EVELYN GORDON
Una de las noticias más destacables que he leído últimamente es el informe de Haaretz sobre una conversación entre un israelí y “un muy conocido estadista egipcio…que detentó posiciones de alto rango en el pasado y todavía tiene gran influencia sobre los generales en Cairo.”
El israelí planteó la cuestión de los refugiados palestinos, y el egipcio explotó: “¿De qué refugiados está usted hablando?” regañó el egipcio a su interlocutor israelí. “La región está inundada con millones de nuevos refugiados que viven bajo condiciones imposibles y necesitan ayuda en forma desesperada. Estas personas escaparon de los terrores de la guerra en Siria, Irak y Yemen, pudriéndose en el desierto en el verano y congelándose en el invierno.”
Él continuó. “Las tiendas que obtienen de los estados vecinos y las agencias internacionales de ayuda son insuficientes. Han brotado ciudades de carpas gigantes por todas partes en Jordania, Líbano y Turquía…
Y hubo más. “Contra este contexto, la insistencia de los palestinos en describir a la tercera generación de los refugiados, los nietos de los que huyeron o fueron expulsados durante la guerra de 1948, es infundada. Muchos de estos refugiados viven en viviendas de piedra con infraestructura apropiada, continúan beneficiándose de limosnas por la Agencia de Ayuda y Obras de la ONU. Sus líderes los utilizan para perpetuar el problema palestino.”
Como observó secamente el periodista Amos Harel, “Tan cándidas palabras son pronunciadas muy raramente por los estadistas árabes.” Lo cual es una lástima, y no solo debido a que estos falsos refugiados palestinos desvían dinero y servicios desesperadamente necesarios de los refugiados reales–un punto que he marcado aquí antes. No menos importante es lo que revelaría sobre el proyecto de estado palestino una discusión franca de la cuestión de los refugiados.
Anteriormente el periodista Khaled Abu Toameh publicó un artículo sobre el malestar creciente, que ya ha llevado a la violencia, en los campamentos de refugiados palestinos en la Margen Occidental. “Una charla rápida con palestinos jóvenes, incluidos miembros de Fatah, en cualquier campamento de refugiados en la Margen Occidental revelará una sensación motora de traición”, escribió él. “Hablan de la AP como un organismo corrupto e incompetente que es manejado por ‘líderes mafiosos’… El sentimiento es que la dirigencia de la AP no ha hecho prácticamente nada por mejorar sus condiciones de vida y que el dinero real está yendo a ciudades grandes como Ramala, Nablus, Belén y Hebrón.”
Esta sensación de traición tampoco es injustificada. En los 22 años desde su establecimiento, la Autoridad Palestina ha recibido miles de millones de dólares de ayuda internacional cada año, haciéndola el receptor más grande de ayuda per cápita en el mundo, por un margen muy grande. Pero no ha utilizado nada de este dinero, ya sea para sacar a los refugiados de sus “campamentos” escuálidos–que no son de hecho campamentos, sino barrios marginales de ciudades cercanas—o para mejorar las condiciones en estos barrios.
Además, esto no es sólo, o siquiera principalmente, debido a que la AP es corrupta e incompetente, aunque indudablemente es ambas. Se debe a que la posición constante de la AP, durante esos 22 años, ha sido que el estado palestino futuro no tiene ninguna responsabilidad por los refugiados palestinos, quienes constituyen más del 40% de su población total. Ellos son meramente invitados no deseados en su patria putativa, cuya suerte final es ser expulsados de los lugares donde han vivido durante décadas y relocalizados en Israel—un plan conocido eufemísticamente como “el derecho al retorno.”
Nadie ha explicado esto más claramente que Abdullah Abdullah, el presidente del comité político del Consejo Legislativo Palestino y miembro del Consejo Revolucionario de Fatah, uno de los principales órganos gobernantes del partido gobernante Fatah. En el año 2011, mientras se desempeñaba como embajador de la OLP ante Líbano, discutió el tema de los refugiados en una entrevista con el diario libanés Daily Star: El embajador dice en forma inequívoca que los refugiados palestinos no se convertirían en ciudadanos del buscado estado palestino reconocido por la ONU…
Esto no sólo se aplicaría a los refugiados en países tales como Líbano, Egipto, Siria y Jordania o los otros 132 países donde Abdullah dice que residen palestinos. Abdullah dijo que “incluso los refugiados palestinos que están viviendo dentro del estado, todavía son refugiados. No serán considerados ciudadanos.”
Por otra parte, continuó Abdullah, Estados Unidos sería responsable por su educación, salud y bienestar.
En resumen, el estado palestino no sólo no reconocerá a los refugiados como ciudadanos, sino que tampoco les proporcionará los servicios básicos que los estados dan normalmente a sus ciudadanos–incluso cuando viven en su territorio y así lo han hecho durante generaciones. Tampoco permitirá que los refugiados palestinos en otros países se vuelvan ciudadanos de su patria adoptiva.
No pueden comprenderse dos décadas de conversaciones de paz fallidas sin entender este hecho simple: Mientras que la dirigencia palestina habla constantemente de los sufrimientos de los refugiados para aumentar la simpatía por su búsqueda de independencia, no tiene ninguna intención de hacer de hecho algo para ayudarlos. Y por lo tanto, no ve ninguna urgencia en adquirir en verdad un estado que le permitiría hacerlo; puede permitirse seguir diciendo no a toda oferta israelí.
De hecho, lejos de querer resuelto el problema de los refugiados, los líderes palestinos preferirían que continúe enconándose, a fin de mantener la atención internacional sobre “el problema palestino”, como dijo adecuadamente el estadista egipcio. Ese es el motivo por el cual siguen insistiendo en que la única solución aceptable es la que es completamente imposible: un ‘retorno’ masivo de refugiados a Israel, el cual erradicaría demográficamente al estado judío. Si en cambio ellos fueran a decir “sí” a una oferta de estado, no sólo los privaría de la capacidad de seguir explotando a los refugiados como carne de cañón en su guerra diplomática contra Israel, sino que les requeriría comenzar de hecho a cuidar de su pueblo–lo cual es lo último que ellos quieren.
Ese precisamente es el motivo por el que “palabras tan francas” sobre los refugiados palestinos son tan necesarias. Es hora de admitir, como lo hizo el estadista egipcio, que no son de hecho refugiados y no deben ser tratados como tales; esto liberaría el dinero y recursos humanos para ayudar a los refugiados verdaderos que los necesitan con tanta desesperación. Y también es hora de admitir que en tanto los líderes palestinos no muestren ningún interés en cuidar de sus llamados refugiados, es una señal segura que no tienen ningún interés en decir en verdad “sí” a un estado palestino.
Fuente: Commentary
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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