SERKAN DEMİRTAŞ
El Primer Ministro Binali Yildirim ha estado bastante ocupado con cuestiones inmediatas de política exterior en los últimos días, las cuales han dado como resultaron negociaciones duraderas para normalizar su relación y dar inicio a un proceso de reconciliación con Rusia.
“Nuestra responsibilidad como gobernantes es convertir las situaciones extraordinarias en normales”, dijo Yıldırım a su grupo parlamentario el 28 de junio, agregando, “la crisis es la excepción, la normalización es esencial.”
El 27 de junio Yildirim anunció el acuerdo con Israel y luego se dirigió a los embajadores y jefes de misiones diplomáticas con sede en Ankara en una comida de fin del ayuno. Él explicó, además, las razones por las cuales Turquía buscó reducir la tensión con ambos países en una entrevista integral con el TRT.
Yıldırım fue más allá diciendo que Turquía podría también desarrollar relaciones con Egipto en los campos de economía, comercio y militar, aunque destacó que no tendrían lugar reuniones presidenciales en el futuro cercano. Los ministros de ambos lados podrían asumir la responsabilidad del proceso de normalización, dijo, recordando que el gobierno estaba determinado a aumentar la cantidad de países amigos en su región.
Ese es el motivo por el cual saludó particularmente al nuevo embajador de Irak ante Turquía, Dr. Hisham Al-Allawi, durante su discurso en la comida de fin del ayuno, asegurando que Ankara estaba a favor de los buenos vínculos con Bagdad, a pesar de las dificultades.
No hace falta subrayar que estos esfuerzos por cambiar la política exterior de Turquía son medidas tomadas en la dirección correcta y dignas de ser alentadas. Un fin a la “preciosa soledad” de Turquía es racional en distintas dimensiones, con las necesidades de seguridad e intereses económicos encabezando la lista.
Perder amigos en la región y más allá, poner en riesgo las fronteras de Turquía, deteriorar la imagen del país tanto en Europa como en el Medio Oriente y enfrentar importantes daños económicos fueron sólo algunos resultados del pobre entendimiento de la política exterior por parte de los gobiernos anteriores. Una política exterior alarmante estaba absolutamente necesitada de un cambio sustancial.
No es coincidencia que este cambio esté teniendo lugar inmediatamente después del despido del ex Primer Ministro Ahmet Davutoğlu, profesor universitario que se especializó en teorías de política exterior y que fue reemplazado por Yıldırım, un ingeniero.
No debemos pensar que la única responsabilidad de este fracaso de la política exterior estuvo en el ex jefe del gobierno. Lo que haya sido hecho en el dominio de la política exterior estuvo bien dentro del conocimiento y aprobación del Presidente Recep Tayyip Erdoğan. Fue incluso el mismo entonces Primer Ministro Erdoğan quien canceló los esfuerzos de Davutoğlu como su ministro del exterior por involucrarse en diálogo con las autoridades egipcias allá a fines del año 2013 y principios del año 2014.
Sin embargo, siempre es mucho mejor comenzar un nuevo proceso con un nuevo líder y no hay duda que Yıldırım es la mejor persona para transformar la política exterior de Turquía en una forma más pragmática.
Como una cuestión de hecho, esta naturaleza pragmática en política exterior se ajusta más a Erdoğan, quien no vaciló en enviar una carta al presidente ruso, Vladimir Putin, en un intento por expresar su pena por el derribo del avión de guerra ruso el año pasado.
Una inyección de pragmatismo en la implementación de la política exterior no alcanzaría si esta tendencia no fuera respaldada por medidas para reconstruir la confianza con los países antes mencionados y otros.
El camino a este punto necesita esfuerzos institucionales para evitar errores importantes como enviar una flotilla para romper el sitio a Gaza o derribar un avión de guerra ruso por una violación del espacio aéreo de 17 segundos. Para este fin, la mejor formulación de lo que llamamos “la nueva política exterior turca” sería un retorno a la diplomacia estructurada prevaleciente en la promoción de la paz, estabilidad y relaciones de vecindad con todos los países, tanto como colocar el sentido común y el realismo en el centro de ella.
Fuente: Hurriyet
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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