RAPHAEL AHREN
Honore Gatera, él mismo un sobreviviente, reflexiona sobre el Holocausto y la promesa iraní de aniquilar a Israel, y está de acuerdo en que incitar lleva a matar
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Honore Gatera tenía 13 años cuando los asesinos llegaron a su pueblo en el campo de Ruanda. “Puedo recordar todo lo que me pasó”, dijo.
Un vecino que pertenece a la tribu de los hutus empeñada en aniquilar a la comunidad tutsi del país – a la que pertenece la familia de Gatera – lo escondió a él y su primo durante unas semanas, hasta mayo de 1994. “Pero cuando los asesinos intensificaron las búsquedas en las casas matando a todos, decidió enviarlos lejos. Dijo que, “en lugar de ver que los matan ante mis ojos, prefiero que salgan y se unan a los otros refugiados en instalaciones públicas”.
Pero Gatera y su primo no siguieron los consejos de su vecino. Regresaron a las ruinas de su hogar familiar, parte del cual seguía en pie, hasta que el Frente Patriótico de Ruanda vino a su rescate y los ayudó a llegar a una zona más segura, donde permanecieron hasta que acabaron las matanzas. Sólo su madre, dos tíos y una tía sobrevivieron al genocidio. “De una familia de más de 60 personas, 30 ya no estaban”, dijo, refiriéndose aparentemente a su familia extendida.
Hoy Gatera es director del Memorial Genocidio de Kigali, que acogió al primer ministro Benjamin Netanyahu en julio durante su histórica visita a la capital de Ruanda. La semana pasada, Gatera, de 35 años, y dos colegas llegaron a Israel por primera vez para un viaje de estudios de tres días organizado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel y Yad Vashem.
En declaraciones a The Times de Israel en su hotel de Jerusalem, Gatera, un soltero de modales y voz suaves, reflexionó sobre la naturaleza humana y las formas de prevenir futuras atrocidades, y sobre las similitudes y diferencias entre el Holocausto y la experiencia de Ruanda. También recordó su reciente encuentro con Netanyahu.
“Como israelí, sabe mucho de genocidios. También sabe sobre el genocidio en Ruanda”, dijo Gatera, que tiene un título en ciencias sociales de la Universidad Independiente de Kigali.
El 6 de julio, Gatera hizo de guía a Netanyahu, su esposa Sara, y el presidente de Ruanda, Paul Kagame, por las tres partes del museo: la sección principal sobre la masacre de los hutus de casi un millón de tutsis en 1994, y dos exposiciones más pequeñas, una dedicada solo a los niños víctimas del genocidio de Ruanda y una sobre otros genocidios de los tiempos modernos en todo el mundo.
“Fue un recorrido interesante. Tenía mucho que decirnos”. Gatera, que comenzó a trabajar como guía en el museo en 2004 y asumió el cargo de director seis años más tarde, dijo de Netanyahu. “Compartió mucho en la sección sobre el Holocausto. Cuando llegamos a la sección sobre Ruanda, por supuesto, tomamos la iniciativa – estábamos allí con el presidente de Ruanda. Pero fue una especie de conversación. Hablamos de varios temas. Fue educativo y abierto”.
La Sala de Niños fue la parte más difícil del tour de una hora, recordó Gatera. “Es difícil para todo el mundo, ver cómo los genocidas querían acabar con un grupo étnico, toda una generación, matando a todos, incluidos los niños de nueve y dos meses de edad”.
Escribiendo en el libro de visitas del monumento, Netanyahu llamó al genocidio de Ruanda “uno de los mayores crímenes de la historia” y señaló “similitudes inquietantes con el genocidio de nuestro pueblo”.
Gatera, que ha estado en Auschwitz y varios museos del Holocausto en Europa y Estados Unidos, dijo que todos los genocidios tienen similitudes y diferencias. Una singularidad del genocidio, añadió, radica en la forma en que se organiza la matanza masiva. “¿Han aparecido víctimas del Holocausto muertos con machete? ¿Ha habido alguna víctima del Holocausto infectado con el VIH por violación? Esa es la singularidad del genocidio en Ruanda”.
Y agregó: “Lo malo ha sido que no hemos aprendido. Y las comunidades que han pasado por genocidios o atrocidades son las que realmente saben, profundamente, lo que significa pasar por un genocidio y sobrevivir a él. El mundo exterior no parece realmente conectar con ello y ver lo que tienen que hacer para prevenirlo”.
Gatera llegó a Israel para aprender de la gente “que realmente entiende cómo se produce un genocidio y cómo se puede prevenir”, dijo. Su visita la semana pasada a Yad Vashem fue “única y educativa”, agregó Gatera, en la que no sólo aprendió sobre el Holocausto, sino también la profesionalidad con la que el genocidio se conmemora en Israel, agregó.
Aunque el memorial Kigali dedica un ala entera a genocidios de otros pueblos – la exposición, llamada “vidas desperdiciadas”, se ocupa de las atrocidades en masa en Namibia, Armenia, Camboya, los Balcanes y, por supuesto, el Holocausto – A Gatera no le preocupa que Yad Vashem se centre exclusivamente en el intento de aniquilación de los judíos por los nazis. “Es la comunidad en Israel la que debe decidir si habla de [otros genocidios] o si deciden que Yad Vashem esté dedicado solo al genocidio de los judíos”, dijo.
“¿Sabe cuántas peticiones recibo de la gente, [diciendo] que no hablamos de su caso? No podemos hablar de cada uno de los casos. Hemos hecho todo lo posible para hablar de otros casos. Y sí, que Israel hable de otros casos de atrocidades en masa y genocidio puede ser importante en esta nación para la gente que viene a visitar Jerusalem. Pero no tiene por qué estar en Yad Vashem. Puede estar en otro lugar”.
En su rueda de prensa en Kigali, Netanyahu no sólo comparó el genocidio de Ruanda con el Holocausto, también evocó ejemplos contemporáneos de lo que él considera precursores del futuro genocidio.
“Así que hoy, cuando vemos a los líderes en Gaza llamar al asesinato de todos los judíos en todo el mundo, todos tenemos el deber de hablar. Cuando oímos al Líder Supremo de Irán pidiendo la aniquilación de Israel, tenemos el deber de hablar”, dijo.
Gatera nuevamente se mostró plenamente de acuerdo con el primer ministro: las amenazas de los líderes iraníes claramente constituyen una “incitación al genocidio”, dijo. Aunque admite no entender completamente las raíces de la enemistad entre Israel e Irán, dijo que la ONU debe solicitar una explicación por parte de Teherán. “Borrar a alguien del mapa – significa erradicar a todas las personas de ese país. Y esos discursos entran en la mente de los jóvenes a medida que crecen y pueden llegar a cometer genocidio”.
A pesar de todo lo que ha aprendido de los genocidios, incluidas sus propias experiencias terribles, Gatera todavía cree que un futuro sin genocidio es posible. No hay nada innato en la naturaleza humana que obligue a la gente a matarse entre sí, aseveró. “Si no hay propaganda, si no hay una educación para el odio, el genocidio no tendría lugar”.
Citando su propia experiencia de crecer en Ruanda, dijo que podía ver cómo la gente se “forja genocida” a través de la incitación y la propaganda. “Nadie tiene en su sangre cometer actos de violencia en contra de su comunidad o de sus amigos. No, a la gente se la educa para ello. Se la forja para convertirla en arma”.
Educar y fomentar el pensamiento independiente son esenciales para prevenir atrocidades sistemáticas. Después de cometerse un genocidio, los autores se dan cuenta de que “cayeron en una trampa”, que los políticos los convirtieron en máquinas de matar sin sentido, Gatera postuló. Por tanto, la sociedad tiene que asegurarse de que los niños crezcan “con su propio pensamiento crítico”, exigió.
Después del genocidio de Ruanda, los hutus y los tutsis rápidamente se reconciliaron y en la actualidad viven en armonía en el mismo país. ¿Qué lecciones pueden aprender judíos y árabes de Ruanda?
“No tengo una respuesta ahora”, respondió Gatera. “Tengo una creencia en mi vida: hay una solución para cualquier problema. No puedo ver ahora la solución a este conflicto que dura tanto tiempo. Puede que no llegue a verlo, pero habrá una solución para ello”.
Fuente: The Times of Israel – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico
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