Me llamo Atefeh, soy iraní y tengo 28 años. Quien ha sido mi pareja durante los últimos dos años me ha dejado porque antes de empezar con él salí un tiempo breve con un amigo suyo, con quien tuve relaciones sexuales en tan solo dos ocasiones. Pese a asegurarme que me quiere, mi pareja me ha dejado porque dice que no puede casarse conmigo dado que anteriormente tuve sexo con otro hombre.
ZAHIDA MEMBRADO
Su amigo le contó los detalles y, cuando lo supo, me hizo sentir culpable por lo que hice, reprochándome que no fuera virgen cuando empezamos a salir, lo que me invalida, según él, para convertirme en su esposa. Me siento muy cansada de albergar un profundo sentimiento de culpabilidad en mi interior. ¿Por qué por el hecho de ser mujer tengo que reprimir mis deseos en aras a seguir siendo pura? ¿Realmente está mal que una chica tenga sexo con su novio antes de casarse? ¿Por qué esta norma no se aplica también a los hombres en Irán? Quien fue mi pareja durante los últimos dos años va a casarse en breve con otra chica más joven y virgen. Él me dice que me echa de menos, pero que no puede hacer otra cosa”.
Atefeh, nombre ficticio, envió hace unos días esta carta por email a la psicóloga iraní residente en Londres Mitrab Babak con el objetivo de encontrar en sus respuestas la forma de aplacar sus demonios. Las preguntas no son retóricas, sino dudas reales germen de una angustia desgarradora provocada por un hondo sentimiento de culpa. Su caso tampoco es aislado. Refleja sin reservas el estigma al que la cultura y la religión someten a las mujeres en Irán cuando no llegan vírgenes al matrimonio. La presión pesa sobre las cabezas de todas ellas, supeditadas a la voluntad de los hombres que se creen con derecho, porque así lo aprenden desde pequeños, a tacharlas de no aptas para el matrimonio porque antes que ellos, hubo otros. “¿Qué debemos hacer entonces las mujeres de este país?”, pregunta Atefeh con tristeza durante una conversación con El Mundo. “Es totalmente injusto porque ellos pueden ir con todas las mujeres que quieren, desvirgarlas, pero cuando una chica se propone casarse y formar una familia, si no es virgen deja de ser buena para el matrimonio”. La sociedad iraní es extremadamente tradicional e incluso las familias menos religiosas no aprueban los noviazgos y la libre práctica del sexo si la pareja no está comprometida a casarse. Pero bajo este paraguas conservador, se produce una situación paradójica que lleva a las chicas a un cul de sac demoledor: “Si empiezas a salir con alguien y no accedes a tener sexo pensando en las consecuencias, en el 99% de los casos los chicos dejan la relación. Y si accedes, sabes que cuando encuentres al hombre con el que quieres casarte, seguramente te rechazará. Dime, ¿qué tenemos que hacer?”, repite con una angustia tremenda.
Por este motivo en Irán se realizan al año miles de operaciones de reconstrucción del himen y muchas chicas optan por practicar solo sexo anal. “En Irán la religión dice que tenemos que llegar puras al matrimonio pero me pregunto qué significa ser pura. Si he enviado esta carta es porque necesito acallar los gritos que tengo dentro que me dicen que hice mal”, asegura mientras se lleva las dos manos al cuello para transmitir la asfixia que la oprime. A pesar de que gracias a internet y a las redes sociales la sociedad está cambiando a una velocidad de vértigo, las costumbres están muy arraigadas y no se modifica la mentalidad de un país en tan solo una generación. El qué dirán puede más que las propias convicciones y lo común es ocultar todo aquello que contravenga la moralidad que impera en el país. “Las chicas no fumamos en público, tampoco está bien visto que seamos escandalosas. Es muy injusto porque a ellos se les tolera todo. ¿Por qué?”, insiste, buscando respuestas desesperadamente.
Las élites religiosas más reaccionarias repiten con frecuencia que una chica que no se cubre la cabeza adecuadamente es peor pecado que la corrupción. Los sectores de la sociedad más abiertos, también representados en el Parlamento, tratan de luchar contra este estigma, pero los otros siguen siendo todavía más numerosos. El ex de Atefeh trata de justificarse al conocer la entrevista. “¿Qué puedo hacer yo? Es la cultura de Irán”, le escribe en Telegram. Ella responde: “Tú nada. No eres culpable de haber nacido varón y no haber experimentado jamás qué se siente ser mujer en este país”.
Fuente:cciu.org.uy
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