URI DROMI
Los israelíes deben elaborar una propuesta de paz sólida con la que puedan vivir antes de que sean rebasados por los acontecimientos; la nación debe actuar junto con sus aliados y lanzar una campaña diplomática para ganar apoyo internacional; el plan debe incluir una retirada de Israel a las fronteras que decide mantener ante cualquier conflicto.
Si preguntamos a palestinos e israelíes por qué se ha estancado el proceso de paz, probablemente darán la misma respuesta: desconfianza.
Los palestinos creen que los israelíes mienten cuando dicen que quieren una solución de dos estados, porque en realidad, siguen ampliando los asentamientos, lo que hace que esa solución sea cada vez más imposible. Los israelíes creen que los palestinos no quieren la paz, ya que su presidente, Mahmoud Abbas ha rechazado las repetidas invitaciones del primer ministro Netanyahu para retornar a la mesa de negociaciones.
Mahmoud Abbas incluso dio un paso adelante para convencer a los israelíes de que no hay un socio palestino confiable para la paz, cuando dijo al Parlamento Europeo la semana pasada que los rabinos han ordenado a los judíos envenenar el suministro de agua de los palestinos, que, según sus palabras es una “clara incitación al asesinato en masa contra la población palestina.”
Posteriormente, Abbas se retractó de su libelo de sangre, y su oficina emitió un comunicado diciendo que “no tiene intenciones de dañar al judaísmo o de ofender a los judíos del mundo.” Esto me recuerda una ocasión en la que Winston Churchill se encontró con el editor del London Times en los baños del Parlamento y él le dijo: “Señor primer ministro, ayer fuimos muy críticos con usted en nuestra editorial. Me disculpo.” A lo que Churchill respondió: “La próxima vez insúlteme en los baños y discúlpese en el diario.”
El daño ya está hecho. El primer ministro Netanyahu respondió más tarde: “Creo que de esto se puede deducir quién quiere promover la paz y un proceso de paz – y quién no.”
Pero en el lado palestino también existe desconfianza. La encuesta de opinión no. 59, realizada en marzo de 2016 por el Centro Palestino de Ramala para la Investigación Política, revela que el 42 por ciento de los palestinos consideran que una acción armada es el medio más eficaz para el establecimiento de un Estado palestino al lado del Estado de Israel, mientras que el 24 por ciento favorece la resistencia popular no violenta. Sólo el 29 por ciento de los interrogados aún creen que el diálogo es el medio más eficaz para alcanzar ese objetivo.
Asumamos que nuestro primer ministro está en lo correcto, que los israelíes quieren la paz, y los palestinos no. ¿Entonces? A medida que no se avanza hacia una solución de dos estados, Israel se está acercando lentamente a un estado bi-nacional, en el que perderá su carácter judío o su democracia. Netanyahu, quien ha tomado el timón en los últimos siete años, debe hacer algo para evitar una situación tan desastrosa. ¿Pero que?
El mayor general en la reserva de las FDI, Amos Yadlin tiene la respuesta. Yadlin, ex piloto de combate que participó en el ataque contra el reactor nuclear iraquí en 1981, ex jefe de la inteligencia militar israelí y presidente del Instituto Israelí de Estudios de Seguridad Nacional (INSS) – no un pacifista que pondría en peligro la seguridad de Israel – sugiere que ante el estancamiento, Israel no debe ser rehén del poder de veto palestino, sino tomar la iniciativa:
Aunado a sus aliados, Israel debe elaborar una propuesta de paz global; poner en marcha una campaña diplomática para obtener la máxima legitimación internacional; dejar fuerzas del ejército en el valle del Jordán para bloquear el contrabando de armas o la agresión desde el este; retirarse a las fronteras que Israel conservará en cualquier contingencia futura; compensar a los colonos israelíes que tendrían que abandonar sus hogares; y dejar algunas zonas de Cisjordania como posible ficha de cambio con los palestinos, siempre y cuando decidan retornar a la mesa de negociaciones.
Si bien renunciar a territorio siempre se interpreta como “hacer concesiones” a los árabes, este movimiento no vendría como resultado de una presión palestina, sino que sería un acto calculado de los israelíes para avanzar sus propios objetivos.
De hecho, en su visita a Washington el pasado noviembre, el primer ministro Netanyahu consideró la idea. “Unilateralismo. . . supongo que eso es posible también, pero tendría que cumplir con los criterios de seguridad de Israel y requeriría la más amplia comprensión internacional posible,” señaló en una reunión celebrada en el Centro para el Progreso Americano. Sin embargo, a su regreso a Israel, se retractó ante la vehemente oposición de los ultraderechistas en su gobierno.
Dado que esta región no tolera el vacío, la falta de iniciativa israelí seguirá generando planes alternativos como la Iniciativa de Paz Árabe de 2002, la reciente propuesta del presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sissi, y los movimientos de Francia y la Unión Europea entre otros. Israel rechazó todos ellos. En un momento dado, sin embargo, un presidente americano agotado – cualquier presidente – podría decidir que, ya que los israelíes no le dan nada con qué trabajar, tal vez EE.UU. debe dejar de vetar las iniciativas anti-israelíes en las Naciones Unidas.
Es hora de que los dirigentes israelíes despierten antes de que esto suceda.
Fuente: Miami Herald
Traducción: Esti Peled
Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico
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