GEORGE CHAYA
Según los eruditos islámicos, la sabiduría está detrás de todo lo que Alá ha ordenado y prohibido. Ella constituye el camino recto, el único verdadero, el que protege el honor, la salud mental y la física.
Para los fanáticos islámicos, los gays y las lesbianas actúan en contra de la naturaleza humana, naturaleza con la que Alá ha creado al ser humano y también a los animales, y ella refiere a que los individuos masculinos sientan atracción hacia los femeninos y viceversa.
El jurista islámico Ibn al Qayím dijo al respecto: “Tanto el adulterio como la homosexualidad involucran actos inmorales que van contra la naturaleza y la disposición que Alá ha conferido a los seres vivientes. La homosexualidad implica muchos males para el ser humano, al punto que quien los conoce preferiría ser asesinado que hacer algo como eso”.
La visión islámica radical es que Alá le ha conferido al hombre –al crearlo– la única opción de funcionar “sano y como hombre”. Por tanto, se interpreta la homosexualidad como una enfermedad, un desvío antinatural inaceptable que contradice sus enseñanzas. Ésta es –sin ser abiertamente mencionada– la idea transmitida a los fieles por medio de la cual surge el rechazo a la homosexualidad. Lo cierto es que en esta idea anida y se fundamenta la mas brutal homofobia que la interpretación ofrece a los creyentes radicalizados.
No debe sorprender, entonces, que un joven como Omar Saddiqui Mateen, hijo de padres afganos y estadounidense de nacimiento, simpatizante de la ideología islámica y radicalizado a través de internet por un sheik del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) desde Raqqa, Siria –según un análisis preliminar sobre su computadora efectuado por el FBI– haya ejecutado fríamente el ataque terrorista al club gay de Orlando, Florida, en el que asesinó a 50 personas y dejó un saldo de 54 heridos, 11 de ellos, en grave estado.
En simple: la persecución de la homosexualidad data de varios siglos, no es un elemento reciente dentro del islam, y en tiempos de violencia yihadista abierta, como la que se observa en este nuevo ataque integrista, no sólo remite al blanco escogido, el club gay, sino al país donde se ha golpeado a la comunidad y sus implicancias políticas, los Estados Unidos.
Son abundantes los hadices y dichos atribuidos al profeta Mahoma que contienen variadas declaraciones en contra de la homosexualidad. Según uno de ellos, Mahoma dijo: “Condenado por Alá es aquel que usa su sexo con otro de su mismo sexo”. En otro afirma: “Ningún hombre debe mirar las partes privadas de otro hombre y ninguna mujer debe mirar las partes privadas de otra mujer y, dos hombres no deben dormir en la misma cama bajo una misma manta”.
Lo cierto es que existe cierto consenso entre la mayoría de los juristas islámicos en que la homosexualidad contraviene la sharia o ley islámica, y la consideran un delito punible. Si bien es cierto que no hay un castigo específicamente estipulado y depende de la interpretación de las distintas “escuelas jurídicas” existentes, con frecuencia se deja a la discreción de las autoridades locales, con un rango de penas tan amplio que van desde la muerte hasta latigazos, amputaciones o encarcelamiento. Actualmente, entre los sunitas se encuentran cuatro madhab o escuelas de interpretación jurídica (la hanafi, la maliki, la shadi’i y la hanbali), y la principal entre los chiitas es la ya’afari. No hay demasiadas diferencias entre ellas sobre la homosexualidad y su castigo.
Por estos días, muchos grupos rechazan las escuelas tradicionales y se inclinan por la Ijtihad o interpretación individual. Sin embargo, todas son drásticas en la pena que generalmente acaba con la vida del acusado de homosexualidad, principalmente desde la aparición del califato de Abu Bakr al Baghdadi que encarna la más dura de las interpretaciones desde la ideología yihadista, en la que homosexualidad esta fuera de cualquier discusión racional y lógica.
Lo concreto es que la sharia del ISIS condena la homosexualidad con la muerte. La homosexualidad es haram -pecado- dicen los clérigos musulmanes, y como en los países musulmanes no hay separación entre Estado y religión, la intolerancia hacia los gays y lesbianas está siempre presente.
La aparición expansiva del nuevo califato, su apego a la violencia y la falta de un estado laico en los países musulmanes traen como resultado acciones y hechos de marcada homofobia, como el que se ha visto en el ataque en Orlando, ejecutado con profundo odio por Omar Mateen, uno de sus lobos solitarios.
Fuente:infobae.com
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