Esta comunidad llegó a México en busca de refugio y tranquilidad para sus familias. Por eso, al instalarse en el país no dudaron en también asentar sus templos de oración, una de sus principales identidades.Conoce la historia de una de las más importantes sinagogas judías en la capital.
MARICARMEN HERNÁNDEZ
Es domingo por la mañana. Poco a poco se comienza a llenar de asistentes la entrada del edificio ubicado en la calle de Justo Sierra en el Centro Histórico. Aunque a primera vista este recinto, de arquitectura neocolonial, se logra entremezclar con las edificaciones vecinas, si nos fijamos detenidamente podremos ver que en sus puertas de madera tiene grabadas varias estrellas de David, único símbolo judío, pues la cultura de esta comunidad se caracteriza por la sobriedad y discreción generada a raíz de ambientes antisemitas.
Tras poco tiempo de espera, sale a acompañarnos, y así comenzar nuestro recorrido, Mónica Unikel-Fasja, quien será la encargada de transportarnos a través de lo que en alguna época fuera el corazón del barrio judío en la Ciudad de México, especificamente alrededor de la calle de Jesús María, Loreto, Soledad y Moneda, donde se establecieron vecindades, tiendas de abarrotes, panaderías, carnicerías, entre muchos establecimientos de corte kosher (que de acuerdo con las leyes judías son alimentos puros aptos para el consumo de los judíos).
Mónica lleva 20 años haciendo estos recorridos. “Es algo vivo, la misma gente que vivió aquí me ha dado sus historias para contar”, nos comenta al inicio del recorrido. Comenzamos en el Parque de Loreto, cuya iglesia, por cierto, tiene la segunda cúpula más grande después de la Catedral Metropolitana, narra Mónica. El edificio, punto de este encuentro, es en realidad la primera sinagoga ashkenazí (de judíos provenientes de Europa del Este) construida en la Ciudad de México: la Sinagoga Nidjei Israel, mejor conocida como Sinagoga Histórica Justo Sierra .
Sin embargo, esta sinagoga no fue la primera en el país. A dos predios del lugar, en el número 83 de Justo Sierra, podemos encontrar la primera sinagoga en la ciudad, la cual pertenece a la comunidad Monte Sinaí (compuesta por judíos provenientes de Damasco), y que no está abierta al público en general. De esta sinagoga, cuenta Mónica, durante varios años se creyó que su fachada había sido destruída, hasta que en una visita guíada un asistente le informó que en realidad la fachada original se encontraba debajo del frente que se podía admirar en la década de los 80, pues la habían ocultado con otra fachada debido a la visita a México del sumo pontífice de la iglesia católica. No obstante, para 2008 como parte de las renovaciones del Centro Histórico, la doctora Moreno Toscano, autoridad del centro histórico, autorizó la demolición de esa fachada falsa y por eso en la actualidad podemos observar la fachada original de 1923.
Así, en la migración y andar constante, la comunidad judía comenzó a llegar a México en la década de 1920 con el fin de encontrar refugio y un hogar para sus familias, y luego de varias decepciones en otros países y ciudades donde probaron suerte. Pronto algunos barrios del Centro Histórico como la Merced se comenzaron a poblar de inmigrantes judíos que llegaban a las vecindades.
“Es una religión que se transporta, a donde llegan pueden seguir y continuar con su vida”, comenta Unikel. Y aunque, de acuerdo con la religión, no es estrictamente necesario el contar con un templo para rezar: basta con contar con un mínimo de 10 judíos adultos y los libros sagrados para poder realizar la congregación. Conforme fue aumentando la cantidad de personas, también creció la necesidad de tener un espacio dedicado a la oración. Los primeros centros de rezo surgieron curiosamente dentro de los talleres o sastrerías donde trabajaban los judíos.
Finalmente, después de una racha de logros comunitarios como lo fue la construcción del panteón judío, la comunidad ashkenazí en México, y que componían la asociación Nidjei Israel, conscientes de las necesidades crecientes de los inmigrantes, adquirieron los edificios de los números 71 y 73 de lo que inicialmente fuera una casa. Así comenzó la construcción del templo en el año de 1939, justo como se puede apreciar en la imagen principal del texto, la cual fue tomada en la ceremonia de la colocación de la primera piedra de la sinagoga.
En la imagen comparativa podemos ver el edificio de la sinagoga todavía en construcción. Así, dos años después, en 1941, fue inaugurada. Este edificio no solo fue una casa de oración, también fue el lugar elegido para la realización de varios eventos sociales.
La sinagoga en sí es una copia fiel de un templo en Shavel, Lituania, por una condición impuesta por un donador proveniente de aquel país, que la comunidad aceptó con gusto, pues tendrían en la Ciudad de México un pedacito de Europa. Una vez adentro de ella el visitante podrá ver que se divide en dos pisos; las bancas ubicadas en la galería de arriba son ocupadas por las mujeres asistentes, las de abajo, los hombre y niños; además de un podio en el cual leen los rollos sagrados de la Torá; atrás del bimá, que es el púlpito desde el cual se dirigen los rezos, se encuentra un arca llamada arón hakodesh, donde se resguardan los textos sagrados y la cual está cubierta por el parójet, una cortina gruesa bordada de terciopelo azul. En la planta baja del edificio encontramos un enorme salón que sirvió de lugar de encuentros sociales, familiares y celebraciones.
El recinto ha visto pasar varias historias a través de los años: bodas, reuniones familiares tanto de la comunidad judía como de la siempre cambiante vida defeña. Uno de los acontecimientos más representativos y que conmovió a varios miembros de la comunidad fue la creación del Estado de
Israel en 1948; momento que tuvieron que vivir a distancia, pues, como se sabe, varios tuvieron que huir de sus lugares de origen por problemas políticos y de guerra.
Otro hecho a destacar es la conexión que tuvo el recinto con el fallecido periodista y columnista de EL UNIVERSAL, Jacobo Zabludovsky, quien escribió la columna Bucareli todos los días lunes desde principios del 2007 hasta su fallecimiento en 2015. De acuerdo con un video difundido por la página Enlace Judío, don Jacobo nació y creció en la colonia Doctores, hijo de una familia polaca que migró a México por el ambiente antisemita que se vivía en Europa. En su casa solo se hablaba yiddish, aunque él mismo se reconocía como analfabeta debido a que nunca aprendió a leer ni escribir en esa lengua.
Así, Zabludovsky, el 9 de junio de 2015, participó en una ponencia llamada “La Merced, mi barrio” que se llevó a cabo en las instalaciones de la Sinagoga Histórica 71, donde recordó los hechos ocurridos durante su niñez y juventud: “La primera sinagoga que yo recuerdo, fue una vecindad aquí a la vuelta en Jesús María 3. Mi padre siempre nos llevó a las fiestas judías, a las que asistía con el mayor respeto, con la amistad y el respeto de las jazanim (cantores) y los rabinos”, narró el periodista en aquella ocasión El boom social y religioso de Nidjei Israel se vivió entre las décadas de los años 40 y 50; para los años 60, conforme se asentaron y crecieron económicamente las comunidades en la Ciudad de México, empezaron a mudarse a otras zonas de la capital, como la colonia Del Valle, Polanco,Roma y Condesa.
Esto significó para la Sinagoga Justo Sierra un abandono, pues al mudarse a otras colonias, empezaron a construir nuevas sinagogas más cercanas a las que iban a rezar; es por eso que durante varios años la Sinagoga Justo Sierra se mantuvo en desuso y esto fomentó su deterioro, aunque, de acuerdo con el último censo poblacional arrojado por el INEGI en 2010, alrededor de 67 mil personas practican el judaísmo en México, la mayoría asentados en la capital mexicana.
En el año 2008, cuando varios edificios del Centro Histórico fueron restaurados por el gobierno, la zona recuperó su esplendor. Incluso, la comunidad judía se puso en contacto con las autoridades correspondientes, quienes cooperaron en la restauración del lugar y finalmente el 13 de diciembre
de 2009 fue nuevamente inaugurada.
Actualmente, la sinagoga sigue abierta para miembros de la comunidad que quieran entrar a orar o realizar bodas. Se ha convertido en un centro cultural, donde se realizan recorridos, conciertos, presentaciones de obras teatrales y libros. De hecho, también forma parte de la iniciativa de Noche de Museos llevada a cabo por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México desde el año 2009, y en la cual participan los museos ubicados en el Centro Histórico y otras delegaciones, y cuyo objetivo es atraer nuevos públicos a los museos en un horario nocturno donde, además de conocer los recintos, pueden disfrutar de otras actividades planeadas para esa noche en especial.
“Es una religión rigurosa y difícil, pero este espacio permite la apertura y comprensión de la religión judía”, finaliza Unikel.
La Sinagoga Histórica está abierta a todo el público de lunes a domingo, aunque aún pocos lo saben.
Fotografías antiguas: Cortesía del archivo Manuel Taifeld y Archivo Zihronot.
Fuente:eluniversal.com.mx
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