El Estado Islámico, internet y los lobos solitarios

MAURICIO MESCHOULAM

“Liquidaremos a cada traidor” se escucha en árabe la voz de un cantor empleando la tonada clásica de la lectura de plegarias musulmanas.

“Liquidaremos a cada traidor”, responde la audiencia como si fuese la continuación del rezo. Cuando Hassam Aboud, un comandante de ISIS que operaba en Siria, murió en marzo del 2016 a causa de alguno de los ataques en contra de esta organización, su oficina de medios rápidamente liberaba el podcast de voz: “Asesinarte es nuestro deber”, sigue el canto, “Desplumamos la cabeza de Adeeb Abbas, derramamos su sucia sangre, y dejamos su cuerpo sin vida”, “Liquidaremos a cada traidor”.

Quizás porque se trata de un podcast de voz y no de un video que pudiese contener imágenes agresivas, el New York Times decide mantener el podcast como parte de la nota que informa el deceso del comandante. Y si se exigiera al diario neoyorkino retirar ese podcast, probablemente alguien podría argumentar que no es papel de un medio de comunicación determinar qué debe o qué no debe eliminarse de la nota si el contenido forma parte de la información, y si éste no contiene imágenes de violencia. Pero esa es justo la trampa. Probablemente el Dark Requiem for an ISIS Commander recogía cientos de miles de clicks, y con ello, esa misma cantidad de personas recibía el mensaje que la organización quería enviar, tal y como quiso enviarlo, y en el momento preciso en que quiso enviarlo. La cuestión es que ese mensaje no solamente está destinado a los enemigos de la agrupación islámica, sino también a sus potenciales seguidores. Es decir, se trata de una combinación poderosa y letal: miedo hacia unos, capacidad de atracción ante otros.

ISIS ha entendido demasiado bien, quizás mejor que quienes le combaten, que la guerra se ubica más en la esfera de lo psicológico y lo simbólico que en Siria, en Irak, en Libia o Afganistán. De acuerdo con un estudio de Brookings, de septiembre a diciembre del 2014 los seguidores de ISIS operaban al menos unas 46,000 cuentas activas en Twitter que emiten unos 90 mil tuits diarios y que renuevan automáticamente si son dadas de baja. Gracias a sus tácticas de comunicación, ISIS consigue impactar en la forma en cómo el mundo le percibe, proyectando la idea de que es materialmente mucho más poderosa de lo que en realidad es. ISIS emplea el uso de imágenes y videos para transmitir a millones de personas de manera gráfica la violencia que ejerce, y también para atraer a nuevos reclutas e inspirar a lobos o actores solitarios utilizando incluso distintas lenguas para hacerlo. Además de su propia agencia de noticias y estación de radio, “al-Bayan”, ISIS cuenta con una oficina de medios de comunicación encargada de producir y distribuir su revista en línea, fotos y videos. A su vez, cada una de las “filiales” de ISIS tiene sus propias oficinas de medios. Esta serie de herramientas contribuyen a la unificación de una estrategia de comunicación común a toda la red, logrando su posicionamiento como una “marca global” (Hoffman, 2016) que habla a sus fieles de la necesidad de una guerra cruel en contra de sus enemigos, pero al mismo tiempo, asegura justicia social para sus seguidores, así como una administración adecuada y una buena vida moral y religiosa en los territorios que domina.

“Muchos lectores”, dice el número 2 de la revista en línea de ISIS, Dabiq, “se preguntan cuáles son sus obligaciones con el Califato…La primera prioridad es llevar a cabo la Hégira (migración santa) desde donde estés hasta el Estado Islámico (Siria/Irak)… Segundo, si no puedes llevar a cabo la Hégira por cualquier razón extraordinaria, entonces intenta, desde tu ubicación, organizar manifestaciones de lealtad al Califa Ibrahim. Publicítalas lo más que te sea posible… distribúyelas a través de toda forma de medios masivos, incluyendo el Internet”. Estos “deberes” se complementan con los continuos llamados a esos seguidores por parte del liderazgo de ISIS a cometer ataques contra los enemigos del “Califato”, en donde sea que se encuentren. El último de estos llamados ocurre hace unos días con motivo del mes santo del Ramadán. Para tal efecto, la organización continuamente publica en la red manuales o guías que indican desde cómo seleccionar el blanco de un potencial atentado, hasta una serie de pasos para ensamblar un explosivo casero o bien, para ejecutar un ataque con armas cortas.

El atacante de Orlando, Omar Mateen, al igual que los de San Bernardino unos meses antes de él, podrían ser el producto, entonces, de la combinación de algunos o todos esos elementos: (a) el poder de atracción de la organización, (b) el contacto y/o interacción con otros seguidores de ISIS a través de blogs, redes sociales, o plataformas similares, (c) los llamados a mostrar su lealtad mediante ataques, (d) los manuales, guías o consejos para ejecutarlos, y (e) un proceso de radicalización individual, el cual a su vez contiene diversos componentes que no detallo. De acuerdo con el Índice Global de Terrorismo, en los últimos 10 años, 70% de las muertes por ataques terroristas en Occidente proceden de atentados a manos de personas que no pertenecen operativamente a alguna célula o red, ni reciben financiamiento o entrenamiento presencial y solo son inspiradas por alguna ideología u organización, los lobos solitarios.

Además de los ataques perpetrados por sus filiales o células, gracias a estos “soldados” que operan por su cuenta, ISIS busca mantenerse relevante, incluso cuando su centro de operaciones en Irak y en Siria pasa por sus peores momentos. Esta clase de terrorismo es la más difícil de detectar y prevenir en su fase de planeación, la cual a veces es escasa o inexistente. No hay comunicaciones electrónicas, transferencias de recursos o armamento que rastrear. Ello impone un enorme reto a las agencias de seguridad en el que tendrán que mantenerse trabajando cada vez más. Pero también nos obliga a repensar, una vez más, las causas raíz de la radicalización de potenciales atacantes terroristas de casa y sus múltiples conexiones con las muchas zonas de conflicto que sacuden a una buena parte del planeta, conexiones que no necesariamente se dan en el mundo material, y sí en otros como lo son el mundo de las ideas y hoy, mediante toda clase de expresiones en el mundo virtual.

Internacionalista. @maurimm

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