Obama y el islam radical

El Presidente da a Donald Trump su mejor tema de conversación.

THE WALL STREET JOURNAL

La masacre del domingo en Orlando contradice los muchos intentos del Presidente Obama por menoscabar los riesgos que representa el Estado Islámico para la patria estadounidense, así que no es de extrañar que él quiera cambiar el tema a algo más simpático. A saber, su desdén por Donald Trump y los republicanos.

“Desde hace un tiempo la principal contribución que han hecho algunos de mis amigos del otro lado del pasillo en la lucha contra el ISIL es criticar a este gobierno y a mí por no utilizar la frase ‘Islam radical,’” dijo Obama el martes, usando su acrónimo preferido para el Estado Islámico. “Esa es la clave, nos dicen. No podemos golpear al ISIL a menos que los nombremos ‘islámicos radicales.’ ¿Qué lograría exactamente utilizar esta etiqueta? ¿Qué cambiaría exactamente?”

Como el Presidente preguntó, permítannos responder. No estamos al tanto de ninguna guerra previa estadounidense combatida contra un enemigo que fuera considerado indecoroso o contraproducente nombrar. Dwight Eisenhower hablaba rutinariamente del “Comunismo internacional” como un enemigo. FDR dijo “Japón” o “japoneses” 15 veces en su declaración de guerra de 506 palabras después de Pearl Harbor. Si Estados Unidos está bajo ataque, los estadounidenses merecen escuchar que su Presidente diga exactamente quién nos está atacando y por qué. No puedes librar eficazmente la guerra, mucho menos medir las fuerzas de un enemigo, sin una idea clara de a quién estás combatiendo.

El rechazo de Obama a hablar de “Islam radical” pone también en evidencia su falla en comprender las fuentes de la legitimidad del Estado Islámico y por lo tanto su atractivo para los hombres musulmanes jóvenes. La amenaza es religiosa e ideológica.

El Estado Islámico se ve a sí mismo como la vanguardia de un movimiento religioso arraigado en una interpretación literal de las escrituras islámicas que considera obligatorias sobre todos los musulmanes en todas partes. Una fracción pequeña pero importante de musulmanes concuerda con esa interpretación, lo que es el motivo por el cual las agencias occidentales de aplicación de la ley deben prestar más atención a lo que sucede dentro de las mezquitas que en las salas de lectura de Ciencia Cristiana.

La negativa de Obama a hablar de “Islam radical” lleva a otros fracasos analíticos, tal como su descripción del terrorista de Orlando como “vernáculo.”

La amenaza del Estado Islámico es menos una cuestión de geografía que de creencia, motivo por el que no importa si el Estado Islámico ordenó o coordinó en forma directa el ataque del domingo en tanto lo inspiró. Esto, también, es un recordatorio de la centralidad de la religión para la efectividad del Estado Islámico.

No es de extrañar que la administración pareció sorprendida por el éxito inicial del Estado Islámico al capturar Mosul en el 2014—los soldados de fe tienden a luchar más duro que los soldados de la fortuna—y por su durabilidad a pesar de la campaña aérea liderada por Estados Unidos. En noviembre pasado Obama se jactó de que el Estado Islámico estaba “contenido” un día antes de que sus miembros masacraran a 130 personas en París. Días después, el factótum de la Casa Blanca, Ben Rhodes, insistió “no hay amenaza creíble para la patria en este momento.” Entonces llegó San Bernardino.

Obama tiene razón en que millones de musulmanes son patriotas, y que necesitamos a los musulmanes no radicales en todo el mundo como aliados contra el Estado Islámico. También discrepamos con la afirmación de Trump de que Estados Unidos debe prohibir la entrada a todos los inmigrantes musulmanes, aun si es sólo por un rato. Podemos ajustar la investigación de visas sin parecer aplicando una prueba religiosa para ingresar a Estados Unidos.

Pero la negativa de Obama a reconocer la naturaleza verdadera de la amenaza islámica crea una oportunidad para la prohibición de inmigración del Sr. Trump. Sugiere a los estadounidenses que el Presidente es tan rehén de la corrección política que podría no estar haciendo todo lo que puede para combatir la amenaza. Cuando los terroristas inspirados por el Estado Islámico siguen masacrando a estadounidenses en fiestas de Navidad y clubes nocturnos, pierden confianza en la capacidad de Obama para mantenerlos a salvo. Cuando están en peligro, los seres humanos a veces abrazan políticas no liberales.

Obama está tan desesperado por detener a Trump que parece listo para hacer campaña como compañero de fórmula de Hillary Clinton. Pero quizás la Sra. Clinton debe decirle que rechazando términos como “Islam radical,” el Presidente está entregando su argumento más fuerte a Trump.

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México

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