ANA JEROZOLIMSKI
El mundo se prepara para los Juegos Olímpicos en Río. También la delegación de Israel, la mayor en la historia de las olimpiadas.
Para los israelíes, estos son también momentos de recuerdo. En setiembre de 1972, terroristas palestinos de “Setiembre Negro” irrumpieron a la Villa Olímpica en Munich y asesinaron a 11 de los 15 miembros de la delegación israelí compuesta por deportistas y entrenadores. Cinco de los ocho terroristas murieron y los otros tres fueron puestos en libertad tras tan solo unos pocos meses de prisión en Alemania.
De los cuatro sobrevivientes de la matanza, la única que continuó con el deporte, fue la atleta Esther Roth Shajmurov, hoy de 64 años, cuya vida ha sido una combinación de momentos difíciles, pero también de numerosos reconocimientos por su empeño y dedicación.
Esther es la única atleta israelí en la historia que llegó a una final olímpica. Fue electa cinco veces como “Deportista del año” por sus logros en competencias internacionales, ya antes de clasificarse para la final en Munich, una final en la que nunca llegó a participar, debido al atentado. En las olimpiadas de Montreal en 1976, pocos años después de la matanza de Munich, llegó sexta en el mundo en 100 metros con obstáculos.
Recibió una distinción especial de J. Antonio Samaranch, de parte del Comité Olímpico Internacional, por su aporte y dedicación al deporte. Lo mismo, del Comité Olímpico israelí y de un sinfín de organizaciones. En Israel, recibió el máximo galardón del país, “Premio Israel”.
Sigue desempeñándose hasta ahora como profesora de Educación Física, lo cual, sostiene, había sido su sueño original.
Este es un resumen de la entrevista, una conversación con una verdadera campeona que sigue corriendo por la vida.
P: Esther, nuevamente están por comenzar las Olimpiadas, con las emociones que eso supone para todos los participantes , y yo me aventuro a suponer que para usted, desde 1972, los Juegos Olímpicos ya no son más solamente deportes, sino también un duro recuerdo.
Sin duda. Para Israel, el comienzo de los Juegos Olímpicos siempre va acompañado del recuerdo de nuestros deportistas asesinados en las Olimpíadas de Munich en 1972, en aquel atentado terrorista del que nunca nos olvidaremos. Y eso lo siento también yo en lo personal. Pero este año creo que habrá un cambio por el hecho que el acto recordatorio ya no será solamente algo organizado por la delegación israelí, como siempre pasaba, una ceremonia de la delegación y los familiares de las víctimas, por separado, sino un acto en el que participará el propio Comité Olímpico Internacional.
P: Eso es un gran cambio…increíble que recién ahora se lo hará, 44 años después del atentado.
Así es. No es todo lo que pedíamos y considerábamos justo porque, por ejemplo, no se hará un minuto de silencio. Pero sí ha habido un reconocimiento. No será en la apertura misma, no tengo los detalles, pero es algo distinto. Ha habido cierto cambio en la actitud…44 años después.
P: ¿Estoy en lo cierto si interpreto por su tono, que considera que es demasiado poco y demasiado tarde?
Y…sí.podría decirlo así. Es que hace tiempo entendí que no es la justicia lo que gana siempre. Lo que domina el mundo son los intereses. Se preguntan si les conviene hacer un acto así o no, qué dirá la otra parte, quién tiene más fuerza, qué bloque es más poderoso…Es un problema del mundo en general a mi modo de ver.
P: Y entonces ¿por qué sí hubo este cambio, aunque insuficiente, y el acto recordatorio no será solamente de los israelíes?
Creo que parte de la explicación radica quizás en el hecho que quien está al frente es un ex deportista, un atleta olímpico que participó también en las Olimpíadas de Munich durante las cuales fue el atentado. Quizás también tiene simpatía por el tema, no lo sé…son especulaciones mías.
P: Ya cerca del comienzo de este gran evento mundial, junto a la expectativa desde un punto de vista deportivo ¿siente también cierto temor?
Desde las Olimpíadas en Munich, se habla de deportes pero también de seguridad. Estimo que habrá tal despliegue de seguridad que se podrá estar más tranquilos… Se aprendió en parte la lección. Sin embargo, la verdad es que vimos cómo los franceses se encargaron del tema de la seguridad en el campeonato europeo de fútbol hace poco, pero un mes después, se logró perpetrar un atentado en Niza con tantos muertos…
Policías que se creyeron que en un camión tan enorme el hombre iba a descargar helados… y ni lo revisó…increíble.
Exacto. El problema es también que alcanza que haya un demente para provocar una tragedia. El mundo, en eso, no ha cambiado. Estimo que a nosotros nos cuidarán más, pero que habrá mucha seguridad en general. Y ojalá que no haya ningún loco que quiera atacar a nadie. Y no olvidaré jamás que en las Olimpiadas de Munich se cometió un crimen terrible. Asesinaron la idea olímpica en un momento en el que se intenta transmitir un mensaje de unidad mundial… y he aquí que un grupo, que en este caso era palestino, y hacen añicos ese sueño irrumpiendo con asesinatos a la villa olímpica… ¿Cómo se podía concebir algo así?
Y lo que uno espera después de algo tan terrible, es que no haya sólo condenas verbales sino que se actúe para arrancar de raíz el problema. Ahora, de adulta, comprendo que hay de por medio muchos intereses…
P: Usted habría esperado que el mundo todo participe en la lucha anti terrorista… que Israel no esté solo en ello…
R: Por supuesto. Pensaron que es sólo un problema de Israel. Alemania, recordemos, liberó a los tres terroristas que no murieron durante el atentado mismo, después de tenerlos presos solamente tres meses. Hubo un secuestro de avión de Lufthansa, los captores dijeron que su exigencia es que se excarcele a los tres que estaban presos y Alemania lo hizo como parte de la negociación para impedir que vuelen el avión. Pero hoy sabemos que fue todo montado para poder liberarlos sin quedar supuestamente tan mal. Alemania, de hecho, barrió todo debajo de la alfombra.
P: A cambio de una promesa de que no haya otro atentado en territorio alemán…
R: Así… Pero el problema no era sólo nuestro… y no todos lo entendían. Decían que iba a pasar, que el conflicto era sólo entre Israel y los árabes…Muchos años después… un 11 de setiembre, en el 2001, fue el ataque contra las torres gemelas en Nueva York. Y ahí se dieron cuenta de que hay algo mundial…que el tema no es sólo acá…El mundo recibió varias bofetadas antes de comenzar a entender.
P: ¿Cómo lo ve a nivel personal? Es que, recordemos, usted también podría haber muerto allí …de hallarse en el mismo pabellón que los hombres…Luego, casi dejó la carrera…¿Cómo se siente, entonces, Esther, la atleta que perdió a su entrenador en el atentado.con esta fecha?
R: Para mí eso fue un golpe muy duro, en todo sentido. Ante todo, me destrozaron mi ingenuidad, mi visión del mundo. Súbitamente sentí que las cosas no eran como yo las veía. Desde el punto de vista del deporte, me cortaron mi carrera en mi mejor momento. Yo estaba en la cima de mi potencial, con velocidades sin precedentes en mi carrera, con muchos sueños que traía conmigo. En Munich, en cada corrida yo mejoraba mis tiempos. Desde entonces hasta hoy, nadie rompió en Israel mis records olímpicos. Pero además, mi entrenador Amitzur Shapira, fue asesinado. Yo lo había conocido seis años antes y él me dijo desde un primer momento: “Yo te voy a entrenar, te voy a preparar a largo plazo, para la olimpiada”. Fue de su boca que oí la palabra “olimpiada”… y justamente en la olimpiada se quiebran los sueños.
P: El golpe fue por varios lados…
R: Por supuesto. Yo estaba destrozada .No quería ni ver las pistas. No podía ni acercarme a estadios en los que Amitzur me había entrenado… Mi gran suerte fue que con mi novio, Peter Roth, teníamos una relación muy cercana. Debido a lo sucedido en Munich, me casé antes de lo pensado. Era natural para nosotros… para liberar la presión emocional que teníamos, salíamos a correr juntos, a hacer “jogging”. No era para competir sino porque dedicarse al deporte ayuda mucho.
P: Y si no fuera por él, quizás habría dejado todo ¿verdad?
R: Así es. Pero le cuento que un día, unos dos meses después de Munich, me invitaron a participar en un evento deportivo en Sudáfrica. Yo dudé mucho pero al final fui. Todos los medios dejaron de lado a los campeones olímpicos y se concentraron en mí, querían saber todos los detalles de qué es lo que había pasado en Munich. Hasta ese momento, yo me había preguntado varias veces cómo puede ser que vienen a la villa olímpica, asesinan a nuestra gente, y en el mundo nada cambia. Me preguntaba por qué puede pasar eso, si es porque no tenemos poder, porque somos judíos, porque no tenemos petróleo…Me preguntaba cuál habría sido la reacción si esa tragedia le hubiera pasado a otro país, a un país grande… Esa pregunta, la verdad, me daba vueltas todo el tiempo por la cabeza. Y he aquí que llegué a Sudáfrica y todo el mundo me preguntaba, todos se interesaban, sentía empatía de parte de los demás…
P: Y eso le hizo bien…
R: La verdad que sí porque sentí que contaba sobre mis compañeros, relataba sobre su historia, sobre lo que había pasado y que eso significaba que no estaban olvidados, que no era que los asesinaron y nada importaba para el mundo…
P: Esther, usted se había clasificado para la final de 100 metros… ¿verdad?
R: Así es. Yo empecé por los 100 metros y seis días después iba a ser los 100 metros con obstáculos… Yo no tenía experiencia de competencias en eso…Mi entrenador me dijo que vaya a los 100 metros así sentía algo del ambiente olímpico, para que eso me ayude luego en los 100 metros con obstáculos, que era lo mío. Casi por casualidad, diría, fui a los 100 metros. Pero también por casualidad casi llego a la final. La diferencia con la segunda era de cuatro décimas de segundo…Fue toda una sorpresa… Para Israel en general fue una gran alegría. Yo sentí que Israel quería más que nada que esté la bandera, ser como todos los pueblos, participar en las olimpiadas pero no se esperaba que alguien vuelva con medallas olímpicas. Pero ha aquí que yo iba subiendo y subiendo, subiendo.la alegría era enorme.la gente miraba por televisión que en ese momento era en blanco y negro…Y en medio de las grandes expectativas, fue el atentado.
P: Así que por eso, no llegó a participar en la final…
R: Así es. No corrí. Se interrumpió la olimpiada por un día, hubo un día de recuerdo…una ceremonia… Ante 80 mil espectadores en el estadio, nuestro jefe de delegación dijo que el terrorismo no amedrentará a Israel, que seguiríamos participando en olimpiadas… y yo lloraba. En ese estadio, tendría que haber corrido. Y no corrí.
P: ¿Fue una decisión suya en lo personal o de la delegación?
R: Fue una decisión del gobierno de Israel. .Cuando decidieron sacar a los israelíes de la villa olímpica, en dos helicópteros, los vinieron a buscar en ómnibus y estaban en camino, el médico de la delegación me dijo: “Mañana vas a correr. Todo va a estar bien”. Había negociaciones de por medio todavía. “Tomate una pastilla para dormir, así mañana podés correr”, me dijo el médico. Yo respondí preguntando cómo puedo hacer algo así que mi entrenador estaba allí arriba, en el helicóptero. Hubo doce horas de negociaciones muy duras. “Los terroristas amenazan que cada dos horas asesinarán a alguien, si no liberan más de 200 de ellos”, dije yo.” ¿Cómo, en esta situación, yo voy a correr mañana?”. El médico me insistió, me dio píldoras para dormir…y me dijo que vaya a descansar. Veíamos todo por televisión, las negociaciones…Pero esa noche todos fueron asesinados… y estaba claro que al día siguiente yo no corría.
P: Murieron por una granada que los terroristas detonaron en los helicópteros.
R: Así es. Francotiradores alemanes que esperaban en el aeropuerto comenzaron a disparar, los terroristas se enojaron, vieron que no cumplían lo que les habían prometido… y así hicieron estallar los helicópteros.
P: ¿Recuerda los últimos momentos compartidos con el resto de la delegación?
R: El día del atentado, en las olimpiadas, había sido un día de descanso. Sentíamos una gran alegría por los logros que yo había obtenido, que eran una gran cosa para el deporte en Israel, y había un ambiente excelente. Nos invitaron a la obra “El violinista en el tejado” que se presentaba en Alemania en ese momento, con el muy conocido actor Shmuel Rodensky. Él nos invitó. Fuimos todos, la delegación entera, con el uniforme de la delegación. Al terminar la obra pasamos detrás de las bambalinas, nos sacamos fotos, el ambiente era sumamente alegre. Volvimos a la villa olímpica a medianoche. Mi entrenador se despidió de mí diciéndome que nos encontraríamos a la mañana siguiente en el desayuno y me fui a dormir. A las 6 de la mañana me despertaron y me dejaron que terroristas habían entrado al lugar y que tenemos que irnos. La primera reacción fue decir que no puede ser, que debe haber un error, pero dos de nuestros compañeros ya habían sido asesinados.
P: ¿Dónde estaba usted?
R: En el pabellón de las mujeres. Es que en las olimpíadas, en general, hombres y mujeres tienen pabellones separados. En la parte de las mujeres éramos sólo dos, la nadadora Shlomit Nir y yo. Si los terroristas nos hubieran buscado a nosotros, no habrían podido encontrarnos. Estábamos a 200 metros de los hombres. No oímos nada de lo sucedido. La verdad es que tampoco la gente que estaba al lado oyó nada.
P: Estaban junto al pabellón de la delegación de Uruguay.
R: Tengo entendido que sí, pero no creo que hayan oído nada, porque todo sucedió dentro de las habitaciones.
P: Recordemos Esther cómo fue que se salvaron los otros dos…
R: Los terroristas entraron por tres lados.
P: El primero con el que se toparon fue Muni Weinberg, el entrenador de los luchadores
R: Así es… Le indicaron que los conduzca a las otras habitaciones de los israelíes.
P: Él logró esquivar una de las piezas, convenciendo a los terroristas que allí había gente de otro país…
R: Sí, pero tuvo que llegar a la tercera pieza…
P: Donde estaban los luchadores, pensando que ellos podrían tomar control de los terroristas fácilmente aunque el problema, claro, es que estaban armados…
R: Exactamente. De la segunda pieza, a la que no habían entrado, oyeron algo, en la otra alguien alcanzó a gritarles que huyan, y ellos saltaron por la ventana.
P: ¿Cuándo llega el momento en el que uno capta a nivel personal lo sucedido, que uno dice “yo también podría haber muerto”?
R: Yo pensé todo el tiempo que ojalá hubieran comenzado por nuestro edificio porque era muy grande y habrían tenido dificultades para encontrarnos. Pero luego ya nos enteramos, y ahora está clarísimo, que recibieron ayuda, alguien les dio las armas…
P: Alguien les dio llaves de la villa olímpica…
R: Y que los alemanes no prestaron la debida atención al tema de la seguridad, porque querían dejar una imagen limpia, de algo que no tiene nada que ver con guerra, como que todo estaba bien…
P: Le llamaron “la olimpíada feliz”.
R: Así es… claro está que no se entra así nomás con armas y granadas a un lugar así…
P: ¿Cómo influyó un evento traumático como la matanza de Munich, en su visión en cuanto a la vida en Israel, el futuro, los problemas con los que Israel tiene que lidiar por el conflicto?
R: Realmente confirmó los serios problemas con los que tenemos que lidiar. Si uno observa la vida diaria en diferentes partes del país, creo que la sensación es que tenemos un país hermoso, que hay aquí muchas cosas buenas, pero claro que este problema es serio y preocupa. Y me pregunto a menudo por qué los reflectores están siempre sobre nosotros. Ahora, con todo lo que está pasando a nuestro alrededor, con todo lo que se están matando unos a otros, todavía hay gobernantes que dirigen el dedo acusador hacia nosotros. Sinceramente, me cuesta entender a qué se debe. Y a veces me pregunto si no será por envidia, por ver lo que se logró hacer en Israel donde existía sólo desierto. Realmente, como ciudadana común y corriente, como todos, no entiendo por qué la situación debe ser así, lo que queremos es vivir en paz, como quiere todo el mundo.
P: De su propia experiencia después de Munich y haciendo extensivo eso a la vivencia de Israel en general, podemos decir que toda esta problemática es difícil pero que no logra desesperar a Israel ¿verdad?
R: No es que no nos desespera, sino que no tenemos alternativa. Actuamos como actuamos, porque no tenemos más remedio. Si levantamos los brazos o nos mostramos débiles, entonces no podremos vivir acá. Es un tema existencial.
Fuente:cciu.org.uy
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