Las comunidades judías de los Balcanes

Fotos de familias, niños y amigos. Fotos e historias de los sefardíes de las comunidades balcánicas son exhibidas en ‘Imágenes de un mundo perdido’, exposición que presenta el Museo Judío de Grecia en colaboración con la Embajada Española.

PATRICIA GALIANA

“Escapamos del gueto de Salónica durante la guerra y nos unimos a la lucha. El viaje desde Grecia hasta el norte de África requería cruzar líneas enemigas, pero de alguna forma lo logramos” relata la voz de un superviviente judío junto a una fotografía con sus dos hermanos en los años 20.

Este es uno de los relatos que forma parte de la exhibición temporal Imágenes de un mundo perdido presentada en el Museo Judío de Grecia y en colaboración con la Embajada Española durante los meses de junio y julio. Fotografías de familias, niños, amigos. Fotos e historias de los sefardíes de las comunidades balcánicas entrevistados por el Instituto Centropa.

El museo de más de treinta años de antigüedad representa en sus tres plantas de edificio, entre las que se reparte la exposición fotográfica, temas que alimentan de conocimiento sobre la historia de las comunidades judías en Grecia. Desde la Torá, pasando por objetos, culto , vestimenta y tradiciones judías hasta documentos históricos y la zona dedicada a la Shoá u Holocausto.

“Hemos hecho colaboraciones con la Embajada Española y con el Instituto Cervantes durante muchos años para presentar eventos comunes. La embajada nos propuso la apertura de esta exhibición y estuvimos de acuerdo porque el museo Judío de Grecia es su casa por naturaleza”, comenta Orietta Treveza, responsable de los programas educacionales del Museo.

Aún no había comenzado la Segunda Guerra Mundial cuando en Grecia vivían más de 78,000 judíos, siendo la ciudad de Tesalónica la que acogía a la comunidad más numerosa del grupo étnico (50,000) y la que más daño sufriría durante la guerra -97% en fallecidos -. Tras la invasión alemana, el país quedó dividido en tres zonas de ocupación: Alemania, Bulgaria e Italia.

Muchos de los judíos emigraron y participaron activamente en las comunidades judías de supervivientes . Desde el año 1989, los judíos búlgaros han contribuido a la construcción de escuelas y asilos de ancianos para judíos. En Bosnia, con una capital conocida por una de las ciudades donde arrivaron los primeros sefardíes expulsados de España, la integración de la cultura judía y la religión perduró hasta la contienda. Se había creado, en 1892, hasta una sociedad bautizada con el nombre de “Benevolencia”, un nexo importante para la comunidad judía, con carácter educativo y humanitario y que más tarde ayudaría a los judíos en la guerra yugoslava.

Sin embargo, la población judía en Bosnia no goza del mismo peso social que tenía antes de la Guerra. A día de hoy se calculan unos 400 judíos en todo el país. Lo mismo ocurrió en Serbia, donde vivían más de 20,000 judíos, antes de la guerra y tras ser ocupada por los nazis en 1941, las medidas antijudías comenzarían las deportaciones y destruirían sinagogas, edificios comunitarios, piezas de arte y bibliotecas borrando el legado cultural de la comunidad.

En Grecia uno de los centros religiosos de judíos con más representación histórica es la sinagoga de Patras -en el país existen dos tipos , la Romaniote y la sefardita-. El museo expone, en su colección permanente, parte del mobiliario reconstruido y expuesto. A finales del siglo XIX, un pequeño grupo de judíos-la mayoría de ellos procedentes de Cofrú, Zakynthos, Preveza y Arta- se reasentaron en la ciudad y en 1921 la comunidad ya estaba lista para construir su lugar de culto y rezo. Tras los arrestos masivos y las deportaciones de judíos en el país heleno en 1944, el nazismo cerraba la sinagoga. El genocidio en Grecia terminó con la vida de 65,000 judíos, que representa un extermino del 87 por ciento de la población. En la actualidad la población judía del país asciende a unas 5000 almas.

El museo también acoge una exhibición temporal de historias y fotografías titulada Niños escondidos durante la ocupación de Grecia. Bajo el marco del evento, Trevezza subraya que “la exposición representa los relatos de los niños que estaban escondidos en familias cristianas durante la guerra, cómo han sobrevivido a la guerra gracias a sus salvadores y ahora son abuelos,abuelas , padres y madres. Tiene un mensaje fuerte que representa la importancia de lo que ocurre a nuestro alrededor, mediante una responsabilidad individual y colectiva, sobre las historias de rescate durante el Holocausto que normalmente están a la sombra de las matanzas durante el nazismo. El museo trabaja continuamente para brindar estas historias al público y estas historias de los niños escondidos es una de las más importantes”.

Fuente:elmundo.es

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