GERALD M. STEINBERG
Una ignorancia deliberada de los hechos en el terreno hace a los grupos de ayuda propicios para la corrupción y la malversación de fondos hacia grupos terroristas.
Funcionarios de World Vision han profesado estar “asombrados” por el arresto en Israel la semana pasada de Mohammed El-Halabi, el jefe de operaciones en Gaza de la mega organización de caridad. Halabi es acusado de redirigir durante el curso de 10 años hasta u$s7.2 millones anuales, en dinero en efectivo y materiales a Hamas. Eso es aproximadamente el 60% de la ayuda total de World Vision para Gaza. Además del dinero presuntamente utilizado para armas letales y la construcción de túneles terroristas, la acusación incluye desviar pagos de desempleo, “2,500 paquetes de alimento por u$s100 cada uno” y “3,300 paquetes de suministros de limpieza y productos de higiene personal por u$s80 cada uno . . . a unidades de Hamas.”
De acuerdo con la agencia de seguridad israelí que condujo la investigación de World Vision, Halabi admitió su rol como agente de Hamas durante el interrogatorio, aunque su abogado desde entonces ha rechazado este relato y negó las acusaciones. World Vision ha negado también las acusaciones, afirmando que el presupuesto para sus operaciones en Gaza fue mucho menor que el monto de los fondos supuestamente desviados. Sin embargo, los informes anuales de la filial Jerusalem-Margen Occidental-Gaza (JMG) de World Vision no logran especificar un presupuesto separado para operaciones en Gaza solamente, haciendo imposible verificar en forma independiente estas afirmaciones.
Pero es imposible no ver en Gaza la construcción masiva de infraestructura terrorista en todas partes, con la ayuda humanitaria como la fuente primordial de fondos y materiales. El terror es la única gran industria del territorio, y si Hamas no estuvo robando la ayuda, ¿de donde estuvieron viniendo los sacos de cemento, vigas, tubos y otros materiales, tanto como el dinero en efectivo para pagar por el trabajo?
En cambio, líderes de World Vision tales como Tim Costello de la filial australiana de la organización de caridad, que proporcionó una parte importante del presupuesto 2014 de World Vision para JMG de más de u$s20 millones, tomaron refugio en empresas contables distantes. “Tenemos a Pricewaterhouse Coopers que nos audita cada año,” dijo Costello.
Pero Costello y sus pares en otros grupos de ayuda deben estar al tanto de que ninguna firma internacional de auditoría puede hacer seguimiento de fondos en forma independiente en enclaves terroristas. En Gaza, no hay recibos para las numerosas transacciones en dinero en efectivo que fueron llevadas a cabo a través de World Vision. Aún si los hubiera, ¿cómo verificarían su autenticidad los auditores? De hecho, la afirmación de la auditoría no fue suficiente para convencer al gobierno australiano, el cual congeló inmediatamente el presupuesto anual de u$s5.7 millones concedidos a World Vision. Alemania pronto siguió el ejemplo.
El problema mayor es que la diligencia debida para la ayuda humanitaria en zonas de guerra y terrorismo requiere la asignación de recursos importantes y un equipo profesional capaz de desprenderse de las presiones y simpatías del entorno local. World Vision, como la mayoría de los grupos que operan en Gaza, falló claramente en este sentido.
Durante años, World Vision promovió la causa palestina, desarrolló alianzas y proporcionó fondos a algunas de las organizaciones no gubernamentales activas en demonizar a Israel y promover boicots. En publicaciones diseñadas para traer donativos, es borrada la brutalidad del terrorismo palestino mientras son destacadas imágenes de victimización. Los niños son descritos como acosados por “soldados y colonos”, y “sufren de falta de edificios educativos adecuados” debido a las “demoliciones”, como lo dice el sitio web de World Vision. La corrupción palestina es encubierta, como lo es el hecho que Israel ha estado fuera de Gaza por más de una década.
Los problemas de World Vision en Gaza reflejan las fallas morales más amplias de la industria de la ayuda humanitaria. La visión estrecha de los trabajadores de ayuda contribuye a una ceguera voluntaria ante el terrorismo.
La competencia por publicidad y donativos resulta en alianzas con regímenes brutales y señores de la guerra corruptos. Pero gracias al “efecto halo” de la ONG, muchos donantes también descuidan la diligencia debida, confiando en cambio en la reputación pura de la organización receptora.
World Vision no es ninguna excepción. Fue fundada en 1950 por un misionero estadounidense y ha crecido hasta convertirse en una potencia de la ayuda internacional, operando en más de 100 países y con ingresos anuales de u$s2.8 mil millones. Si bien cientos de millones vienen de individuos y filantropías privadas, más de la mitad de los subsidios mundiales de la ONG son financiados por gobiernos a través de la ONU, incluidos Australia, Canadá, Alemania, Estados Unidos y el Reino Unido. A medida que los ingresos se disparan hacia arriba y con la transparencia y rendición de cuentas casi inexistentes, la diligencia debida es descuidada y la corrupción se encona.
El arresto de Halabi debe ser un momento de advertencia para otras organizaciones internacionales de ayuda con operaciones en Gaza tales como Care, Ayuda Cristiana, Oxfam y la Agencia de Naciones Unidas de Ayuda y Obras. La necesidad de tratar de forma realista con operaciones en una zona controlada por el terror como Gaza, y los costos de no lograr llevar a cabo la diligencia debida, deben ser evidentes. Las afirmaciones de auditoría y pagos en dinero en efectivo en Gaza de World Vision, no obstante, son un camino directo a la corrupción y desvío al terrorismo. Ellos deben ser terminados de inmediato.
Los grupos de ayuda también tienen que obtener y utilizar la información de la inteligencia, especialmente con respecto a empleados y sus actividades. Algo de esto puede ser desarrollado internamente, y algo puede ser adquirido de empresas consultoras. Y en vez de adoptar la cultura palestina de no cooperación con la seguridad israelí, el interés de estas organizaciones es abrir calladamente canales de comunicación e intercambio de información.
Las fallas de World Vision en Gaza destacan los problemas de una industria de ONG´s multimillonaria en dólares que sigue estando en gran medida no regulada y no examinada. Con tanto dinero involucrado, incluidos fondos privados y públicos, y dadas las apuestas en entornos de terrorismo y guerra de guerrillas, la necesidad de transparencia, rendición de cuentas y directrices detalladas es clara. Si los funcionarios que dirigen organizaciones tales como World Vision no están dispuestos a tomar la iniciativa, entonces deben actuar los gobiernos que contratan sus presupuestos de ayuda.
Gerald M. Steinberg es profesor de política en la Universidad de Bar Ilan en Israel y el presidente del Instituto de Investigación NGO Monitor.
Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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