La influencia del lobby proIsrael en Washington sigue siendo objeto de intenso debate en Estados Unidos. Sin embargo, conforme va aumentando la incertidumbre en gran parte de Medio Oriente, y se va gestando la guerra geopolítica y económica entre los dos pesos pesados de la región, los gobernantes de la región tratan cada vez con mayor ahínco de granjearse el favor de los representantes populares estadounidenses.
Kevin Sullivan
La influencia del lobby proIsrael en Washington sigue siendo objeto de intenso debate en Estados Unidos. Sin embargo, conforme va aumentando la incertidumbre en gran parte de Medio Oriente, y se va gestando la guerra geopolítica y económica entre los dos pesos pesados de la región, los gobernantes de la región tratan cada vez con mayor ahínco de granjearse el favor de los representantes populares estadounidenses.
Pocos hacen un mejor trabajo al cubrir los ires y venires de los cabilderos de Medio Oriente en el Capitolio que el corresponsal de Al-Monitor en el congreso Julian Pecquet. Entrevistamos a Pecquet para conocer su opinión y análisis sobre el cabildeo de Medio Oriente en la capital de Estados Unidos.
RCW: El lobby pro-Israel lobbying ha sido objeto de mucha atención en los medios y en diversos círculos políticos en los últimos años, pero no puede decirse lo mismo de las campañas de otras naciones de Medio Oriente. ¿Puedes darnos una idea general sobre el cabildeo de Medio Oriente en Washington?
El cabildeo pro-Israel destaca porque está asentado en el apoyo popular que goza Israel. Esto le da una tremenda ventaja a grupos como el Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel (AIPAC, por sus siglas en inglés), pero también puede complicar las cosas, obligándolos a buscar una posición de consenso bipartisano – especialmente tras el acuerdo con Irán.
Los otros países no cuentan con votantes estadounidenses en su arsenal, así que tienen que usar exfuncionarios y otras personas de diversos grados de influencia, así como asesores de imagen, para lograr sus objetivos. Con frecuencia, en Medio Oriente, estos objetivos incluyen conservar el status quo o apaciguar alguna controversia, no fomentar algún desarrollo positivo.
Esto es lo que estamos viendo actualmente con la campaña de Arabia Saudita, cuyos fondos ascienden a la asombrosa cantidad de 9 millones de dólares anuales, y cuyo objetivo es eliminar la legislación que le permitiría a las familias de las víctimas del 11 de septiembre demandar legalmente al Reino. Los saudís también se encuentran trabajando para prevenir la inevitable cobertura mediática negativa tras la publicación de una investigación preliminar realizada en 2002 sobre los ataques.
Y lo mismo aplica para Egipto. Desde finales de 2013, Cairo ha estado trabajando con el Glover Park Group para sacudirse el status de paria y lograr levantar las restricciones impuestas a la ayuda militar y económica.
Por su parte, los libaneses quieren proteger su industria banquera de las sanciones designadas por el grupo militante shiita Hezbolá. Y los Emiratos Árabes Unidos ha mantenido una vigilancia férrea sobre el debate alrededor de la reautorización del Export-Import Bank, en quien EAU tiene una fuerte confianza para construir su industria aeronáutica
Otros quieren mayor poder político, entre ellos, los kurdos de Iraq, quienes buscan mayor autonomía (a la que se opone Baghdad) y la oposición siria que busca apoyo contra Bashar al-Assad (con ayuda del lobby saudí).
RCW: Entre otras cosas, Al-Monitor vigila el cabildeo de Medio Oriente en el Capitolio. ¿Qué país o países de la región sorprenderían al público estadounidense a causa de su influencia desmedida en la capital del país?
Marruecos debe ser uno de los casos más interesantes. El reino gasta más de tres millones anuales en una media docena de firmas de relaciones públicas y cabildeo, por no mencionar una donación de siete cifras a la Fundación Clinton, para proyectar una imagen amable. Estamos hablando de un país relativamente pobre que aún califica para donaciones Millennium Challenge Corporation. Todo ese cabildeo tiene un solo objetivo: obtener la aprobación de Estados Unidos –al menos tácita – para la explotación de la zona en disputa del Sahara Occidental, donde activistas Saharauis llevan mucho tiempo tratando de lograr un referendo independentista. La campaña ha tenido relativo éxito, ya que ni el Departamento del Estado ni el Congreso desean socavar las relaciones con un aliado de Occidente tan antiguo al apoyar la creación de un nuevo estado, potencialmente ingobernable, dentro de sus fronteras.
Otro protagonista con influencia externa es Jordania, cuyo Rey Abdullah II ha pactado la posición estratégica del reino y su popularidad personal con el Congreso a cambio de un paquete de ayuda de mil 275 millones de dólares este año, sin usar a ningún cabildero ni intermediario.
RCW: Has escrito sobre la incapacidad de Egipto para rendir cuentas de los dólares de ayuda estadounidense. ¿Qué ha pasado con este asunto? ¿Se está impacientando el Congreso?
Es importante recordar que dicho reporte señalaba a la administración de Obama, no al Cairo, como culpable. Los funcionarios estadounidenses son quienes tienen que acatar las reglas del congreso cuando otorgan ayuda.
Otra cuestión es el efecto que tendrá. Gran parte de la controversia se centra sobre el tema del veto de organizaciones de derechos humanos para el equipamiento y entrenamiento militar, una política que se conoce con el nombre de “Ley Leahy” por el senador Patrick Leahy, de Vermont. El congreso ha claudicado en su esperanza de mejorar su historial democrático en el futuro cercano. En vez de ello, los mil 300 millones de ayuda para la seguridad anual se dedican para ayudar al Cairo a pelear contra el Estado Islámico y prevenir que otros actores, llenen el vacío.
Sin embargo, hay una sensación de que hay otros países de la zona que “merecen” más el apoyo de los contribuyentes estadounidenses. Eso podría impactar en la cifra de 150 millones de dólares en ayuda financiera que la administración de Obama ha planeado otorgar a Egipto este año que inicia, y el nombre Túnez es uno que suena con frecuencia como mejor candidato.
RCW: Describe el papel de congreso en la creación de políticas en Siria. El secretario de Defensa, Ash Carter, recientemente acusó al Congreso de microgestionar los esfuerzos del Pentágono. ¿Qué hay de cierto en ello?
El papel del congreso actualmente es prácticamente reactivo. Los esfuerzos proactivos para tratar de que la administración Obama cree una zona de un vuelo o una zona de refugio para los cristianos y otras minorías no ha conducido a ninguna parte, y los legisladores sólo tienen la opción de firmar o no.
Muchos de ellos no se sienten cómodos con la opción de entregarle a la administración un cheque en blanco, especialmente tras el fiasco de la primera misión de entrenamiento y equipamiento del Pentágono – de ahí la advertencia de Carter. Esa es la razón por la que siguen surgiendo preguntas incómodas –¿Cómo es el proceso de veto de los rebeldes? ¿Qué sucede si las fuerzas de Assad los atacan?– y es necesario tener algún tipo de supervisión sobre cómo el dinero pasa de un programa a otro.
Fuente: Real Clear World
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