GERALD POSNER
El viernes (29 de julio), Francisco se convirtió en el tercer papa en visitar Auschwitz. Juan Pablo II fue el primer papa polaco en los 2000 años de historia de la Iglesia. Auschwitz está a menos de una hora del lugar donde nació, y su visita de 1979 fue conmovedora. Igual de emotiva fue la visita en 2006 del papa Benedicto XVI, quien nació en Alemania y a los 14 años fue miembro de las Juventudes Hitlerianas.
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Esta visita vuelve a abrir el debate sobre los archivos secretos de la guerra que guarda la Iglesia. El Vaticano es el único país de Europa que se ha negado a dar acceso a todos sus archivos de la Segunda Guerra Mundial a historiadores e investigadores independientes. Este tema no se reduce a un debate académico sobre las normas adecuadas para divulgar públicamente documentos de importancia histórica.
Se cree que los archivos de la Iglesia contienen información importante sobre el Holocausto en Europa oriental durante la ocupación nazi. El Vaticano tenía ojos y oídos en los campos de concentración: decenas de miles de sacerdotes de las parroquias enviaban cartas e informes a sus obispos, quienes a su vez los hacían llegar al secretario de Estado en la ciudad del Vaticano. Uno de los obispos a cargo de revisar esos miles de informes era Giovanni Battista Montini, quien más tarde se convirtió en el papa Pablo VI.
El interés de los historiadores en los documentos de la era del Holocausto que guarda el Vaticano es evidente. Los relatos de los sacerdotes pueden ayudar a responder preguntas sobre qué sabía el Vaticano de la maquinaria asesina nazi. Es probable que los archivos revelen si durante la guerra el papa Pío XII podría haber tomado más medidas para intentar detener el Holocausto.
En los archivos secretos también están enterrados los primeros registros del Banco del Vaticano creado durante la Segunda Guerra Mundial, el cual se ha visto envuelto en varios escándalos. Esos documentos podrían esclarecer de una vez por todas cuántos negocios hizo el Vaticano con el Tercer Reich, y también podrían revelar qué tipo de inversiones realizaron las aseguradoras para generar enormes ganancias gracias a las pólizas de seguro de vida de los judíos enviados a Auschwitz, que descubrí en mi propia investigación.
Por último, es posible que los archivos secretos de la Iglesia permitan determinar si algunas redes de contrabando de refugiados en la posguerra —que organizaban desde Roma un obispo austriaco, un sacerdote alemán y un sacerdote croata, y a través de las cuales escaparon criminales nazis— fueron operaciones individuales o parte de un programa que contaba con la bendición del papa.
Desde la década de 1960, la Iglesia ha dado a conocer algunos archivos de la guerra, aunque se ha negado a dar acceso libre a los historiadores. En la década de 1990, el gobierno de Bill Clinton ordenó a algunas agencias federales divulgar archivos importantes sobre el Holocausto, y encabezó esfuerzos para persuadir a muchos países a hacer lo mismo. El Vaticano permaneció al margen.
La elección del papa Francisco en 2013 significó una promesa de cambio en la política de la Iglesia de mantener sus secretos. Cuando todavía era arzobispo de Buenos Aires, le preguntaron sobre los archivos de la era del Holocausto. Respondió que el Vaticano “debería abrirlos y aclarar todo”. Muchos expertos creyeron que aprovecharía una visita a Israel en 2014 para abrir los archivos, pero Francisco no hizo ninguna declaración pública sobre los documentos en esa visita.
La última ocasión en que Francisco habló del tema fue en una entrevista en noviembre de 2014 con el periódico israelí Yediot Ahronot. El papa preguntó: “¿Pío XII no dijo nada ante la exterminación de los judíos? ¿Dijo todo lo que debería haber dicho? Tendremos que abrir los archivos para saber qué sucedió con exactitud”. Según Francisco: “Un acuerdo entre el Vaticano e Italia de 1929 nos impide divulgar los archivos en este momento. Pero debido a que ha pasado tiempo desde la Segunda Guerra Mundial, no creo que haya problema para abrir los archivos en cuanto resolvamos ciertas cuestiones legales y burocráticas”.
El acuerdo de 1929 que mencionó Francisco son los Pactos de Letrán entre el Vaticano y la Italia fascista de Benito Mussolini, que otorgaron a la Iglesia soberanía absoluta sobre la ciudad del Vaticano. Estos pactos declararon que el papa no solo tenía la misma autoridad que un monarca secular, sino que también estaba investido de derechos divinos. Más que evitar que la Iglesia divulgue sus archivos, como indicó Francisco, estos pactos otorgan al Vaticano facultades inviolables para establecer sus propias políticas sin intervención alguna de Italia. Lo único que se requiere para abrir los archivos, que han permanecido sellados por tanto tiempo, es un decreto papal.
Grupos activistas a favor de los judíos, organizaciones de derechos humanos y sobrevivientes de los campos de concentración esperan que el compromiso de Francisco sea más fuerte que el deseo de los tradicionalistas del Vaticano de mantener los documentos enterrados.
El papa Francisco puede hacer mucho más que posar para las fotos y condenar de manera genérica la profundidad de la depravación humana. Si da acceso a los archivos de la era del Holocausto que tiene el Vaticano, ofrecerá un tributo único y perdurable a los muertos.
Fuente: New York Times – © EnlaceJudíoMéxico
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