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domingo 22 de diciembre de 2024

Shay Gross, uno de los niños rehenes en Entebbe, recuerda 40 años después

ANA JEROZOLIMSKI

Pocos días antes de cumplir 6 años, Shay Gross se embarcó con sus padres Ruti y Baruj en un avión de Air France que los llevaría-pensaban-hasta París, de donde partirían hacia Estados Unidos. Era la primera vez que salían de Israel y se disponían a vivir esa aventura de la visita a un familiar en Los Ángeles, con gran emoción.

Todo cambió pocos minutos después del despegue de Atenas, la primera escala, rumbo a París, cuando quedó claro que terroristas habían tomado control del avión.

“Recuerdo que le pregunté a mi madre si dolía mucho morir”.

El texto que hoy publicamos, es el relato de lo que recuerda hoy aquel niño de Entebbe, uno de los menores del grupo. Shay tiene hoy 46 años, está casado con Yael y tienen cuatro hijos, Yatir (18), Noa (15), Amitai (11) y el menor, Yonatan, de 6, que recibió su nombre en recuerdo de Yoni Netanyahu, el comandante de la unidad de élite “Sayeret Matkal” que irrumpió a la terminal de Entebbe aquel 4 de julio y devolvió a los rehenes a casa.

Es también voluntario en la organización “Shalva” para gente con discapacidad, actividad que comparte con Guilad Shalit, otrora soldado secuestrado a Gaza, que estuvo cinco años en cautiverio en manos de Hamas. El vínculo entre ambos se dio a raíz de la participación de Shay en la campaña pública para la liberación de Guilad.

Este es su testimonio.

Shay, el 27 de junio de 1976, te disponías a emprender con tus padres tu primer viaje al exterior. Ni te imaginabas lo que vendría…

Por supuesto. Era la primera vez que viajábamos al exterior, nunca habíamos salido de Israel. La emoción era enorme. En aquel entonces no se viajaba tan comúnmente como hoy. Mis dos hermanos se quedaron en Israel. Recuerdo que llegamos al aeropuerto Ben Gurion, era un domingo. Mi mamá jugaba conmigo en el vuelo, hicimos escala en Atenas y de allí íbamos a París, antes de seguir a Estados Unidos. Pero muy poco después de despegar de Atenas, de repente oí gritos.Levanté la cabeza y vi muy cerca nuestro dos terroristas, un hombre y una mujer, con una pistola y una granada. Miré a mis padres, vi el miedo en sus ojos, pregunté qué estaba pasando y mi madre me dijo que cuando sepa, me dirá.

Difícil imaginar lo que sentirían tus padres y cómo un niño capta algo así, sin entender la lógica de que alguien puede querer hacerle mal.

Exactamente. Te diré que tuvimos que estar con los brazos detrás de la nuca. Poco después pasaron a los niños a otra sección, para que los mayores, los padres, no intentaran dominarlos a ellos, a los secuestradores. Pero mi madre me empujó hacia abajo del asiento y me tapó con su pollera. Estuve allí, creo yo, como dos horas, y recuerdo que me sentía seguro ahí abajo.

Comprendiste que no se podían mover…

Así es. Recuerdo el miedo. Y más adelante mi madre me dijo que recién en Entebbe comprendió el comportamiento de los niños durante la Shoá, cómo en una situación difícil, un niño puede madurar súbitamente y captar cómo debe actuar.

Y sin duda yo sentí el miedo, capté el odio. También a los 6 años se puede entender esas cosas. En determinado momento movieron a los pasajeros a otro lado, y yo me quedé ahí abajo del asiento. Más tarde mis padres volvieron a su lugar y cuando mi madre intentó sacarme de allí, yo no quería salir porque abajo, escondido, me sentía seguro. Recuerdo que en determinado momento le pregunté a mi madre si duele morirse.

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O sea que captabas que ahí podías terminar tu vida…algo no muy natural para un niño de 6 años.

Es cierto. Cuando uno ve el temor en sus padres, entiende que algo malo está pasando. Se sentía en el aire. El ambiente en el vuelo era muy difícil.

Recuerdo cuando aterrizamos en Entebbe. El piloto dijo que había terminado la parte mala de la historia. Pero para nosotros, eso recién comenzaba.

Una fila de soldados ugandeses nos esperaba y nos condujo a la terminal del aeropuerto.Y comenzó la otra parte de la pesadilla. El ambiente era muy duro, gritos, pánico..algo que uno puede ver sólo en películas y ahí era realidad.

Y empezó la “rutina” del cautiverio, una semana en la terminal del aeropuerto de Entebbe.

Así es. Nos trajeron colchones. Idi Amin , el dictador, presidente de Uganda, venía a hablar con nosotros cada varios días.

Recordemos, él ayudó a los terroristas aunque años antes había tenido buenas relaciones con Israel.

Exacto.Estuvimos una semana. “Festejé” mi cumpleaños el 2 de julio en Uganda., con caramelos que mi madre me dio. Recordaba que mi abuela había puesto en la cartera de mi madre una torta y yo le pedí un trozo, justamente el día de mi cumpleaños. Pero ella me dijo que mejor la guardamos por si llegamos a un momento en el que no nos dan nada de comer y realmente la necesitamos.Y luego me contó que hasta que estuvimos en el Hercules de la Fuerza Aérea , ya rescatados, no le volví a pedir la torta.

O sea que captaste bien lo que ella explicó.

Como comentamos antes, también un niño de esa edad puede captar, evidentemente, cuándo se halla en situación límite. Pasé los días jugando con mi madre y con los otros niños. Tratábamos de pasar el tiempo. En determinado momento nos permitieron a los niños jugar afuera y yo jugué al fútbol con una lata junto con Beni Davidson, que era mayor que yo. Como todos los niños, hice ruido, y vino el terrorista alemán y me dio una fuerte bofetada que me volteó. No lo olvidaré nunca, ni el odio en su mirada. Era un verdadero nazi. Pero todos irradiaban odio, los terroristas alemanes y los palestinos.

¿Algún momento te quedó grabado en especial?

Recuerdo que en determinado momento hicieron un agujero en la pared, trajeron una mesa y el terrorista alemán y otro comenzaron a leer nombres y hacer una “selektzia”.

Leían los apellidos israelíes y judíos, los separaban de los demás.

Eso lo entendí más tarde. En ese momento no entendía el significado, recién años después, de más grande, lo supe. Pero recuerdo que dijeron nuestro nombre y fuimos con mis padres. Y vi una mujer mayor que tenía grabado en el brazo el número del campo de concentración nazi. El terrorista alemán la empujó y la hizo volar. En efecto, estaban separando entre nosotros y los no judíos.

Recuerdo que el viernes mi madre miró el cielo para tratar de calcular cuándo comienza el shabat, y la vi llorar desconsoladamente. Le pregunté por qué llora y dijo que mis hermanos están en casa, preocupados. Era difícil estar allí, preocuparse por la familia en Israel, pensar que quizás no salimos vivos y también lidiar con las limitaciones diarias .No había suficiente agua ..todo era muy difícil. Los terroristas se portaban como animales. Le preguntaba a mi madre por qué gritan todo el tiempo.Se sentía su odio.

¿Alguien imaginaba que podrían llegar soldados israelíes a rescatarlos?

Nadie lo soñaba. Mi madre escribió un diario, titulado “por si no volvemos”. Entendíamos que había un ultimátum. Ellos colocaron explosivos en la terminal, sin duda temíamos no volver. ¿A quién se le podía ocurrir que las Fuerzas de Defensa de Israel llegarían hasta Entebbe, a 4 mil kilómetros de distancia, a salvarnos?

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Hasta que oyeron disparos…aunque ahí no captaron que era fuego entre los soldados israelíes y los ugandeses , y luego con los terroristas.

Así es. El el sábado de noche, creo que eran cerca de las 23.00. oímos disparos, mi padre me agarró del brazo y con mi madre corrimos a una pieza pequeña que había en un costado, donde el capitán del avión nos había dicho que tratemos de ocultarnos si ocurre algo. Mis padres pusieron varios colchones arriba mío para que no me pase nada, para que yo no reciba las primeras balas. Recuerdo que me costaba respirar . Mi padre abrió la puerta de esa pieza y se topó con un soldado nuestro que ya lo apuntaba, y tenía la luz azul sobre su frente. Entendió, gritó “Israel, Israel!” y eso nos salvó.

¿Cómo saliste de la terminal? El gran desafío era sacarlos con vida.

El soldado me llevó hacia afuera con mi padre, me taparon con una manta para que no vea todos los muertos y la sangre. Pero yo levanté la cabeza y llegué a verlo, algo que me influyó durante muchos años. Recuerdo que le mordí la mano al soldado , por el miedo que tenía.

Entendiste que los habían salvado.

Recién a bordo del Hercules entendí que estábamos de nuevo en buenas manos. Me llevaron en el primer avión , porque vieron que yo estaba en trauma. Recuerdo que estaba sentado en el piso del avión, que me dieron de tomar de una lata. Inmediatamente después del despegue recuerdo que vi alguien cubierto con una manta, sobre una camilla. No entendía. Pero era el comandante, Yoni Netanyahu.

Recuerdo la amplia sonrisa de uno de nuestros soldados que se me acercó y me dio caramelos. Y hoy lo entiendo: nuestros soldados son capaces de llegar a cualquier rincón del mundo para salvar a quien está en problemas.

Hablaste del trauma que se sentía enseguida. ¿En qué se manifestó?

Pasar, siendo un niño tan chico, en una semana, secuestro, granadas, gritos, el peligro en el aire, la pesadilla en Entebbe, golpes del terrorista alemán, todo lo que se vivió en Entebbe, era muy difícil. Durante años mis padres me llevaron a tratamientos porque me afectó el habla, muchas cosas. Tenía pavor de lugares oscuros, salía corriendo si oía alguien hablando en árabe. Pero recibí ayuda y me pude sobreponer.

¿Qué recuerdas del regreso?

Ya antes de Sharem al Sheikh, mi padre me dijo “mirá afuera” y vi dos aviones de combate israelíes, a los costados del avión, cuidándonos. Era un gran orgullo. Es que el temor era que Egipto, con quien no había paz todavía, o Arabia Saudita, descubran el avión en el radar y le disparen.

Uno de los pilotos , con quien estuvimos en contacto mucho tiempo y lamentablemente ya falleció , era una persona atea, no creía en nada. Él mismo nos dijo que cuando los aviones estaban en camino a Entebbe , el tiempo estaba horrible, el clima allí es trópical y había una fuerte tormenta, pero al acercarse a Entebbe todo se aclaró, el cielo se abrió. Y este piloto nos dijo “el Todopoderoso trabajó aquí horas extras, de lo contrario no hay forma de entender este cambio”.

Fuente:uypress.net

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