AYAAN HIRSI ALI
El ascenso del extremismo islámico moderno ha empeorado una homofobia musulmana institucionalizada.
La masacre de Orlando es un recordatorio espantoso para los estadounidenses de que la homofobia es una parte integral del extremismo islámico. Eso no quiere decir que algunas personas de otros credos e ideologías no son hostiles a los miembros de la comunidad lésbica, gay, bisexual y transgénero, o LGBT. Tampoco es decir que los extremistas islámicos no toman como blanco a otras minorías, además de participar en violencia totalmente indiscriminada. Pero es importante establecer por qué un hombre como Omar Mateen podría estar motivado a asesinar a 49 personas en un club nocturno gay, interrumpiendo la matanza, como informaron funcionarios policiales, para marcar al 911, proclamar su apoyo al Estado Islámico y luego rezar a Alá.
Yo ofrezco una explicación en la forma de cuatro proposiciones.
1. La homofobia musulmana está institucionalizada. La ley islámica como se deriva de las escrituras, y como evolucionó a lo largo de muchos siglos, no sólo condena sino que prescribe castigos crueles e inusuales para la homosexualidad.
2. Muchos países de mayoría musulmana tienen leyes que penalizan y castigan a homosexuales en conformidad con la ley islámica.
3. De ahí que no sea sorprendente que las actitudes de los musulmanes en países de mayoría musulmana sean homofóbicas y que mucha gente de esos países lleve esas actitudes con ellos cuando emigran al Occidente.
4. El ascenso del extremismo islámico moderno ha empeorado la intolerancia hacia la homosexualidad. Los extremistas no sólo cometen violencia contra gente LGBT. Ellos también difunden el prejuicio globalmente predicando que la homosexualidad es una enfermedad y un delito.
No todos los musulmanes son homofóbicos. Muchos son ellos mismos gay o lesbianas. Algunos incluso tienen la valentía de aventurarse en la fluidez de género que el Occidente del siglo XXI ha llegado a reconocer. Pero estos musulmanes LGBT están corriendo directamente contra su religión.
En su libro del 2006 “Crimen y Castigo en la Ley Islámica,” el estudioso holandés Rudolph Peters destaca que la mayoría de las escuelas de derecho islámico proscriben la homosexualidad. Ellas difieren sólo en el modo de castigo. “Los amalecitas, los chiíes y algunos shafi’ítas y hanbalitas son de la opinión que el castigo es la muerte, ya sea por lapidación (amalecitas), la espada (algunos shafi’ítas y hanbalitas) o, a la discreción del tribunal, matando al culpable en la forma acostumbrada: con una espada, lapidándolo, arrojándolo de un muro (alto) o quemándolo (chiíes).”
En virtud de la Shariah—ley islámica—los que participan en actos sexuales con el mismo sexo pueden ser sentenciados a muerte en casi una docena de países o en grandes áreas de ellos: Irán, Arabia Saudita, Yemen, Sudán, los estados del norte de Nigeria, partes del sur de Somalía, dos provincias en Indonesia, Mauritania, Afganistán, Qatar, los Emiratos Arabes Unidos. La muerte es también el castigo en los territorios en el norte de Irak y Siria controlados por el ISIS.
Irán es famoso por colgar a hombres acusados de comportamiento homosexual. Los informes de Associated Press dicen que desde el 2014 el ISIS ha ejecutado a al menos 30 personas en Siria e Irak por ser homosexuales, incluidos tres hombres que fueron arrojados desde lo alto de un edificio de 100 pies en Mosul en junio del 2015.
No menos de 40 de 57 países o territorios de mayoría musulmana tienen leyes que penalizan la homosexualidad, prescribiendo castigos que abarcan desde multas y sentencias cortas de prisión a latigazos y más de 10 años de prisión o muerte.
Las leyes contra la homosexualidad de estos países se alinean con las actitudes de la abrumadora mayoría de sus poblaciones. En el año 2013 el Centro de Investigación Pew sondeó las creencias de los musulmanes en 36 países con una significativa población o mayoría musulmana, incluyendo preguntar por sus opiniones sobre la homosexualidad. En 33 de los 36 países, más del 75% de los encuestados respondió que la homosexualidad era “moralmente errada” y en sólo tres más del 10% de los entrevistados cree que la homosexualidad era “moralmente aceptable.”
En muchos países de mayoría musulmana—incluido Afganistán, de donde vienen los padres de Omar Mateen—las personas LGBT enfrentan tanto peligro de sus familias o vigilantes como de las autoridades.
Los extremistas islámicos condenan la homosexualidad en los términos más fuertes posibles. El Instituto de Investigación de Medios del Medio Oriente informó en el año 2006 que cuando se le preguntó cómo debe ser castigada la gente gay al Jeque Yusuf al-Qaradawi, uno de los principales clérigos suníes del mundo y presidente del Consejo Europeo para Fatua e Investigación, él respondió: “Algunos dicen que debemos arrojarlos de un lugar alto, como hizo Dios con el pueblo de Sodoma. Algunos dicen que debemos quemarlos, y etcétera. Hay discrepancia. . . . Lo importante es tratar este acto como un crimen.”
Tales ideas viajan. En el 2009 Anjem Choudary, un infame imán de Londres y auto-proclamado “juez del tribunal de Shariah del Reino Unido,” dijo en una conferencia de prensa que todos los homosexuales deben ser lapidados hasta morir. Aquí en los Estados Unidos, Muzammil Siddiqi, ex presidente de la Sociedad Islámica de Norteamérica, ha escrito: “La homosexualidad es un desorden moral. Es una enfermedad moral, un pecado y corrupción… Ninguna persona nace homosexual, así como nadie nace ladrón, mentiroso o asesino. La gente adquiere estos hábitos malvados debido a una falta de guía y educación apropiadas.”
Farrokh Sekaleshfar, un clérigo chií educado en Londres, declaró de la homosexualidad en el año 2013 en el Centro Islámico Husseini, fuera de Orlando. Sí, Orlando: “La muerte es la sentencia. Sabemos que no hay nada de que abochornarse acerca de esto. La muerte es la sentencia.”
Estos hombres expresan su hostilidad hacia la comunidad LGBT sólo verbalmente, pero el ataque en Orlando fue difícilmente la primera manifestación de la violencia islámica contra los gay en Estados Unidos. Durante una celebración de vísperas de Año Nuevo, en las primeras horas del 2014, Musab Masmari trató de prender fuego a un club nocturno gay en Seattle; él está cumpliendo 10 años en prisión bajo cargos federales de incendio. Los funcionarios policiales dicen que Ali Muhammad Brown, un partidario del ISIS que está ahora en prisión por robo armado, enfrenta también cargos por terrorismo y cuatro asesinatos, incluyendo la ejecución en el 2014 de dos hombres en Seattle fuera de un club nocturno gay.
Luego del horroroso ataque en Orlando, la gente, como es costumbre, se ha estado apresurando a emitir juicio. El Presidente Obama culpa a las leyes laxas de armas. Donald Trump culpa a la inmigración. Ninguno tiene razón. Ha habido carnicerías comparables en países con leyes estrictas de armas.
El perpetrador en este caso nació en los Estados Unidos. Esto no se trata principalmente de armas o inmigración. Se trata de una ideología profundamente peligrosa que está infiltrando la sociedad estadounidense con el disfraz de la religión. La homofobia llega en muchas formas. Pero ninguna es más peligrosa en nuestro tiempo que la versión islámica.
Hirsi Ali es becaria en la Escuela Kennedy Harvard y autora de “Infiel” (Free Press, 2007) y “Hereje: El Argumento para una Reforma Musulmana” (HarperCollins, 2015).
Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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