A raíz de la publicación en Enlace Judío de la entrevista al Embajador de Armenia Ará Aivazián, y honrando el derecho de réplica, nuestra redacción recibió una atenta carta, que publicamos integra a continuación:
I. TRASFONDO HISTÓRICO DEL DESACUERDO
A pesar de siglos de convivencia entre turcos y armenios, los sucesos que tuvieron lugar durante la I Guerra Mundial causaron que estos dos pueblos se distanciasen. La I Guerra Mundial fue una calamidad de proporciones sin precedentes. Al menos 16 millones de personas perdieron la vida y a ello se añaden 20 millones de heridos. Los imperios otomano, austro-húngaro y ruso colapsaron, las fronteras sufrieron cambios drásticos y tuvieron lugar migraciones masivas.
En realidad, el declive del Imperio Otomano comenzó antes de la I Guerra Mundial. Los vientos occidentales del nacionalismo tuvieron como resultado una gran pérdida de territorio por parte del Imperio sobre todo en los Balcanes, y condujo al debilitamiento de la estructura estatal otomana. Cerca de 4,5 millones de súbditos musulmanes del Imperio Otomano perecieron entre 1864 y 1922. Por otra parte, cerca de 5 millones de súbditos otomanos fueron desplazados lejos de sus hogares ancestrales en los Balcanes y el Cáucaso durante el periodo de desintegración del Imperio, y se refugiaron en Estambul y Anatolia. Durante ese periodo, todos los pueblos que formaban parte del Imperio sufrieron. Es un hecho que los armenios atravesaron muchas situaciones dolorosas durante aquella turbulenta época y compartieron un destino común con el Imperio.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, el apoyo dado por algunas organizaciones armenias influyentes a las políticas de la Rusia zarista encaminadas a debilitar y dividir el Imperio Otomano fue considerado un gran problema de seguridad. Las acciones separatistas y las revueltas de estos grupos, y sus ataques armados en zonas con población otomana predominantemente musulmana, hicieron crecer la amenaza. Durante la I Guerra Mundial, los grupos armenios radicales no dudaron en unir sus fuerzas a las del ejército invasor ruso para crear una Armenia étnicamente homogénea.
“Mientras que el programa de la Federación Revolucionaria Armenia aspiraba a la libertad y la autonomía dentro del marco del imperio, el programa Hunchak buscaba la completa separación e independencia de la Armenia turca. En consecuencia, estos grupos utilizaron diferentes tácticas para alcanzar sus metas. Por ejemplo, para llamar rápidamente la atención de los europeos hacia la Cuestión Armenia, los Hunchaks celebraron protestas masivas. Sus actividades más notables fueron la protesta de Kum Kapu del 27 de julio de 1890; el incidente de las pancartas (yafta) en Anatolia en 1893; y la Rebelión de Sasún de agosto de 1894 contra las tribus kurdas nómadas y los recaudadores de impuestos del gobierno”.
(Bedross Der Matossian, Shattered Dreams of Revolution: From Liberty to Violence in the Late Ottoman Empire, 2014 p. 13.)
En respuesta, en 1915, el Gobierno Otomano decidió que la población armenia residente en la zona de guerra o en zonas estratégicas cercanas debería de ser reubicada a provincias otomanas del sur, lejos de las rutas de aprovisionamiento y las líneas de transporte del Ejército Ruso, que proseguía su avance. Algunos armenios que residían lejos del frente pero habían sido denunciados o se sospechaba que estaban colaborado con el enemigo también fueron incluidos en esta medida.
“……Conduce a error comparar las terribles pérdidas sufridas por los armenios del Imperio Otomano con el exterminio de los judíos de la Alemania Nazi… lo que les sucedió a los armenios es consecuencia de su rebelión armada contra los turcos, que dio comienzo mucho antes de la guerra y que creció con el tiempo”. Bernard Lewis, Notes on a Century:
Reflections of a Middle East Historian, 2012
Si bien el Gobierno Otomano había planificado la protección y la alimentación de los armenios desplazados, su sufrimiento no pudo ser evitado debido a las circunstancias del momento. Las condiciones de la guerra exacerbadas por los enfrentamientos internos, la existencia de grupos locales que buscaban tomar represalias, el bandidaje, las hambrunas y epidemias, y el estado general de caos de un Imperio en proceso de desintegración, todos ellos se combinaron y dieron lugar a una dolorosa tragedia mayor que cualquier contingencia previsible.
Los documentos de archivo revelan que había algunos oficiales otomanos que llevaron a cabo ataques contra convoyes armenios, contrariando las órdenes recibidas. Fueron considerados responsables de las pérdidas armenias y fueron juzgados en 1916, con sentencias que incluían la pena de muerte.
Junto con la disolución de facto del Imperio Otomano después de la I Guerra Mundial, los elementos que constituían el Imperio lucharon en la “Guerra de Independencia” y establecieron la República de Turquía. En esta lucha por la vida, este movimiento nacional que fundó la República de Turquía, tuvo que dar batalla tanto frente a los rebeldes armenios como contra las fuerzas de ocupación, sobre todo entre los años 1918 y 1920. En 1923, la victoriosa República de Turquía reclamaba, como sucesora del Imperio Otomano, su lugar en el mundo con el principio fundador de “Paz en el hogar, paz en el mundo”, y al mismo tiempo enterró el dolor por la pérdida de las vidas de millones de sus hijos y de muchísimos cientos de miles de kilómetros cuadrados de territorio, y se centró en un futuro basado en la paz, la tranquilidad y la amistad.
II. INTRODUCCIÓN DE LOS SUCESOS DE 1915 EN LA AGENDA MUNDIAL
Casi medio siglo después de los sucesos de 1915, un nuevo movimiento historiográfico surgió del dolor del pasado. Es significativo que este movimiento que pretende narrar dichos sucesos desde la perspectiva de los armenios y popularizarlos internacionalmente, tomó forma en un orden mundial bipolar. Durante la década de los 60, por iniciativa de la población armenia residente en la URSS, los sucesos de 1915 empezaron a ser introducidos en la agenda mundial. Esta campaña contra Turquía, que tomó partido por el bloque occidental durante la Guerra Fría y que desempeñó un papel vital para la seguridad de Occidente, ha constituido un importante reto y un terreno de lucha.
III. GRUPOS ARMENIOS RADICALES Y TERRORISMO
La campaña de difamación que dio comienzo dentro de la URSS se extendió pronto globalmente a otras comunidades armenias, alimentando el radicalismo y provocando acciones violentas contra Turquía y la identidad turca. Grupos terroristas armenios llevaron a cabo abyectos ataques terroristas, muy dolorosos de recordar para los turcos, con la intención de que el mundo entero prestara atención a sus reivindicaciones. Treinta y siete diplomáticos turcos y miembros de sus familias fueron cruelmente asesinados por terroristas armenios con la excusa de que se trataba de represalias por los sucesos de 1915.
IV. CONSTRUYENDO LA “NARRATIVA ARMENIA” RESPECTO A LOS SUCESOS DE 1915
Una vez que los grupos terroristas consiguieron su objetivo de propagar sus argumentos y de introducirlos en la agenda global a través del terrorismo, el radicalismo armenio siguió adelante en una nueva fase. El mundo ahora tenía una “Cuestión Armenia” que despertaba curiosidad y era desconocida. Ahora era el momento de construir una narrativa o un discurso basados solamente en la emotiva interpretación histórica armenia, para lo que se utilizaron incluso fotografías y documentos falsificados. Para sustentar esta narrativa, también se utilizaron metodologías muy cuestionables y memorias exageradas o de dudosa autenticidad.
El uso imprudente y extralegal de la palabra “negación”
La narrativa armenia define “a piori” los sucesos de 1915 como un “genocidio”, dejando a un lado el contexto histórico y los hechos concretos e ignorando completamente el aspecto legal.
La narrativa que gira en torno al genocidio, esta palabra “mágica”, dota de visibilidad a la tesis armenia y también inmunidad/incontestabilidad casi canonizando el caso.
Además, de esta forma, al crear un molesto sentimiento de victimización, se explotan las emociones humanas. Adoptar la narrativa armenia se impone como algo políticamente correcto, y cualquier acercamiento contrario a ello es etiquetado como “negación” y es suprimido a través de su criminalización. Sin embargo, en su naturaleza un argumento puede ser solamente cuestionado pero no “negado”; la palabra “negación” es utilizada de forma totalmente intencional para evitar los discursos de oposición y, consecuentemente, el debate.
La diáspora armenia, siguiendo esta táctica, y contando con la ayuda de ciudadanos influyentes que viven en países occidentales, ha publicado innumerables documentos centrados en el discurso armenio y han conseguido presentar los sucesos de 1915 a la audiencia global desde su perspectiva unilateral. Muchas de estas publicaciones son, de hecho, versiones diferentes de unas pocas fuentes principales muy cuestionables.
En este punto no debería olvidarse que la “tesis del genocidio” es una “supra-identidad” que integra a armenios de todo el mundo. Sin embargo, es una “formación de identidad negativa” que no tiene efectos positivos para los armenios y al mismo tiempo aísla a Armenia del resto del mundo.
“Muchos de los descendientes de las víctimas de los sucesos de 1915 y de los siguientes años – especialmente aquellos que pertenecen a la diáspora armenia – construyen su identidad en torno a la percepción de que su comunidad ha sido víctima de un genocidio”
Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, Caso Perinçek contra Suiza, Sentencia de la Gran Sala, 15/10/2015, parágrafo 156.
Para algunos terceros países la “tesis del genocidio”, dependiendo del estado de las relaciones políticas, puede ser y ha sido utilizado en algunas ocasiones como una herramienta de política exterior contra Turquía.
Es imposible negar el sufrimiento de los armenios otomanos.
Todas nuestras valoraciones aspiran a llamar la atención sobre la naturaleza infundada de la tesis del genocidio.
Nadie puede negar que los armenios sufrieron terriblemente y que muchos perdieron sus vidas. Las muertes de millones de musulmanes otomanos en la misma época, tan a menudo ignoradas por la historiografía occidental, no constituyen una razón para condonar o restar importancia a las muertes de armenios. “El fuego quema el lugar en el que cae”.
Sin embargo, insistir en que el término genocidio es el único que puede definir los sucesos de 1915, ignorando los hechos históricos, las condiciones de guerra y el derecho no solo es una forma inapropiada de honrar la memoria de las vidas perdidas, sino que también evita que los turcos y armenios se reúnan y reconcilien.
“… Los tres pilares de la argumentación armenia en favor de clasificar las muertes de la I Guerra Mundial como genocidio no consiguen sustanciar el cargo de que el régimen de los Jóvenes Turcos organizase las masacres intencionalmente…”
(Guenter Lewy, Revisiting the Armenian Genocide, Middle East Quarterly; Otoño 2005, pp. 3-12)
No hay consenso político, científico o legal para describir los eventos de 1915. El tema está sujeto a un legítimo debate.
“[En relación con las declaraciones de Doğu Perinçek que están en disputa] el Tribunal ya ha reconocido (…) que están relacionadas con una cuestión de interés público y que ha suscitado “debates acalorados, no sólo dentro de Turquía, sino también en el ámbito internacional”
Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, Caso Perinçek contra Suiza, Sentencia de la Gran Sala, 15/10/2015, parágrafo 231.
Aceptar la versión Armenia inequívocamente para mostrar solidaridad con este colectivo que ha sufrido en el pasado, implica ignorar los agravios afrontados por otras naciones y demoniza a los turcos injustamente.
Las decisiones de varios Parlamentos de reconocer el “genocidio” son meros reflejos de la voluntad política cotidiana, y no son legalmente vinculantes.
Las comunidades armenias que viven en países occidentales están representadas por asociaciones nacionalistas muy bien organizadas que se han centrado en construir una identidad armenia fijada en el objetivo de conseguir que los sucesos de 1915 sean reconocidos internacionalmente como un genocidio. En consecuencia, pudieron crear la percepción pública de que la narrativa armenia está ampliamente aceptada o incluso adoptada por consenso. Una serie de agresivas campañas de relaciones públicas condujo a que dicha percepción esté muy extendida. Sin embargo, no hay un “consenso político” sobre ésta.
El hecho de que aproximadamente 25 de los 200 legislativos nacionales hayan tomado, motivadas por la coyuntura internacional, decisiones en apoyo de la narrativa armenia, la mayor parte de ellas de naturaleza no vinculante, no tiene demasiada importancia. Es evidente que estas decisiones fueron, en parte, una cuestión de hechos consumados, que también hubo numerosos parlamentarios que votaron en contra de la narrativa armenia y que este asunto fue tratado sin comprender enteramente sus complicadas implicaciones históricas, sobre la base de convicciones, y en gran medida de prejuicios o justificaciones religiosas.
Por ejemplo, una moción para reconocer los sucesos de 1915 como un genocidio fue rechazada por 245 votos frente a 37 en 2008 en el Parlamento sueco. Después, tras dos años, en 2010 una moción de contenido similar fue aprobada con 151 votos frente a 150.
¿Con qué nuevas evidencias históricas se pudo contar para que el Parlamento de Suecia cambiara su posición? El caso de Suecia muestra abiertamente la variabilidad y la inconsistencia de estas decisiones.
“El auténtico juez es el pueblo y su conciencia. Y, en mi conciencia, no es posible que la conciencia de ninguna autoridad estatal coincida jamás con la conciencia de un pueblo. Mi único deseo es hablar libremente con mis amados amigos aquí en Turquía de nuestro pasado común, y hacerlo de la forma más completa posible, sin traer ningún rencor procedente del pasado…”
Hrant Dink, 1 de Noviembre 2004
Tampoco hay ningún consenso académico sobre los sucesos de 1915.
Junto a los académicos que defienden las reivindicaciones armenias hay muchos otros que no suscriben la tesis del genocidio. Al mismo tiempo que reconocen el sufrimiento de los armenios, argumentan, a partir de una explicación completa de lo ocurrido, que los sucesos de 1915 no pueden ser descritos como un genocidio.
“…ante cualquier suceso es incluso dudoso que sea posible que haya un “consenso general”, particularmente entre académicos y cuando se trata de sucesos como aquellos a los que se refiere el presente caso, dado que la investigación histórica está por definición sujeta a controversia y discusión, y no se presta realmente a alcanzar soluciones definitivas o a afirmar verdades objetivas y absolutas”.
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Caso Perinçek contra Suiza, Sentencia de la Sección Segunda, 17/12/2013, parágrafo 117
V. DIMENSIÓN LEGAL DE LOS SUCESOS DE 1915
Probablemente debería prestarse la mayor de las atenciones a la ignorancia relativa a la dimensión legal de este asunto. El término genocidio denota un crimen claramente definido por el derecho internacional. Fue por primera vez descrito en la Convención de Naciones Unidas para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948. Los sucesos ocurridos antes de la fecha de entrada en vigor de dicha Convención no están bajo su jurisdicción.
“El Tribunal considera que la convención no es retroactiva… El Tribunal concluye, por tanto, que las provisiones sustantivas de la Convención no imponen obligaciones a un Estado en relación a hechos que pudieran haber ocurrido antes de que dicho Estado quedara obligado por la Convención”
Corte Internacional de Justicia, Caso sobre la aplicación de la Convención para la Prevención del Delito de Genocidio, Croacia contra Serbia, 03/02/2015, parágrafos 99-100.
Además, para la calificación de cualquier caso como genocidio debe probarse de forma inequívoca y con evidencias directas la existencia de las condiciones específicas estipuladas en la Convención sobre Crímenes de Genocidio de 1948. Definir los sucesos de 1915 como un genocidio sobre la base de prejuicios y opiniones es simplemente obviar lo que establece el derecho. Esto no es entendible ni aceptable.
“… para que se pueda establecer que se trata de un crimen de genocidio, no es suficiente que los miembros de un grupo en particular se conviertan en objetivo porque pertenecen a dicho grupo, sino que los actos en cuestión deben al mismo tiempo ser perpetrados con la voluntad de destruir el grupo como tal, en todo o en parte (dolus specialis). El de genocidio es, por tanto, un concepto legal muy estrecho que, además, es difícil de probar. El Tribunalno está convencido de que el “consenso general” al que se refieren los tribunales suizos para justificar la condena del solicitante pueda apoyarse en estos puntos de derecho tan específicos”. Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
Caso Perinçek contra Suiza, Sentencia de la Sección Segunda, 17/12/2013, parágrafo 116
No hay ninguna sentencia proveniente de un tribunal competente para ello que valore los sucesos de 1915 como un genocidio.
Sólo un tribunal internacional con competencia para ello podría establecer que se trata de ungenocidio. Como calificar un suceso como un genocidio es una afirmación seria, quien haga dicha afirmación debe probar la existencia, de tal genocidio ante un tribunal competente y con pruebas concretas, especialmente en lo que se refiere a la existencia de una intención en ese sentido. Como sucede en el caso del Holocausto y de los genocidios en Ruanda y Srebrenica, sólo un tribunal internacional cualificado puede establecer la existencia de dicho crimen. A este respecto, definir los sucesos de 1915 como un genocidio es contrario a derecho.
Los sucesos de 1915 no pueden ser comparados tampoco con el Holocausto. Estos dos casos son distintos en términos tanto legales como históricos. También tienen repercusiones distintas en la actualidad.
“En conexión con esto, se puede establecer una clara distinción entre el presente caso y los casos concernientes a la negación de los crímenes relacionados con el Holocausto (…) su negación afectó a crímenes perpetrados por el régimen Nazi (…) y ha dado lugar a condenas con una clara base legal (…) ya que en dicho caso los hechos históricos cuestionados por los solicitantes han sido declarados como claramente establecidos por un tribunal internacional. (…) El Tribunal comparte la opinión del gobierno turco, según el cual la negación del Holocausto es hoy en día la principal fuerza motora del antisemitismo.
De hecho, juzga que es todavía un fenómeno corriente frente al cual la comunidad internacional debe mantenerse firme y vigilante. Uno no puede afirmar que el rechazo a describir los trágicos sucesos que ocurrieron en 1915 y los años siguientes como un genocidio pudiera tener las mismas repercusiones”.
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Caso Perinçek contra Suiza, Sentencia de laSección Segunda, 17/12/2013, parágrafos 117 y 119
VI. RECONSTRUCCION DE LOS LAZOS HISTÓRICOS DE AMISTAD Y COOPERACIÓN
Turcos y armenios deberían trabajar para reconstruir sus lazos históricos de amistad sin olvidar los períodos difíciles que forman parte de su pasado común. No puede considerarse normal que el presente y el futuro de dos pueblos vecinos y cercanos sean rehenes hasta tal punto de un suceso de hace un siglo. Hoy en día no mucha gente recuerda el hecho de que armenios y turcos mantuvieron relaciones sociales muy cercanas dondequiera que se encontraban hasta el asesinato de diplomáticos turcos por parte de organizaciones terroristas armenias y la subsiguiente distribución de propaganda sobre el genocidio.
Para restaurar tal afinidad es necesario que comience un proceso de diálogo, que se respeten las distintas visiones y que se hagan esfuerzos para infundir empatía. Es así como puede emerger un camino para reunir los discursos turco y armenio sobre la base de una “memoria”.
Creyendo que esto es posible, Turquía propuso el establecimiento de una comisión histórica conjunta compuesta por historiadores turcos y armenios junto con otros expertos internacionales con el objetivo de estudiar los sucesos de 1915 en los archivos de Turquía,
Armenia y terceros países. Los hallazgos de la comisión podrían dar lugar a una comprensión más completa y más justa de ese período trágico por parte de ambos lados y contribuir a la normalización de las relaciones entre turcos y armenios.
Por otro lado, hay una necesidad de establecer un discurso constructivo que esté en línea con el espíritu de esta época y que elimine prejuicios y derribe los prejuicios de la cultura del conflicto con una visión centrada en el futuro.
El mensaje de condolencias del Presidente Erdoğan fue emitido con esa convicción el día 23 de Abril de 2014 durante su mandato como Primer Ministro, y fue un hito importante. El mensaje se centraba en el respeto a las vidas perdidas en los sucesos de 1915, aconsejaba centrarse en el futuro al mismo tiempo que se estudian los hechos históricos sobre la base de una memoria justa, enfatizaba la importancia de mantenerse apartados de narrativas ofensivas y de acercarse a las distintas visiones con empatía. Mensajes similares hechos públicos por el Primer Ministro, Prof. Ahmet Davutoğlu, con ocasión de la conmemoración de Hrant Dink, el 20 de Enero de 2015, y de los armenios otomanos que perdieron la vida durante los años finales del Imperio, el 20 de Abril de 2015, prueban que Turquía ha interiorizado este discurso.
“Es nuestra esperanza y nuestra convicción que los pueblos de una geografía antigua y única, que comparten costumbres y actitudes similares serán capaces de hablar entre ellos sobre el pasado con madurez y de recordar juntos sus pérdidas de manera adecuada. Y es con esta esperanza y esta convicción que deseamos que los armenios que perdieron la vida a comienzos del siglo XX descansen en paz, y que transmitimos nuestras condolencias a sus nietos.
Recep Tayyip Erdoğan, 23 de Abril de 2014
Turquía mantiene este discurso sincero y da nuevos pasos para dotarlo de mayor significado . A este respecto, preservar la memoria de los armenios otomanos y proteger el patrimonio cultural armenio es un objetivo prioritario. Durante la liturgia en recuerdo de las vidas perdidas en 1915 organizada por el Patriarcado Armenio de Estambul el 24 de Abril de 2015, la República de Turquía estuvo por primera vez representada a nivel ministerial.
“Permítanme reiterar que somos conscientes de los tristes sucesos sufridos en el pasado por la comunidad armenia y que comparto sinceramente su dolor. Por favor estén seguros también de que nuestros corazones están abiertos de par en par para los nietos de los armenios otomanos en todo el mundo”
Del Mensaje de Recep Tayyip Erdoğan para la Liturgia en el Patriarcado Armenio de Estambul, 24 de Abril de 2015.
Es desalentador ver que aquellos pasos dados en pos de la amistad y la normalización no han sido correspondidos hasta el momento por Armenia.
En última instancia, el único enfoque adecuado a nuestra época sería facilitar vías para la reconciliación, centrándose sincera y humanamente en el futuro y reemplazando los sentimientos de odio y venganza que anidan en las mentes y los corazones de las jóvenes generaciones por las ideas de entendimiento mutuo y empatía.
“Tenemos todas las razones para creer que estas dos antiguas naciones pueden tener la sabiduría necesaria para entenderse mutuamente y contemplar juntos. Habiendo compartido la misma geografía y una larga historia, sólo turcos y armenios conjuntamente pueden tratar con efectividad las cuestiones que les incumben y trabajar para encontrar vías para seguir adelante”.
(De la Declaración realizada por el Primer Ministro Ahmet Davutoğlu con ocasión de la conmemoración de Hrant Dink, 20 de Enero de 2015)
“Los últimos años han mostrado que nada puede conseguirse tratando de imponer mutuamente narrativas que son opuestas. Para alcanzar la verdad es suficiente con lograr una memoria justa, empatía, un lenguaje respetuoso y una perspectiva razonable y objetiva. Como descendientes de los pueblos antiguos que hace cien años compartían el mismo destino, fuera en la alegría o en la pena, nuestra responsabilidad, y a eso llamamos hoy, es a restañar heridas abiertas hace un siglo y a restablecer de nuevo los vínculos”.
(De la Declaración realizada por el Primer Ministro Ahmet Davutoğlu sobre los armenios otomanos que perdieron la vida durante los años finales del Imperio Otomano, 20 de Abril de 2015)
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