SHERYL SAPERIA
Aunque el Primer Ministro Justin Trudeau no es el único político en describir como ‘sin sentido’ la violencia terrorista, la frecuencia con la cual él se basa en ese adjetivo particular es asombrosa.
Consideren algunos ejemplos de sus declaraciones oficiales.
Noviembre 2015: “Canadá está con Francia en este tiempo oscuro y ofrece toda la ayuda posible. Continuaremos trabajando estrechamente con la comunidad internacional para ayudar a impedir estos actos terribles y sin sentido.”
Enero 2016: “Estamos profundamente entristecidos por estos actos de violencia sin sentido contra civiles inocentes [en Burkina Faso].”
Marzo 2016: “Los responsables por llevar a cabo estos ataques sin sentido [en Bruselas] deben ser llevados ante la Justicia.”
Julio 2016: “Actos sin sentido como este [en Niza] no son hechos aislados, y continuaremos trabajando con nuestros aliados y socios para combatir el terrorismo en todas sus formas.”
¿Qué significa que un ataque terrorista sea sin sentido? ¿La elección de palabras por parte del primer ministro nos ofrece alguna visión dentro de sus visiones más amplias sobre el terrorismo?
“Sin sentido” es definido generalmente como “sin significado o propósito discernible.” Tal vez Trudeau simplemente está pronunciando lo que percibe es un sentimiento inocuo y compartido ampliamente de que las muertes de inocentes son una pérdida trágica, que no hubo ninguna buena razón para que ellos fueran asesinados.
Pero la descripción de los actos terroristas como sin sentido es bastante inadecuada. Peor, ayuda a diseñar una narrativa pública que oscurece la capacidad de nuestra sociedad para comprender y abordar el fenómeno del terrorismo.
Llamar sin sentido al terrorismo es llamarlo imbécil, esencialmente despojar de responsabilidad, propósito y deliberación por parte de los perpetradores. A partir de allí, no es difícil hacer muchas presunciones erróneas.
Una es que los terroristas son individuos mentalmente enfermos llevando a cabo actos ilógicos. De hecho, los sinónimos para “sin sentido” incluyen “irracional” y “loco.” Aunque algunos terroristas pueden de hecho estar mentalmente enfermos, la gran mayoría no lo son, y raramente el grado de enfermedad es suficiente para que un juez los encuentre penalmente no responsables debido a un desorden mental.
Esta presunción pasa también por alto el hecho que las atrocidades terroristas no son tramadas en aislamiento. Son engendradas en un mar habitado por millones de personas que apoyan o simpatizan en alguna forma con los objetivos y métodos de la organización terrorista de su elección, y que no sufren de alucinaciones o psicosis.
Otra presunción errada es que la violencia terrorista es un subproducto inevitable y natural de alguna otra condición o causa de origen, tal como pobreza, desempleo, alienación o exclusión. Si bien estos pueden ser factores en casos individuales, percibir al terrorismo como sin sentido corre el riesgo de negar o reducir la responsabilidad moral o legal de los actores sosteniendo como culpables a las circunstancias externas.
Consultar el Código Penal puede ser útil aquí. En términos amplios, define la actividad terrorista como violencia cometida por propósitos políticos, religiosos o ideológicos con la intención de intimidar al público u obligar al gobierno o persona a hacer o abstenerse de hacer algún acto. Fluyendo desde este punto de vista está la noción que como actores políticos, los terroristas son racionales. Ellos son motivados por creencias o ideologías sostenidas profundamente, y creen que sus acciones ayudarán a lograr sus objetivos.
Aunque el terrorismo no asegura típicamente los objetivos estratégicos del grupo, a menudo es altamente eficaz en lograr éxitos tácticos. Estos incluyen debilitar y castigar a los adversarios del grupo; provocar reacciones gubernamentales extremas que pueden llevar al apoyo para los terroristas; ganar publicidad, llevando a menudo a mayor reclutamiento de voluntarios; recibir pagos de rescate; y asegurar la liberación de terroristas encarcelados.
El punto es que los terroristas creen que su rama de violencia tiene sentido. Ellos actúan según el pensamiento que no es menos resuelto, estratégico, significativo o racional que el de otros actores en otros conflictos.
Formular un plan para combatir al terrorismo, como ha prometido hacer el primer ministro, requiere de precisión y claridad de conceptos. Como un primer paso, él puede encontrar un reemplazo para el término “sin sentido” para describir el próximo acto terrorista que es seguro que llegará.
Fuente: The Canadian Jewish News
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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