Lo que les sucede a las mujeres yazidies raptadas por ISIS

JANA BERIS

Este es el impactante testimonio de Lisa Miara, nacida en Gran Bretaña y radicada en Israel desde hace 40 años, quien a raíz del casi asesinato de su hijo Yonatan en un linchamiento por parte de palestinos en 1998, comenzó a investigar el tema de post-trauma y cómo lidiar con sus manifestaciones, llegando finalmente a un encuentro directo con otras víctimas de situaciones extremas, el pueblo yazidí en el norte de Irak, acosado y perseguido por el Estado Islámico.

Yonatan,hoy de 36 años, uno de sus tres hijos, que fue atacado cuando estaba haciendo su servicio militar obligatorio, quedó destrozado emocionalmente y seriamente lastimado físicamente. Más tarde, en el 2002, resultó herido en el atentado terrorista suicida en el café Moment de Jerusalem donde trabajaba, y Lisa, a raíz de ello, perdió la memoria. Recordaba solamente los nombres de sus hijos.

A esa dura experiencia, se sumaron los funerales de conocidos y amigos que vivían en el centro de Jerusalem y murieron en otros atentados, lo que para Lisa fue una dura vivencia personal. A raíz de todo ello, fundó la asociación sin fines de lucro “Springs of Hope” para ayudar a víctimas del terrorismo. Se zambulló en la investigación del terrorismo, del Islam radical y la ideología islámica, así como de la financiación del terrorismo, para entender de dónde viene el deseo de matar.

Eso la acercó a diferentes marcos relacionados al tema de conflictos y violencia, por lo cual finalmente, hace un año y medio, llegó a Halabcha, la localidad del norte de Irak que en 1998 Saddam Hussein, aún en el poder, había atacado con armas químicas masacrando a la población kurda local. Allí comenzó un nuevo capítulo en su vida, que es el que contamos hoy aquí, ineludiblemente resumiendo todo el resto.

Agradecemos a nuestro apreciado colega Henrique Cymerman el contacto con Lisa, a quien no conocíamos. Fue en una entrevista que él realizó a Lisa en Kurdistán, transmitida por el Canal 2 de la televisión israelí, que nos enteramos de su existencia y su actividad.

Y nos pareció que es una historia que vale la pena contar.
A continuación, un resumen de la misma.

La entrevista fue publicada hace unos días en “Semanario Hebreo”.

Lisa, comenzaste hace muchos años estudiando el tema del terrorismo, para lidiar con lo que le había ocurrido a tu hijo, y finalmente llegaste a Irak, otra dimensión. ¿Para qué?
Fue mi primer viaje a Irak, con un equipo norteamericano de abogados, que estudia el tema de la documentación que permita presentar demandas internacionales a compañías europeas que abastecieron el gas nervioso sarín y mostaza a Saddam. Sabían que se ocupaban del tema del terrorismo internacional. Y allí pasó algo.

Ya en Halabcha, entré justo en el día de Iom HaShoa, al memorial recordatorio de esas víctimas. Y sentí que en mi interior, me desplomaba. Fue muy difícil ver el exterminio de una ciudad de 5 mil personas. Algunos sobrevivientes me contaron sus terribles historias, y cuántos seres queridos habían perdido. Fue un genocidio. El mundo no hizo nada. Hasta ahora viven a la sombra de la muerte. Mueren con todos tipos de cáncer, niños que nacen con todo tipo de problemas…mujeres que no pueden dar a luz.

Y de allí… llegaste finalmente al tema de los yazidíes, una comunidad desprotegida y sufrida, que vive entre otros lados, más que nada en el norte de Irak.

Así es. Estuve un mes en la computadora, casi sin moverme, estudiando el tema de genocidio, limpieza étnica, los 74 casos de limpieza étnica que pasaron los yazidíes. Llegué al genocidio actual del 6 agosto 2014 de los yazidíes en Sinjar. Entablé contacto con gente de allí que hoy son miembros de la asociación que yo ya había creado años atrás. Al volver a Israel empecé a hablar y contar y, el dinero empezó a fluir sin que yo me hubiera propuesto recaudar fondos. Y con ese dinero, empecé a financiar operativos en los que se podía rescatar a mujeres y niños yazidíes capturados por el Estado Islámico.

En agosto del 2014 el Estado Islámico entró a los montes de Sinjar en Irak, separó a los hombres de las mujeres y luego entre mujeres y niñas. A la mayoría se las llevaron a Tel Afa y Mosul, a otras a Faluja. Más tarde, pasaron a Raqqa y Ramadia, entre otros sitios, en Siria. Algunas mujeres lograron huir solas y llegaron a Shariya, el campamento de refugiados yazidíes, manejado por el gobierno kurdo central. DAESH, o sea el Estado Islámico, estaba a unos pocos minutos de allí. Ahora están un poco más lejos, pero sigue siendo corta la distancia.

¿De cuánta gente estamos hablando?
No hay plena certeza, por cierto no de los muertos, varios miles. Sabemos que se llevaron unas 3500 mujeres y niños, entre 1700 y 1900 hombres, pero el problema es que de los hombres no se sabe si fueron degollados, si están en fosas colectivas, o si hoy son parte obligada de DAESH.

El tema es complejo, porque las mujeres son vendidas en el así llamado “mercado de esclavos”..
Así es. Pero, para sacarlas de allí hay que entrar a los portales y ver quién está a la venta, qué precio se pide y comprarlas. Tenemos prohibido, como asociación, hacer algo así porque eso es ayudar a una organización terrorista, es apoyar tráfico sexual. Es un gran dilema. Por ende, cuando ya las pasan a Raqqa, la capital del Estado Islámico en Siria, al norte del país, y llegan a ese “mercado de esclavas”, no puedo intervenir. Pero en la etapa anterior, en Tel Afa, en Irak, es otra situación, y allí sí hemos podido ayudar.

¿Cómo funciona?
Es un tanto complejo de explicar porque a veces un operativo determinado, puede esperar meses para poder concretarse. Nuestro rol ha sido el financiamiento de distintas etapas en las que hay que pagar a diversos actores que participan en todo esto para poder sacar a las mujeres, simulando primero interesarse en ellas como para comprarlas y luego, robándolas de las garras del Estado islámico. Cada eslabón en la cadena requiere su pago y ahí entramos nosotros.

Has salvado vidas…No cualquiera tiene la oportunidad de hacer algo así.
Te diré que a hace varios días me mandaron a mi celular fotos de jovencitas yazidíes, niñas de 12, 13 años, que son puestas a la venta. Mis contactos en la asociación, en Irak, me pasan la información. Y les dije que no me lo manden, que no puedo tener algo así en mi celular. Pero en el terreno, sí, se hace todo lo posible para salvarlas. No siempre se puede lamentablemente. He salvado algunas, no tantas, tampoco pocas.

BUSCANDO SALVACIÓN

Y cuando se salvan las primeras mujeres, allí empiezan a conocerse los testimonios del horror…
Así es. La crueldad, el mal, aumentan día a día. Algunas comenzaron a contar dónde habían estado, qué vieron, cómo lograron huir, quién está y dónde. Empezaron a investigar sobre sus familias, cómo están y cómo pueden recuperarlas. Las mismas ex presas comenzaron a averiguar, a buscar información, y el KRG, o sea el gobierno regional kurdo, empezó a organizar un marco de acción en cooperación con los yazidíes para recuperar a las mujeres y niños.

Ahí, finalmente, entraste tú en el cuadro yazidí.
Fui muchas veces a Irak, cada vez por un mes, dos semanas, desarrollé contactos, empecé a hablar en Israel sobre el tema y gente particular comenzó a donar dinero. Especialmente sobrevivientes de la Shoá. Conocí a un muchacho que vende regalos y me preguntó por qué compro tantas cosas iguales, del mismo objeto, le dije que las llevo a Irak, me preguntó qué hago allí, le expliqué, me pidió mi número de teléfono y luego me llamó, dijo que estuvo con su esposa sentado en la mesa de shabat, con sus suegros, que la suegra es sobreviviente de la Shoá y dijo que ella quiere financiar un rescate de una mujer yazidí. Y me pasa mucho.

Desde que pasan de Tel Afa en Irak a Raqqa en Siria, ya no puedes hacer mucho. Pero entiendo que ahí está la otra dimensión de tu apoyo.
Así es. El problema no termina cuando se las logra liberar o escapan. Vivieron cosas horribles y es necesario dinero para poder devolverlas a la sociedad. Además, vi cómo llegan en el terreno mismo, vi cuál es el lugar del reencuentro, en la mitad de la calle, aún bajo riesgo de disparo de DAESH. Y me opuse también porque vi que por ejemplo traían a una mujer con sus hijos, la familia la espera y de repente ella se da cuenta que falta el padre, la madre, otra gente..y es otro trauma. Dije a los líderes que quiero recibir a esa gente en nuestro centro, donde se puede hacer un encuentro familiar, podrán lavarse, quitarse la ropa de DAESH y estar acompañadas. Cuando hay operativos que financiar, en los que puedo dar el dinero para la salvación, lo seguimos haciendo, pero entrar al mercado de esclavos de Raqqa no puedo, legalmente lo tengo prohibido, como asociación.
LOS TESTIMONIOS

Y en medio de todo, están los testimonios del horror, que ineludiblemente, seguirán sorprendiéndote, a pesar de todo lo que ya te han contado.
Así es. Veo niños a los que les pegaron tanto, a los que quemaron, que están como en otro mundo. El mundo occidental tiene que tomar conciencia de todo lo que está pasando. Se habla todo el tiempo del mercado del sexo y las violaciones y es mucho más que eso de por sí terrible.

Tres días antes de que llegue yo, fue liberado un grupo de 20 mujeres a las que DAESH tuvo bajo tierra 20 meses , sin luz, sin agua, casi sin comida..Son terribles torturas. A una de estas mujeres ahora liberada, la “untaban” todos los días con el excremento de los hombres de Daesh. No la violaban, pero ¿Cómo podía salir esa mujer de allí? También hubo grupos de mujeres y niños deshidratados, que al final tienen como única opción tomar orina.

Qué horror Dios mío…no alcanzan las palabras….Mira, hace mucho, cuando tu hijo casi muere, comenzaste a investigar las raíces del terrorismo. Me atrevo a suponer que lo que aprendiste a raíz de los testimonios de las mujeres yazidíes, es otro nivel que no imaginabas.

Por supuesto, es otro nivel. Y como judíos, que pasamos la Shoá, sabemos que no podemos comparar los números, pero en lo que al nivel del mal y la crueldad, sí hay lo que comparar. Vimos niños que habían aprendido a degollar gatos y gallinas. Medio año más tarde lo hacían con sus amigos. Un año después de su liberación, aún son violentos. Les lavaron el cerebro. Aún rezan cinco veces por día. Son muy violentos, quemaron carpas en el campamento. Los indoctrinaron, también a los dos años de edad.

Conocí una mujer que tiene seis hijos, que se acercó a pedirme ayuda. Contó que cuando estaba en manos de DAESH sus captores un día mataron a los hijos de otra mujer yazidí, estrellándolos contra el piso, les arrancaron los ojos y se los dieron a sus hijos, los de esta mujer, para que jueguen. Tienen diez meses, dos años…y estuvieron expuestos a eso. Y como ellos lloraban que no quieren, los golpearon.

El mercado de esclavos en una pequeña parte de lo que está ocurriendo. No entiendo por qué la ONU, el Consejo de Derechos Humanos, quienes se preocupan por los derechos de los niños supuestamente, no hacen nada.

Bien lo dijiste, “supuestamente”….¿Es posible decir qué es lo peor de lo que has visto y oído?
No podría decir qué es lo peor, no tengo respuesta. Hay días en los que vuelvo y simplemente grito. Estuve con jóvenes yazidíes hermosas, que durante 20 meses, todos los días fueron violadas por decenas de hombres. Vuelven, destrozadas. Y ahí empieza otro problema…

LA REINSERCIÓN

Por lo conservador de la sociedad yazidí…
Exactamente. Las vemos sentadas en una punta de un colchón en la carpa de la familia. El padre y uno de los hermanos están en la otra punta. Les pedimos permiso para poder reinsertarlas en la sociedad, recuperarlas, a través de terapias especiales, creativas, que les pueden hacer bien. Y el padre dice que no, que no saldrán de la carpa y que lo que harán será cocinar.
Están perdidas.

Estuve con todos los líderes, les di información clínica sobre qué significa estar en trauma. Y expliqué que si los hombres de la comunidad, en cada familia, no son parte del tratamiento, que sepan que las mujeres morirán pronto, a corto plazo, de ataques al corazón, de otras enfermedades. Todos tienen que tratarse…y estamos hablando de medio millón de personas.

Y esto, aunque saben que fueron secuestradas contra su propia voluntad.

Baba Sheikh , el líder yazidí, emitió una fatwa, un edicto religioso, diciendo que esas mujeres fueron llevadas por la fuerza, que no tienen la culpa y que al ser liberadas, ellas y sus hijos deben ser llevados al “Lalesh”, el templo, para que vuelvan a ser yazidíes. Que no hay que atacarles, son ángeles, justos…
Pero como en otras sociedades, puede haber una diferencia entre la orden religiosa y la percepción cultural.

Justamente. Estuve la semana pasada con un joven casado, con dos niños, una persona fuera de serie, y me dijo “deben ir al ´lalesh´ para limpiarse de sus pecados”. Y yo no podía creer que él me diga algo así, con 22 años. ¿Qué dirán entonces los de 60, que tienen otra mentalidad?

Sé que muchas mujeres no contaron a sus esposos lo que les pasó, o contaron una pequeña parte. Tengo claro que cuando una mujer vuelve, su esposo se acuesta con ella pero no necesariamente se fija en su estado emocional. Y a veces, hasta el fisiológico, muy afectado cuando fueron vejadas y violadas repetidamente.
Sé de una jovencita de 19 años que fue violada durante casi diez años por diez hombres, todos los días…esas mujeres están destrozadas.

EL RIESGO PERSONAL…Y LA VIDA.

Lisa, al ir al norte de Irak, aunque no sea a la zona controlada directamente por el Estado Islámico sino por los kurdos, te estás arriesgando. Saben que eres judía, israelí..
Te diré que los yazidíes, que durante mucho tiempo vivieron junto a los judíos, nos quieren y hay gran respeto por Israel. En Irbil, no diría que soy judía e israelí. Pero en el campamento de refugiados Shariya, sí puedo serlo. En otros lados no, bajo ningún concepto. No hago locuras ni me arriesgo innecesariamente.

Bueno, eso es muy relativo….¿Piensas en tu familia, tus hijos, tus nietos, cuando estás allí?

Están frente a mis ojos todo el tiempo. Pienso y analizo cada cosa. Programo todo de antemano, pensando en qué derivaciones puede tener cada cosa. Allí estoy rodeada de gente del gobierno kurdo, que me avisa de todo, dónde debo tener cuidado, no hago nada sola.

¿Cuál es la actitud del gobierno de Israel, de las autoridades, ante tu trabajo?

La actitud oficial de Israel, es de cautela política y también empatía. No puedo dar detalles. Nosotros al final, logramos construir un Estado. Pero los yazidíes están en carpas y no sé si pueden tener un horizonte de esperanza.

¿Qué dice tu familia de lo que haces?
Hay momentos de preocupación y nervios, pero están orgullosos.

Hace unos días Asaf me dijo que del intento de asesinarlo a él, de algo malo, salió algo muy bueno. Nunca sentí miedo pero soy muy consciente de la situación.

¿Qué has aprendido de todo esto?
Mucho, sobre la resiliencia del espíritu humano, la fuerza para sobrevivir.

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