Israel destaca en muchas áreas, pero no tanto en las deportivas. Sin embargo sorprenden sus logros en judo. Quizás la explicación esté en que el pueblo judío lleva siglos sobreviviendo gracias a la misma estrategia de revertir la fuerza del agresor en su contra.
JORGE ROZEMBLUM
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Me contaba mi abuelo que, estando en un campo de prisioneros de la Primera Guerra Mundial conoció a un japonés que le instruyó en los principios básicos del jiu-jitsu (en otras transliteraciones, jujutsu), el arte marcial tradicional del que deriva el judo moderno y que tuvo su origen en la defensa a mano limpia contra los armados guerreros samurái. Siendo niño, mi profesor de judo (que en japonés significa “camino suave o flexible”) me enseñó que la idea surgió de un monje que observaba cómo, ante un vendaval, los árboles más rígidos se quebraban, mientras otros sobrevivían gracias a su flexibilidad, que les permitía inclinarse y dejar pasar la fuerza bruta para recuperar más tarde su forma original erguida.
Israel destaca en muchas áreas, pero no tanto en las deportivas. E incluso en estas disciplinas sorprenden sus logros en judo: de las 9 medallas olímpicas que acumula del total de participaciones históricas, 5 corresponden a este deporte, 2 de ellas de estos últimos días en los Juegos de Río de Janeiro. Quizás la explicación de este fenómeno esté en que el pueblo judío lleva siglos sobreviviendo gracias a la misma estrategia de revertir la fuerza del agresor en su contra. Como árboles flexibles, hemos aprendido a observar y actuar con rápidos reflejos ante las amenazas físicas y, por extrapolación, a las de otro género, anticipándonos a los embistes mediante el ingenio y la creatividad, que son las armas del que está físicamente en clara desventaja. Es el mismo espíritu con el que Israel logró sobrevivir en su independencia en 1948 al ataque desproporcionado de los ejércitos profesionales de siete países árabes, prácticamente sin armas. Y después.
El combate que supuso el bronce para el judoca israelí Or Sasson ha trascendido más allá de lo deportivo a lo mediático, cuando su contrincante egipcio se negó a estrechar la mano que le tendía. La imagen de este desprecio es tan evidente e indignante que ilustró portadas de periódicos y noticieros televisivos de todo el mundo. Finalmente, el poco deportivo deportista fue expulsado de los Juegos por el Comité Olímpico Internacional. En algunas redes sociales, no obstante, tratan de convertirlo en una especie de héroe de la resistencia. Más allá del escándalo, recomiendo dedicar unos minutos a ver el desarrollo del combate y cómo el espíritu de aquellos monjes orientales que defendían su vida y obra a mano limpia se encarna en cómo el atleta israelí logra convertir la fuerza del contrincante en su mayor enemigo y derrotarle. Como en la vida misma. Con la misma flexibilidad con que día a día tendríamos que aprender a hacer frente a las nuevas amenazas de quienes pretenden imponernos su voluntad por la fuerza y el terror.
*El autor es director de Radio Sefarad.
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