Al BDS lo mueve la imposición de un pensamiento totalitario y antidemocrático con las armas de la presión y el boicot
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – En España, a día de hoy, se han declarado espacios libres de apartheid israelí (ELAI) 40 ayuntamientos, dos diputaciones provinciales y un cabildo insular. Son declaraciones que básicamente implican apoyar las acciones promovidas por el movimiento de “boicot, desinversiones y sanciones contra la colonización, el apartheid y la ocupación israelí” (BDS). Para que no quepa ninguna duda de quiénes están detrás de dicho movimiento, basta con leer el acuerdo municipal de Gijón (16 de enero de 2016), una de las ciudades declaradas ELAI, en el que se insta al ayuntamiento a
fomentar la cooperación con el movimiento BDS, articulado a nivel estatal por la Red Solidaria
Contra la Ocupación de Palestina, y a nivel autonómico y local por el
Comité de Solidaridad con la Causa Árabe.
Pero ¿qué se esconde realmente tras el movimiento BDS? Pues, en pocas palabras, un movimiento con una ideología basada en la imposición de un pensamiento totalitario y antidemocrático cuyas armas son la presión y el boicot. Un movimiento basado en la coacción al que piense diferente o no acepte su visión sobre lo que ha venido en denominarse conflicto árabe-israelí. Un movimiento que pretende cercenar las libertades civiles mediante el uso de campañas de intimidación y acoso a nivel mediático, empresarial, económico, político y deportivo, pero sobre todo a nivel cultural.
Según el BSD, “el gobierno sionista desarrolla una campaña de enmascaramiento de su comportamiento racista y genocida a través de eventos culturales y deportivos”, por lo que todo acto directa o indirectamente relacionado con Israel (sea o no de carácter gubernamental) debe de ser boicoteado. Todo acto israelí que no sea explícitamente condenatorio de lo que hace Israel será considerado por el BSD como una “colaboración con la propaganda normalizadora sionista”.
Mediante la utilización de un lenguaje imbuido de odio, pretenden demonizar toda libre manifestación cultural o empresarial que tenga cualquier asomo de presencia israelí o judía. Ahí están los casos de boicot a la Sala Caracol de Madrid –para que cancelase el concierto del músico Idan Raichel– o al espectáculo del Circo del Sol Sama Sama –”por tener apoyo de Israel”–; de la denuncia de la participación de Israel en Eurovisión; de las presiones para la retirada de películas israelíes en el Festival de Cine de San Sebastián (bajo el pretexto de que “ignorar el cine palestino y apoyar el cine israelí es una opción política, no cultural”); de las movilizaciones y protestas contra la presencia en el festival Rototom del cantante judío estadounidense Matisyahu; de la campaña contra el Primavera Sound por invitar a artistas de tres bandas israelíes; del asedio al teatro Jovellanos de Gijón con motivo de la actuación de la compañía de danza israelí Sheketak; del boicot a las actuaciones en España del grupo musical Mayumaná por ser “un instrumento de la propaganda israelí, que se presenta como símbolo del cosmopolitismo y la diversidad de Israel”, o de la calificación a Joaquín Sabina como persona non grata “por su complicidad directa y repetida en la normalización del régimen de apartheid y ocupación israelí” por haberse atrevido a saltarse la prohibición establecida por el BSD de dar conciertos en Israel. Y así un largo etcétera. Y es que, según la visión totalitaria del BSD,
la cultura no es inocua, no aceptamos la imagen del Israel moderno.
La campaña se extiende también al ámbito empresarial y académico. Dentro de las actuaciones del BSD, esas a las que los espacios libres deberán prestar cooperación, está la Campaña Palestina para el Boicot Académico a Israel, que insta directamente al boicot de toda actividad académica israelí, ya sean conferencias, proyectos de divulgación, de intercambio, de investigación, etc. En cuanto a la campaña de boicot empresarial, valga como ejemplo que si en algún momento usted optase por contratar con una empresa que use máquinas de Caterpillar, según el BSD sería usted un malvado “colaboracionista de la represión de origen sionista”. Y no porque dicha compañía sea israelí, que no lo es, sino porque los bulldozers Caterpillar son utilizados, entre otros, por el Estado israelí.
Así que, cuando alguien le hable de la inocencia de declarar un determinado espacio “libre del apartheid Israelí”, piense: ¿de verdad quiere usted vivir en un régimen que le imponga coactivamente el tipo de cultura, conocimientos o empresas a los que pueda acceder para ser considerado un buen ciudadano? ¿Es eso lo que quiere?
En realidad, las declaraciones de “espacios libres de apartheid israelí” más bien parecen una versión moderna del Judenfrei, término empleado en la Alemania nazi para designar un área libre de presencia judía.
Desde el Club de los Viernes, hemos defendido siempre que no queremos una sociedad dirigida desde el poder, y mucho menos una sociedad instrumentalizada desde grupos de coacción antidemocráticos. Por eso hemos decidido iniciar una campaña en defensa de las libertades civiles conculcadas por las declaraciones de ELAI. Dicha campaña se iniciará con una recogida estatal de firmas por la derogación de dichos espacios y tendrá como acto fundamental la conferencia Israel: la democracia asediada, que se celebrará en Gijón, cuyo ayuntamiento ha sucumbido al BDS, el próximo día 23 y que será impartida por representantes de ACOM (Acción y Comunicación sobre Oriente Medio), organización que ha presentado más de cincuenta demandas en toda España contra instituciones que han limitado libertades constitucionales con estas declaraciones de espacios libres. La referida conferencia podrá seguirse en directo por Periscope.
elclubdelosviernes.org
Fuente: Libertad Digital – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico
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