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jueves 26 de diciembre de 2024

Sobrevivir (o no) al Holocausto: Suicidios de escritores judíos sobrevivientes. Última parte

BENJAMÍN TROYSE EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

El matrimonio de Jerzy con la rica viuda Mary Weir lo colocó en medio de un mundo casi de fantasía para un joven inmigrado polaco.

Desde el primer año de casados hicieron viajes de ensueño. En 1963 su itinerario incluyó Marruecos, Egipto, Turquía, India, Pakistán, Camboya, Hong Kong, y para descansar, Italia, Francia, Suiza, Alemania Occidental, Finlandia, Noruega y Suecia.

De estos lugares, Jerzy fue recogiendo experiencias que luego plasmaría en sus novelas.

En ese viaje, paseando por Florencia, pasó frente al escaparate de una sastrería especializada en ropa formal y militar y tuvo una de las primeras ideas extrañas para construirse una vida legendaria. Entró y ordenó dos uniformes con mezcla de diseños militares de varios países que resultaran imposibles de identificar. Los pidió con hombreras y solapas anchas para compensar por su tórax y hombros pequeños. Al recibirlos en el hotel los puso al sol para que adquirieran una apariencia usada y desgastada, cubriendo partes del pecho para que aparentaran haber tenido condecoraciones. Disfrazado con ellos, recibía pequeños privilegios, como evitarse colas, ser atendido antes que otros y burlarse de los demás. Decía que no era un engaño sino un intento de expandir el rango de percepción de los demás y una ayuda para la “enfermedad” de su esposa que le hacía molesto hacer colas.

La “enfermedad” de Mary fue otro tema de “realidad alterada”. En un principio decía que era un tumor cerebral, luego cáncer en el cerebro, cuando en realidad era alcoholismo.

Contrastando con esa vida de lujos, su realidad económica y profesional era muy distinta, ya que aunque Mary lo mantenía a cuerpo de rey, no le proporcionada dinero en efectivo.

Ya había comenzado la que sería su primera novela, “El pájaro pintado”.

Esta narra la historia de un niño judío polaco que al inicio de la Segunda Guerra Mundial, con seis años de edad, sus padres lo encargan mediante un pago considerable con una familia de campesinos en un poblado muy alejado de las ciudades, prometiendo regresar con él cuando la guerra terminara.

Tan pronto como se van los padres, el campesino le echa de la casa y así, el niño pasa los siguientes cuatro años vagando por los bosques y presenciando las más terribles atrocidades cometidas por nazis, polacos, y cosacos, además de presenciar escenas de perversión y agresividad entre las mismas familias que le van dando asilo o trabajo.

El título hace referencia a un pajarero con quien se encuentra en el bosque que se divertía pintando con jugos de frutas las plumas de algún pájaro que hubiera atrapado, para luego liberarlo. El ave volaba a unirse con su parvada pero los integrantes de esta no lo reconocían y para su desconcierto, lo atacaban, hasta que finalmente, sorprendida, caía moribunda al piso sin comprender lo que había pasado. La historia pretendía ser una metáfora de lo que sucede con la humanidad, en donde seres de la misma especie matan a sus semejantes solo por verlos diferentes.

En la novela, el niño es admitido como ayudante en la iglesia católica de un poblado, Durante una misa, deja caer el misal. El pueblo enfurecido lo arrastra fuera de la iglesia y lo lanza entre burlas al pozo donde depositaban los excrementos humanos y animales. A consecuencia de esto, el niño pierde el habla, que recupera años después, cuando sus padres, por azar, lo encuentran en un campo de refugiados al término de la guerra.

Kosinski nunca dijo que era una narración autobiográfica pero siempre deslizó la idea de que así era. Incluso, los editores tuvieron dudas acerca de cómo calificarla, si como novela o como biografía y diseñaron el término de autoficción.

La novela fue aclamada por la crítica, y esto lo lanzó al olimpo de los escritores, a pesar de su contenido de “pornografía de la violencia”, como la calificó un editor que inicialmente la había rechazado. Antes de su publicación hubo un conato de juicio por supuesta obscenidad.

El pájaro pintado se publicó el 15 de octubre de 1965. El día siguiente aparecieron las primeras reseñas. Todas fueron estupendas. Los expertos literarios de New York Times, el New York Herald Tribune, el Washington Post, el Chicago Sun Times y el San Francisco Examiner se peleaban las primeras alabanzas del autor. Se referían al libro como “recuento”, “confesión”, “testamento”, “documento” y hasta “testimonio” y lo clasificaban de un nuevo clásico, un documento “cuasi-histórico”. En Francia recibió el premio al Mejor Libro en Lengua Extranjera en 1966 y la revista Time lo colocó en la lista de “Las 100 mejores novelas en Inglés de 1923 a 2005”.

Elie Wiessel publicó una reseña editorial del libro alabándolo.

A partir de ese momento, Jerzy empezó a ser requerido en los eventos sociales más importantes. En el Baile París, un evento de captación de fondos para el Hospital Americano en París, al que asistieron Arthur Rubinstein, Maurice Chevalier y muchas celebridades de la época, conoció a Katherina Von Frahuhofer, “Kiki”, quien sería su compañera por todo el resto de su vida, a pesar de su matrimonio con Mary Weir y de la multitud de parejas y amantes que tuvo Jerzy.

Sin embargo, a pesar de las reseñas favorables, las ventas de la primera edición de libro no eran nada buenas y Jerzy continuaba con serias presiones económicas. El libro ya se vendía en Francia e Inglaterra pero la primera crítica negativa vino del lugar menos esperado; de Polonia. El gobierno comunista polaco se declaró agraviado y ofendido pues Kosinski hacía un retrato del pueblo polaco como unos salvajes ignorantes y amenazó con demandarlo.

Esto hizo que las ventas aumentaran y la Asociación de Profesores de Inglés de Estados Unidos incluyó el libro en la lista de recomendaciones para los estudiantes de secundaria, porque, decían, documentaba la experiencia de la ocupación alemana durante la Segunda Guerra.

En esa época, Jerzy recibió una invitación del rabino del templo Beth El de Stanford, Connecticut, para dar una plática. Kosinski aceptó y mandó varios ejemplares. Cuando el director del templo leyó el libro, quiso cancelar el evento pero ya era demasiado tarde. Diseñaron preguntas muy cuidadosas y previnieron a Jerzy de mantener un bajo perfil debido a lo explosivo del contenido, lo que hizo perfectamente.

Al final, el rabino le preguntó si el niño de la novela era judío y si él, Kosinski, era judío, a lo que respondió: “el niño sí era judío, yo no”. El director de la congregación ya había preguntado lo mismo a Kiki, quien había contestado: “¡Por supuesto que Jerzy es judío!”

Su segunda novela, Steps (Pasos) recibió en 1968 el National Book Award, uno de los premios literarios más importantes de Estados Unidos

En 1969, se sucedió el espantoso asesinato de Sharon Tate, la esposa de Roman Polanski y de algunos de sus amigos, en su casa de Beverly Hills, cometido por la banda de seguidores de Charles Manson. Kosinski, se iba a encontrar con un amigo suyo, también amigo de Polanski al regreso de un viaje a Paris. Por un error de la línea aérea, su equipaje fue descargado en Nueva York y Jerzy decidió quedarse ahí y volar al día siguiente, Aunque Polanski lo desmintió años después, Jerzy difundió el rumor de que la Providencia lo había salvado, ya que de no haber sido por lo de su equipaje, esa noche hubiera estado en el lugar del crimen y probablemente habría muerto.

Así, tejía leyendas y mitos, a base de verdades y mentiras a medias.

Mientras tanto, era homenajeado por el Concilio de Artes y Letras de Estados Unidos, junto con Philip Roth y William Styron o era invitado a un palco por Leopold Stokowski a escuchar a la Sinfónica de Londres, cenaba con Frank Sinatra y llegó a ser protegido de Zbignew Brzezinski, asesor de Seguridad Nacional de Jimmy Carter. Era un invitado frecuente al programa de televisión de David Letterman

En esa época comenzó su tercera novela, “Being there”, de la que se produjo la película que ganó un Oscar, protagonizada por Peter Seller y Shirley Mac Lane. En México se exhibió con el nombre de “Un jardinero con suerte”. Es la historia del hijo de un jardinero que había nacido y pasado su infancia, juventud y parte de vida adulta sin salir de una mansión en Nueva York en donde lo único que hacía era ayudar a su padre con el trabajo en el jardín y ver la televisión. Al morir el dueño, tiene que salir de la casa y por primera vez se encuentra en la calle. Por accidente es golpeado por la limusina de la esposa de un magnate acerero que lo lleva a su casa para curarlo. Casi no hablaba y cuando se dirigían a él, solo contestaba con frases de comerciales o telenovelas que había aprendido de la televisión. Esto hace que lo consideren un sabio. Así, se queda a vivir con la pareja que lo incluye en su vida social y lo lleva a conocer al presidente de Estados Unidos, de quien, al final, termina siendo consejero.

La película obtuvo un Oscar, dos Globos de Oro y el premio BAFTA para el mejor guion, escrito por Jerzy Kosinski.

Publicó después “Cockpit”, “El árbol del Diablo”, “Pinball”, “Cita a ciegas” y “El juego de la Pasión”, éste último acerca del mundo de los jugadores de polo, ya que había entablado una fuerte amistad con el dominicano Oscar de la Renta, quien lo presentó con el dictador Rafael Trujillo y la alta sociedad de República Dominicana

En la portada de las ediciones de bolsillo de todas estas aparece un retrato de Jerzy.

Conoció a Warren Beaty, volviéndose buenos amigos, quien lo invitó al proyecto de la película Reds, de la que Beaty era productor, director y actor. La película trata de las experiencias del periodista estadounidense John Reed durante la Revolución Bolchevique. La protagonizaban además de Beaty, Diane Keaton, Gene Hackman, Jack Nicholson, y como el esbirro de Lenin, Zinoviev, Jerzy Kosinski. En los créditos de la película, Jerzy aparece antes que Nicholson.

Jerzy estaba en la cima, en el techo del mundo. Un emigrado de Europa Occidental que había llegado a Estados Unidos, sin hablar inglés y sin dinero y había conquistado en pocos años, obteniendo fama, dinero, admiración y honores.

Pero… cuando se está en la cúspide, no queda más que quedarse ahí o ir hacia abajo.

A lo largo de su carrera, Jerzy había dejado muchos cabos sueltos, lastimado a gente y construido demasiados mitos acerca de él y su vida en Polonia, algunos, contradictorios.

A final de junio de 1982 estalló la bomba. El importante e influyente semanario The Village Voice de Nueva York publicó un artículo titulado “Las palabras manchadas de Jerzy Kosinski”. Apenas unas semanas antes, la misma revista había publicado la noticia de la formación de un grupo llamado Comité para el Mundo Libre, liderado por intelectuales como Saúl Bellow, Norman Podhoretz y el propio Kosinski y la recepción por él de su primer doctorado honorario de parte del Spertus College of Judaica, honor que habían recibido anteriormente Itzjak Rabin, Isaac Bashevis Singer y Elie Wiesel entre otros.

El artículo, resultado de una larga investigación de dos periodistas, sostenía que Kosinski era un farsante que había engañado a todos, que se había aprovechado del trabajo de amigos y había plagiado a muchos. Su principal habilidad consistía, según el artículo, en haber creado una enmarañada red de mentiras que finalmente se desmoronó.

La columna vertebral de su imagen, el haber sido el niño separado de sus padres durante la guerra, que vivió y sobrevivió todos los horrores relatados en su obra cumbre, El Pájaro Pintado, resultó ser una ficción, que escribió utilizando a amistades y escritores contratados, quienes al final no recibieron su paga. El gobierno polaco lo acusó de libelo por haber representado a los campesinos polacos como unos sádicos y perversos.

El argumento de Un Jardinero con Suerte (Being There), era una copia casi idéntica, trasladada a Nueva York, de un libro famoso en los 30s en Polonia, La Carrera de Nikodem Dyzma, escrita por Dolega Mostowicz.

Hasta su supuesta salvación milagrosa por haberse retrasado y no haber llegado a la fiesta de Roman Polanski fue sacada a la luz como una invención ya que no eran amigos cercanos y no era del agrado de Sharon Tate, pero utilizó el macabro evento para ubicarse una vez más como alguien protegido por una fuerza superior.

De inmediato, quienes habían sido sus amigos, patrocinadores y seguidores comenzaron a deslindarse de él mientras que el apoyo que recibió en ese momento provino de quien menos lo hubiera esperado ni merecido, de quienes se identificaban con él como judío.

Se refugió en Los Ángeles con sus amigos de Hollywood. Ahí el escándalo cultural de Nueva York no les importaba. Vivía en la casa de su amigo y casi socio Ted Field, millonario heredero de las tiendas Marshall and Fields y convivía con Warren Beaty y personalidades de la industria del cine,

Con Kiki, su eterna pareja, viajó a Europa y fue homenajeado en Londres donde el escándalo no había llegado. En Suecia recibió un premio en representación de Lech Walesa y visitó por primera vez Israel a donde fue invitado para dar dos conferencias como presidente del Instituto de Estudios Judío-Polacos. En una de ellas le preguntaron: ¿Qué hicieron los polacos para ayudar a los judíos durante la guerra?” a lo que contestó agresivamente; “Y ¿qué hicieron los judíos para ayudar a los polacos?” Ahí era popular entre la juventud por ser un escritor revolucionario pero los sobrevivientes del Holocausto no le recibieron bien.

Dedicó varios años a escribir la que sería su última novela, El Ermitaño de la Calle 69. Con casi 1000 páginas de extensión, era una autobiografía amarga y tediosa. Tuvo dificultades para que alguien lo publicara y fue un fracaso editorial.

La noche del 21 de mayo de 1991, después de una reunión en la casa del escritor Gay Talese en honor de un senador de Estados Unidos, dejó a Kiki en el departamento donde vivían para que empacara, pues dos días después viajaban a Polonia en donde Jerzy presidiría la inauguración de uno de sus proyectos, el Amerbank, un banco polaco-americano.

Llamó a su amiga-amante, Ula Dudziak, una famosa cantante de jazz y fueron juntos al cine.

A la 1.00 am entró al baño, tomó una muy buena cantidad de pastillas para dormir, que se agregaron al alcohol que había consumido, y, siguiendo las instrucciones de la Hemlock Society, un grupo de Nueva Orleans que ayuda a pacientes terminales, entró en la tina, se puso una bolsa de plástico alrededor de la cabeza y la anudó.

La mañana siguiente, Kiki encontró junto al cuerpo una nota que decía:

“Voy a dormir un rato un poco más largo que de costumbre. Llámalo eternidad”

Hoy, casi nadie menor de 40 años ha oído hablar de Jerzy Kosinski, que hace apenas poco más de dos décadas era considerado del nivel de Kafka y de Proust, de quien, en su época se dijo;

Uno de los más tristes y a la vez más bellos libros, un libro que va a estar al lado de El Diario de Ana Frank…
Chicago Daily News de El Pájaro Pintado

“Uno de nuestros escritores más significativos… Kosinski, escribiendo con maravillosa precisión usa su lucidez e imaginación para crear a Chance, una criatura fabulosa de nuestra época”
Newsweek de Being There

Sin falla… Una voz potente y significativa que agrega algo vital a la riqueza de la novela moderna.
El Times de Londres de El Árbol del Diablo.

Actualmente se filma una biografía de Kosinski, dirigida por el cineasta y frecuente colaborador de Steven Spielberg, Janusz Kaminski. Su nombre: “El agujero del conejo”.

Tendremos ver qué interés despierta, a 25 años de su muerte.

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