¿Quién dirigirá las Naciones Unidas?

¿Respaldará el Presidente Obama a un ‘Papa laico’ o a un humilde ‘director administrativo’?

JOHN BOLTON

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Aunque pocos estadounidenses están prestando atención, está muy en marcha la carrera para suceder a Ban Ki-moon como secretario general de las Naciones Unidas. La primer “votación de tanteo” del Consejo de Seguridad tuvo lugar en julio; la segunda el viernes. La elección real—involucrando una de las decisiones finales importantes en política exterior de Barack Obama—se está aproximando rápidamente porque el mandato de cinco años del nuevo secretario general comienza el 1 de enero del 2017. Teniendo en cuenta el patrón de dos mandatos de la ONU, el sucesor del Sr. Ban podría estar en el cargo más tiempo que nuestro próximo presidente.

Están en juego importantes intereses estadounidenses. Escoger al secretario general correcto podría significar encontrar, finalmente, un gerente dispuesto a hacer frente a la desorganización en expansión, presupuestos inflados, burocracias sesgadas e ineficaces, y simple corrupción de la ONU. O podría significar plantar una espina masiva en el costado de Estados Unidos, el mayor deseo de los adversarios de este país y de los globalistas ultra-nacionales que quieren restringir a Estados Unidos.

La Carta de la ONU establece que el secretario general “será nombrado por la Asamblea General por la recomendación del Consejo de Seguridad.” En la práctica, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, que tienen poder de veto, eligieron efectivamente al secretario general.

El paradigma favorito de los globalistas es el predecesor del Sr. Ban, Kofi Annan. El gobierno de Clinton impulsó al Sr. Annan para secretario general después que llegó al punto de luchar con Boutros Boutros-Ghali de Egipto. Electo en 1991 bajo George H.W. Bush, el Sr. Boutros-Ghali hizo poco por ocultar sus sentimientos cuando ganó Bill Clinton. Su desdén por la entonces embajadora de Washington ante la ONU, Madeleine Albright, era muy conocido. Así hasta que el se fue en 1996.

El Sr. Annan era un burócrata de carrera de la ONU que creía en el multilateralismo en su propio favor. En 1999 él reprochó los ataques aéreos de Clinton y la OTAN en Yugoslavia, lamentando que “a menos que el Consejo de Seguridad sea restablecido a su posición preeminente como la única fuente de legitimidad en el uso de la fuerza, estamos en un camino peligroso hacia la anarquía.” Para los estadounidenses, “la única fuente de legitimidad” es una alarma de incendio en la noche.

Los acólitos del Sr. Annan promovieron la posición del secretario general como equivalente a un “Papa laico,” personificando así la ética multilateralista cuasi-religiosa. Si hay un criterio en el que debe insistir Estados Unidos para los candidatos a secretario general, sería identificar la perspectiva que encarne menos el impulso de volverse un Papa laico.

El Sr. Ban ha discrepado con Estados Unidos en cuestiones importantes, pero él es en aspectos importantes lo que Washington debe querer en un secretario general. Un ciudadano de un aliado estadounidense del tratado, él experimentó las depredaciones del comunismo después de la invasión de 1950 de Corea del Norte, y la liberación del Sur por parte de tropas autorizadas por la ONU dirigidas por Estados Unidos. La carrera diplomática del Sr. Ban se ha enfocado en las relaciones con Washington.

Hay muchos otros atributos que deben estar en la lista de control de Estados Unidos. No estar en el bolsillo trasero de un adversario estadounidense internacional. Eludir una agenda ideológica independiente de las instrucciones de los estados miembros. Estar dispuesto a hacer frente al sistema bizantino de agencias, departamentos, programas y personal de Naciones Unidas. Estos no suenan drásticos, porque no lo son. El secretario general es simplemente el agente de los gobiernos miembros de la ONU, lo que el estatuto llama un “director administrativo” y no una figura elevada por sobre los miembros.

Los candidatos principales de este año vienen principalmente de Europa Central y Oriental, reflejando la cultura de gobierno de ONU de trabajos rotativos entre regiones. Hay también presión renovada para elegir a la primera secretaria-general mujer.

Estos dos marcadores de política de identidad hicieron la favorita a Irina Bokova, de Bulgaria, quien actualmente es directora general de la Organización Educativa, Científica y Cultural de la ONU (Unesco). En 1984,Ronald Reagan retiró a Estados Unidos de la Unesco debido a su desprecio por la libertad de prensa, pero el gobierno de Bush volvió a unirse en el año 2003, una herida auto-infligida.

La Sra. Bokova, vista ampliamente como la candidata preferida del presidente ruso Vladimir Putin, es una rareza en la Europa Oriental pos-Guerra Fría: Ella no ha retrocedido tan lejos de las garras de Moscú como es posible. Ella también permitió la exitosa campaña del 2011 de la Autoridad Palestina para unirse a la Unesco como un estado miembro, provocando así la eliminación estatutaria requerida de todas las contribuciones de Estados Unidos. Fue un episodio revelador. Como directora general de la Unesco, la Sra. Bokova enfrentó una clara opción: ¿Ella quería a Estados Unidos como un miembro pleno de la organización, o prefería a “Palestina”?

Como el Presidente Obama y la entonces Secretaria de Estado Hillary Clinton, la Sra. Bokova mostró indecisión y cobardía durante la crisis provocada por los palestinos. A pesar de sus fallas y probable subordinación a Rusia, su género y boletos geográficos podrían convertirla en la elección del Sr. Obama.

António Guterres—de Europa Occidental, la cual ha tenido tres secretarios generales en comparación con cero de Europa Oriental—lideró ambas votaciones de prueba, aunque su apoyo cayó en cierta forma en la segunda. Anteriormente primer ministro socialista de Portugal, el Sr. Guterres fue Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados desde el 2005 al 2015. Eso probablemente suene bastante bien para el Sr. Obama.

Muchos candidatos de europa oriental, incluido el ex primer ministro de Eslovenia, Danilo Turk, y Vuk Jeremic, un ex ministro del exterior de Serbia, también terminaron cerca de la cima en ambas votaciones de prueba. En el segundo sondeo, la ministra del exterior de Argentina, Susana Malcorra, saltó al tercer lugar.

Con intereses estadounidenses importantes en la línea, deberíamos dar la bienvenida a un gerente competente en vez de a un ideólogo. Pero bajo el Presidente Obama, ¿quién sabe?

Fuente: The Wall Street Journal- Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México

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