ABIGAIL KLEIN LEICHMAN
Seed Street (Calle de la semilla) enseña a los niños a cultivar hortalizas hidropónicas en contenedores reutilizados de transporte, y luego los venden
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Llueve mucho en Harlem, el barrio norte de Manhattan, sinónimo de cultura afroamericana de la ciudad de Nueva York. Sin embargo, en agricultura, Harlem es un desierto.
Una joven con raíces en Israel – un verdadero desierto con agricultura próspera – inició una granja hidropónica urbana en Harlem suministrando productos orgánicos cultivados localmente junto a una ración de capacitación para jóvenes.
Lo que es más, Seed Street de Leigh Ofer hace que los niños de Harlem planten huertos hidropónicos dentro de contenedores de transporte reutilizados. Este material tiene resonancia simbólica dado que los antepasados de Ofer fundaron la compañía naviera Ofer Brothers en 1950 en Israel, y su familia mantiene fuertes lazos con la industria del transporte marítimo internacional.
Una clase de justicia ambiental que tomó en la Universidad Brown abrió los ojos de Ofer.
“Vi que en EE.UU. hay tanta abundancia, pero la gente carece de una conexión con la tierra y sus almas”, dice. “Todo el estilo de vida es tan artificial y fabricado. Creo que todo comienza con lo que uno se pone en la boca”.
Ofer y su socia de negocios, criada en Manhattan DJ, modelo y gurú del estado físico Hannah Bronfman, impulsó Seed Street en julio del año pasado. Tan inusualmente comprometidas a los 26 años, se les unió otra visionaria social de la misma edad, Anisha Atluri, logrando fundar una granja experimental en la Sociedad de Ayuda a los Niños en Harlem.
“Decidimos utilizarla para probar cómo ayudar a las comunidades en crisis”, dice Ofer.
Juntas idearon Crecer, Mover y Crear, un programa STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas, por sus siglas en inglés) de tres tardes a la semana que introdujo a un grupo de niñas de 8 a 10 años en el cultivo hidropónico, yoga y meditación y expresión creativa.
“Hay que trabajar con lo que la gente tiene”, dice Ofer de la población en la que se enfocó por su nivel económico y social. “Cuando la gente lucha por la supervivencia, no se puede lanzar orgánicos en la cara o superponer ideales que no son suyos. Hemos creado una solución que puedan integrar en su vida cotidiana, que tiene sentido para ellos, y ofrece un santuario y un punto de conexión en su entorno existente”.
Impacto social
Nacida en Hong Kong y criada en Singapur, Suiza, Nueva York y Tel Aviv, Ofer terminó la escuela secundaria y el servicio militar en Israel antes de ir a Brown.
El concepto de aprovechamiento de los espacios urbanos subutilizados para la agricultura y la reutilización de un producto le pareció “una manera muy regenerativa de incorporar la educación de mi familia y traerla a una nueva era de la interconexión”.
Ofer acredita a Atluri con poner la gran idea en práctica. Asociada a una firma de capital privado durante el día y granjera urbana por la noche, Atluri conoció a Ofer después de ocho meses de desarrollar inversiones de tecnología agrícola en Haití.
“Mi pasión es aplicar lo mejor del mundo de las finanzas para hacer un impacto social a través de proyectos orientados por capital de riesgo”, dice. “Hay una necesidad de hacer agricultura en entornos urbanos económicamente relevantes, viables y frescos para la juventud urbana”.
Los productos Seed Street podrían ser vendidos por agricultores jóvenes en los mercados de agricultores locales, restaurantes, tiendas, distribuidores y cajas CSA (agricultura apoyada por la comunidad).
Las lecciones aprendidas del proyecto piloto de 12 semanas, que terminó en mayo, se aplicarán en la ampliación, dice Atluri.
“Una vez que estos niños entran a la escuela secundaria y más allá, se convierten en mayor riesgo y realmente desean ese sentido de emancipación. Así que nuestra siguiente fase es ampliar a una pequeña red de granjas en los alrededores y ofrecer medios de marketing y comercialización. Les enseñaremos las habilidades que necesitan para trabajar en un ambiente hidropónico de vanguardia y tomar posesión de ese espacio”.
El eslabón perdido
Las organizaciones de creación de comunidades de otras ciudades y países ya se están acercando a Seed Street para replicar el modelo. A Ofer le gustaría algún día adaptarlo a Israel.
“Israel fue forzada por la necesidad a innovar en la agricultura y generar sus propias fuentes de alimentos, y se convirtió en líder en innovación agrícola”, dice. “Como resultado, tiene un ecosistema y forma de ser cohesiva mucho más natural. La gente ya está comiendo directamente de la granja. Eso es muy bonito, pero hace que el cultivo hidropónico de un mercado sea más difícil de penetrar en la corriente principal”.
En los viajes a Israel, ha explorado proyectos tales como el jardín hidropónico público de la Ciudad en el techo del centro comercial Dizengoff Center de Tel Aviv.
Las verduras hidropónicas requieren alrededor de 90 por ciento menos de agua, ocupan alrededor de una quinta parte del espacio, y tienen mayor contenido de vitamina que los plantados en el suelo.
Pero para Ofer, se gana algo más visceral con la agricultura urbana.
“Veo cómo nuestras vidas están diseñadas en la era postindustrial de la información y es algo con lo que batallo cada día”, confía. “Estamos unidos y sin embargo, tan solos. ¿Puede la agricultura ser el eslabón perdido?”
Fuente: Israel21c – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico
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