ZAHIDA MEMBRADO
El aire huele a libro. A libro nuevo, por estrenar. Y a libro añejo. La plaza Enghelab de Teherán reúne el mayor mercado bibliográfico de Oriente Medio.
Una amalgama de editores, libreros, traficantes de tesis doctorales, universitarios y nostálgicos en busca de ejemplares prohibidos que sólo se encuentran en la rebotica. La mayoría de la oferta pertenece a librerías de hace más de 50 años regentadas por sagas familiares que iniciaron el negocio antes de la Revolución de 1979 y que con la llegada de la República Islámica se vieron forzadas a eliminar de las estanterías todo lo que olía a monarquía, a libertinaje y a profano. Hoy, el lugar acusa la severa crisis económica que sufre Irán tras años de sanciones internacionales y nefasta gestión de las finanzas. El sector afirma que las ventas han caído un tercio en comparación con la década de los 80, cuando el mercado florecía al albur del nuevo régimen. “Estamos frente a la Universidad de Teherán. Miles de estudiantes pasan cada día por esta plaza pero no compran. No tienen dinero”, cuenta Hamid, un librero callejero que regenta su puesto desde hace más de 20 años. “El Gobierno, además, no concede ayudas a los editores”, asegura, “con lo que el público no puede asumir el coste añadido en el puesto de venta”.
Frente al puesto de Hamid se encuentra una de las librerías más antiguas de Enghelab. Amplia, de techos altos, atestada de libros por los cuatro costados, el dueño señala a EL MUNDO que cada librero tiene sus propios clientes. “Cuando vienen aquí saben lo que quieren. No buscan nada que yo no pueda tener”. Se refiere a libros prohibidos, de contenido pornográfico, anti-islámico o crítico con el régimen. “De eso yo no tengo”, subraya contundente. Pero accede a contarnos de qué libros estamos hablando.
“Los libros prohibidos son aquellos que el Islam considera haram o ilegales. De ésos, hay de dos tipos: los que se publicaron antes de la Revolución, porque entonces eran legales, y el Gobierno ahora no permite su reedición, con lo que son libros viejos no reeditados de cariz político, antirreligioso… Y aquellos que si se reeditan a escondidas pero que tienen contenido pornográfico o erótico y no es posible encontrarlos en ninguna librería”. Esa clase de libros se venden por otros canales y, sobre todo, se encuentran en los almacenes de los libreros callejeros e incluso en los mismos puestos, a la vista del público, pero algo disimulados. Mehran tiene 25 años, es ingeniero mecánico y regenta un vasto puesto de libros en la calle Enghelab.
A la vista de todos tiene varios ejemplares de las memorias del Shah Mohammad Reza Pahlavi, con su gran retrato en la cubierta. Junto al Shah, la vida de excesos de su esposa, Farah Diba, se desgrana en otro volumen censurado. “De vez en cuando vienen los del Ministerio y me obligan a retirar los libros. Nunca me han detenido. Más que nada, molestan. Pero al día siguiente vuelvo a tener los mismos libros. Somos tantos los que tenemos volúmenes prohibidos que no pueden hacer demasiado para eliminarlos”, asegura.
Uno de los libros clandestinos que Mehran esconde bajo la tela es una obra de Abbas Milani, reputado autor iraní, profesor de Ciencia Política en Stanford (EEUU), considerado una eminencia fuera de Irán pero prohibido en su país. No solo por el régimen actual. El gobierno del Shah lo encarceló por difundir las teorías marxistas en sus clases. Hace 30 años que Mohammad trabaja en la calle. Antes de 1979 era empleado en la televisión pública, pero tras la Revolución fue expulsado. Luego vinieron a buscarle, pero él se negó a regresar. “He preferido dedicar mi vida a un trabajo que me permite sentirme orgulloso de mí mismo. Prefiero estar aquí, ganando lo suficiente para vivir, que obedeciendo órdenes de quienes me acusaron de traidor y de anti-religioso”, sentencia. “Sí. Yo también tengo libros ilegales. Si quieres uno en particular puedo ir a ver si lo tengo”, sostiene, mientras enseña 10 ejemplares prohibidos de Sadegh Hedayat, uno de los autores más célebres en Irán. “Ridiculiza la religión. Profesa el nihilismo. Su estilo es sarcástico. Ha sido traducido muchas veces del persa antiguo. Está totalmente prohibido”, ¿Y por qué lo tiene a la vista?.
“La gente lo pide y yo lo tengo”, responde. “También tengo libros de Nur Ali Elahi” -pensador iraní que investigó acerca de la dimensión metafísica del ser humano- , “muy reconocido en Francia y EE.UU. pero ilegal en Irán”. “Por estos libros me han arrestado varias veces. Pero me da igual”.
Fuente:cciu.org.uy
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