PABLO MUÑOZ
Datos de los servicios de inteligencia han servido para rechazar a algunos de ellos.
La crisis de los refugiados sirios, además de su esencial vertiente humanitaria, es probablemente uno de los mayores retos para la seguridad que tienen los países europeos, incluida España. Desde el primer momento, los servicios de inteligencia advirtieron de que para Daesh ese movimiento de población masivo y al principio incontrolado era «una herramienta inmejorable para conseguir introducir a terroristas en Europa». Además, añaden, supone un «paso adelante incuestionable en el proceso para lograr el objetivo final del extremismo islamista, el califato global», ya que en pocos meses han logrado que se incremente en territorio europeo -sin apenas controles de seguridad- la población de musulmanes susceptibles de ser radicalizados.
La decisión en septiembre de 2015 de Angela Merkel de abrir las puertas de Alemania a todos los refugiados tuvo un primer impacto muy positivo en una opinión pública sensibilizada por las terribles imágenes de miles de personas vagando sin rumbo por Europa para escapar de la guerra y del terror de ISIS. Sin embargo, esa decisión tuvo consecuencias nefastas para la seguridad no solo de su país, sino potencialmente para una Europa en la que han desaparecido las fronteras interiores.
Criticas al Gobierno
España, y no sin fuertes críticas a la supuesta falta de humanidad del Gobierno, decidió desde el primer momento tomar en consideración las advertencias de los servicios de inteligencia, de modo que no se acepta la llegada de ningún refugiado hasta que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y el Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CITCO) han certificado que los llamados a viajar hasta nuestro país no tienen relación con ISIS ni con otras organizaciones dedicadas al crimen organizado, como pueden ser las de tráfico de drogas, de armas o de personas. Esas comprobaciones han retrasado las llegadas de refugiados, pero han servido para que nuestro país haya rechazado ya la llegada de varios refugiados sospechosos o con insuficientes garantías desde el punto de vista de la seguridad.
Abdelhak el Khayam, jefe antiterrorista de Marruecos, insistía en una entrevista con ABC en que «ISIS ha visto una oportunidad en esta crisis de los refugiados para intentar introducir a terroristas en Europa. Antes ya lo habían hecho con el tráfico de armas y la inmigración ilegal». El experto advertía además de que las ONG que actúan sobre el terreno deben ser controladas para evitar que se conviertan en eventuales focos de radicalización en lugar de limitarse a la ayuda humanitaria. Para el coronel de la Guardia Civil Manuel Navarrete, director del recientemente creado Centro Europeo contra el Terrorismo, la situación actual se resume en que «el terrorismo yihadista lo coloniza todo, y por supuesto también la crisis de los refugiados».
El reto de la integración
Los expertos en la lucha contra el terrorismo consultados por ABC subrayan además que el reto para la seguridad que suponen los refugiados no se limita a gestionar correctamente su llegada a España, aunque no tengan lazos criminales, sino que el riesgo se prolonga en el tiempo. «Es esencial conseguir una integración real, que no pasa por la renuncia a su religión, sino porque asuman nuestros valores de libertad, igualdad y tolerancia como propios», señalan estas fuentes. «De no hacerlo -insisten- el riesgo de radicalización de las segundas generaciones crece de forma exponencial, ya que es en ellas donde aumentan con más intensidad los sentimientos de frustración y rabia contra la sociedad que los acoge».
Para ello, el Gobierno español ha diseñado un programa de integración en el que han participado las ONG que trabajan con los refugiados para que los que han ido llegando procedentes de Siria o Irak sean instalados en aquellos municipios o barrios concretos donde tienen más posibilidades de rehacer su vida: «Además de proporcionarles techo y cubrir sus necesidades básicas, se intenta que, si la persona que recibimos era agricultor, sea asentada en una zona agrícola; si era un profesional de la construcción, a una localidad donde ese sector sea fuerte… y, por supuesto, nos ocupamos de enseñarles el idioma y de escolarizar a los hijos, que cuentan además con apoyo exterior», explican las fuentes consultadas. «Eso sí -añaden estos medios-, saben que las ayudas no pueden mantenerse eternamente y que también ellos deben colaborar para que su proceso de integración culmine con éxito».
Integración
Los expertos en la lucha contra el terrorismo consideran clave para la seguridad que estos procesos de integración sean eficaces, porque cada vez que se produce un ataque terrorista protagonizado no ya por un refugiado, -como ha sucedido en Alemania o Francia-, sino por un inmigrante, el peligro de brotes xenófobos en las poblaciones autóctonas aumenta de forma exponencial. «Hasta ahora no se ha producido pero estamos muy atentos porque en cualquier momento puede saltar la chispa», señalan fuentes de los servicios de información consultados por ABC.
Fuente:abc.es
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