volvió universalmente conocida entre el pueblo judío. Se hicieron copias de ella y fue ampliamente diseminada, de forma tal que la Ley Oral no fuese olvidada en Israel.

La Mishná, la cual fue escrita en hebreo, se encuentra dividida en seis segmentos básicos u “órdenes”, y subsecuentemente subdivida en 63 tratados con un total de 525 capítulos. Estos seis “órdenes” tratan sobre seis áreas básicas de ley judía:

Zeraim, que significa literalmente ‘semillas’, abarca todas las reglas y leyes agrícolas y las leyes relativas a los alimentos, al igual que sus bendiciones.  Moed, que significa literalmente ‘festividad’, trata sobre los rituales de Shabat y otras festividades judías.
Nashim, que significa literalmente ‘mujeres’, examina todos los temas entre el hombre y la mujer, como matrimonio, divorcio, etc.
Nezikim, que significa literalmente ‘daños’, cubre la ley civil y criminal.
Kodshim, que significa literalmente ‘cosas sagradas’, toca los temas concernientes a las leyes del Templo.
Taharot, que significa literalmente ‘cosas puras’, toca los temas concernientes a las leyes de pureza e impureza espiritual.

Rabí Yehudá Ha-Nasí terminó la Mishná alrededor del año 190 EC en la ciudad de Tzipori en Galilea. Puedes visitar el sitio en la actualidad, el cual es muy interesante desde el la perspectiva arqueológica. En un lugar llamado Beit Shearim (donde estuvo ubicado el Sanedrín antes de trasladarse a Tzipori) hay un gran número de cuevas mortuorias excavadas en la ladera de una montaña. Los arqueólogos creen —basados en evidencia que ha sido encontrada en el sitio— que una de las cuevas contenía la tumba de Rabí Yehudá Ha-Nasí, junto a las de muchos otros grandes eruditos de ese tiempo.

Escribiendo el Talmud

Durante los siglos que siguieron a la edición de la Mishná, la cadena de transmisión de la Torá Oral se debilitó aún más por una serie de factores: la dificultad económica y la creciente persecución de la comunidad judía en Israel causaron que muchos judíos, incluyendo a muchos rabinos, escaparan del país. Muchos de estos rabinos emigraron a la región de Babilonia (actualmente Irak) del Imperio Persa.

Como resultado de esto, el rol de los rabinos de Israel como la única autoridad central del pueblo judío llegó a su fin. Esta descentralización de la autoridad en Torá y la falta de consenso entre los rabinos generaron un debilitamiento aún mayor en el proceso de transmisión. Por lo tanto, se volvió claro para los sabios de esa época que la Mishná por sí misma ya no era lo suficientemente clara para explicar completamente la Torá Oral; estaba escrita de manera resumida y en muchos lugares era críptica. Esto se debía a que era muy concisa, ya que había sido escrita bajo la asunción de que el lector estaba familiarizado con el tema en discusión. A medida que iban surgiendo preguntas, los rabinos comenzaron a discutir sobre ellas y a escribir las partes fundamentales de dichas discusiones.

En ese entonces una parte importante de la población judía se encontraba viviendo en Babilonia —que estaba más allá de los límites del Imperio Romano— y los rabinos que vivían allí reunieron sus discusiones formando lo que se conoce hoy como el Talmud Bablí o Talmud Babilonio. Incluso antes de que este proceso comenzara en Babilonia, en la tierra de Israel se desarrolló un conjunto distinto de discusiones, cuyo resultado final fue lo que se conoce hoy como el Talmud Ierushalmi o Talmud de Jerusalem (dicho sea de paso, el Talmud Ierushalmi no fue escrito en Jerusalem, sino en Tiberias, el último lugar en donde estuvo en Sanedrín; fue llamado Talmud de Jerusalem en deferencia al verdadero hogar del Sanedrín).

Debido a la persecución de la comunidad judía en Israel, el Talmud Ierushalmi —que se completó a mitad del siglo IV EC— es mucho más corto (sólo contiene cuatro de los seis órdenes de la Mishná) y es mucho más difícil de entender que el Talmud de Babilonia. La situación era mucho más estable para los judíos en Babilonia y los rabinos que se encontraban allí tuvieron mucho más tiempo para editar y explicar cada tema en cuestión.

A pesar de que hay dos ediciones del Talmud, las dos versiones no están realmente separadas; los rabinos de Babilonia tuvieron acceso al Talmud de Jerusalem mientras estaban trabajando en su texto. Pero en caso de disputa, se sigue al Talmud de Babilonia (4). Dado que el Talmud de Babilonia es considerado más autoritativo y que el Talmud de Jerusalem es más difícil de estudiar, los estudiantes judíos que se vuelcan al Talmud en las Ieshivot utilizan principalmente el Talmud de Babilonia.

El Talmud es más que simplemente una aplicación de los detalles de la ley judía de acuerdo a como fueron expuestos en la Mishná: es la enciclopedia de toda la existencia judía.

El Talmud también contiene mucha agádeta, historias cuyo objetivo es ilustrar puntos importantes según la perspectiva judía. Estas historias contienen una gran cantidad de información sobre un amplio rango de temas; el tema que se te ocurra está allí.

Esta información siempre ha sido vital para el pueblo judío, porque la ley judía nunca ha sido aplicada leyendo una oración en la Torá y ejecutándola de acuerdo a su lectura literal. Toma por ejemplo la prescripción bíblica de “ojo por ojo, diente por diente”. Esta declaración nunca fue tomada literalmente por la ley judía. Siempre se entendió en dos niveles: 1) Que la justicia debe ser proporcional (no es una vida por un ojo) y 2) Que en lo referente a daños, se requiere una compensación monetaria, es decir, el valor de un ojo por el valor de un ojo.

Leer el Talmud es como leer un montón de discusiones; en todas las páginas pareciera que los rabinos están discutiendo. Este tipo de discusiones —cuyo objetivo era llegar al núcleo de la verdad— se conoce como pilpul. Esta palabra tiene una connotación negativa fuera del mundo de las Ieshivot, ya que ante los ojos del iletrado pareciera como que los rabinos simplemente están discutiendo sobre detalles ínfimos y que algunas de las discusiones no tienen ninguna base en la vida cotidiana. Pero esto no es así.

La razón de por qué los rabinos discutieron sobre cosas que no tienen ninguna aplicación a la vida cotidiana fue para tratar de llegar a la verdad de manera abstracta: entendiendo la lógica y extrayendo el principio que había detrás. Estos rabinos estaban interesados en entender la realidad y en hacer lo correcto. El judaísmo se trata sobre la realidad, y Dios es la máxima realidad.

Otro punto importante es que gran parte de la discusión se centra en aspectos relativamente menores, mientras que en los asuntos más generales generalmente no hay disputa. Nunca vas a encontrar una discusión sobre si se puede comer cerdo o no, o sobre si puedes encender un fuego en Shabat o no. Estas cosas fueron entregadas y todos estaban de acuerdo con ellas. Sólo los puntos pequeños estaban sujetos a discusión, y estos rabinos eran lo suficientemente sabios como para prever que llegaría el día en que los principios que fueran establecidos mediante la búsqueda del núcleo de la verdad tendrían implicanciones mucho más extensas.

La Guemará

Si miras una página del Talmud de Babilonia, verás que el texto hebreo de la Mishná se encuentra en el medio de la página. Intercalado entre el hebreo de la Mishná están las explicaciones, tanto en hebreo como en arameo, que reciben el nombre de ‘Guemará’.

La palabra aramea guemará significa ‘tradición’. En hebreo, la palabra guemará significa ‘completar’. De hecho, la Guemará es una compilación de las diferentes discusiones rabínicas sobre la Mishná y, como tal, completa su entendimiento.

Los textos de la Mishná y la Guemará se encuentran rodeados de otras capas de texto y comentarios de un período posterior.

El texto de la Mishná cita rabinos que vivieron desde alrededor del año 100 AEC hasta aproximadamente el año 200 EC. Esos rabinos son llamados Tanaim, ‘maestros’. En este grupo están incluidos grandes rabinos como Rabí Iojanán Ben Zakai, Rabí Shimón Bar Iojai, Rabí Akiva y, por supuesto, Rabí Yehudá Ha-Nasí (en la Guemará, generalmente tienen el título de Rabí antes de su primer nombre, aunque hay muchas excepciones como los nombres: Hillel, Shamai, Ben Azai y Ben Zomá).

El texto de la Guemará cita rabinos que vivieron desde alrededor del año 200 EC hasta aproximadamente el año 500 EC. Estos rabinos son llamados Amoraim, ‘intérpretes’. En este grupo están incluidos Rav Huna, Rav Ashi, etc. (Los nombres de los amoraim de Babilonia generalmente vienen precedidos por el título de Rav, a diferencia de los amoraim de Israel que continuaron usando el título de Rabí; esto se debe a que la auténtica institución de smijá —ordenación rabínica— sólo era realizada en la Tierra de Israel).

El texto que rodea actualmente al Talmud cita también Rishonim, que significa literalmente ‘los primeros’, que son autoridades rabínicas (desde alrededor del año 1.000 EC hasta aproximadamente el año 1.500 EC) que precedieron a Rav Yosef Caro, quien escribió en el siglo XVI el código de ley judía conocido como Shulján Aruj. Entre los rishonim más conocidos se encuentran el comentarista del siglo XI Rashi, sus estudiantes y descendientes que son los principales autores del comentario conocido como Tosafot, y los filósofos del siglo XII Maimónides y Najmánides. Hablaremos sobre las contribuciones de estos rabinos en futuras entregas.

La importancia del trabajo de Rabí Yehudá Ha-Nasí y de sus seguidores se volvería evidente durante el siglo siguiente, cuando el pueblo judío se vería enfrentado a otra amenaza a su religión: el Imperio Romano decidiría convertir a toda su población al cristianismo.

 

Notas:

1) Wein, Berel, Echoes of Glory (Ecos de gloria) p. 224. Ver también Talmud, Tratado de Avodá Zará 10a-b; Midrash Bereshit Rabá 67:6; 75:5.
2) Midrash Tanjumá, Ki Tisá 34; Talmud, Tratado de Guitín 60a.
3) Para una explicación detallada del actuar de Rabí Yehudá HaNasí, ver Maimónides, Introducción a Mishné Torá. Ver también Iguerot de Rabí Sheriram Gaón 1:1.
4) Ver Rif en Talmud, Tratado de Eruvín 35b.

 

Fuente:aishlatino.com

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