“Honra a tu padre y a tu madre… para que/cuando tus días se alarguen sobre la tierra….”
RAB YOSEF BITTÓN
Mantener la dignidad de nuestros padres mientras se realiza la mitzvá de honrarlos, se aprende de un pasaje en el Talmud de Jerusalem, que indica que “es posible alimentar a los padres de uno con exóticos manjares y aun así ser considerado un mal hijo; y es posible forzar a uno de los padres a trabajar en la molienda y ser considerado un buen hijo”.
El Talmud ilustra estos casos con dos historias reales:
Primer caso; un hijo le daba de comer a su padre comida de lujo, aves exóticas (probablemente algún tipo de faisán). Un día el padre le preguntó al hijo: ¿de dónde obtienes el dinero para estos alimentos? Y el hijo respondió “Tranquilo, viejo. Un perro come en silencio lo que se le da, tu también debes comer tu comida sin hacer preguntas.” Este hijo, dice el Talmud: heredará el infierno.
El segundo caso se refiere a un hijo que trabajaba en la molienda de su padre. Un día, el rey convocó a los trabajadores de la molienda al palacio para ayudar con un trabajo muy difícil. El rey esperaba que cada familia mandara un trabajador. El hijo decidió ofrecerse a trabajar para el rey y le dijo a su padre que tomara su lugar en la molienda de la familia para que el padre no fuera tratado de una manera poco digna ante el rey. Este hijo que envió a su padre a trabajar a la molienda, dicen los Sabios, “heredará el paraíso ‘.
Cuando un hijo o una hija está asistiendo o ayudando a sus padres ancianos, debe hacerlo con alegría y con un lenguaje corporal positivo. Si un hijo o una hija ayuda a sus padres, pero hace que sus padres sientan que son una carga, se genera un dolor emocional incalculable para los padres, especialmente cuando dependen exclusivamente de este hijo o hija. Los rabinos explicaron que cuando ayudamos a nuestros padres debemos hablar con ellos con dulzura, con buenas palabras y con el respeto que se le debe a una autoridad superior.
Cuando los padres mayores vienen a visitar a la casa de sus hijos, deben ser recibidos con amor y honor. Y el hijo o hija deben enseñar a sus propios hijos a honrar y respetar a sus abuelos.
Para terminar, hemos citado en la cabecera de este artículo el versículo del 5to. mandamiento que nos indica la obligación de honrar a nuestros padres. La Torá dice: “Honra a tu padre y a tu madre para que tus días en la tierra sean más largos…”, esta es la traducción convencional de este pasuq: por cuidar de nuestros padres mayores, tendremos el mérito de gozar de una vida más larga.
Hay una segunda lectura alternativa de este pasuq: En lugar de traducir lema’an ya-arijun yameja como “para que tus días en la tierra sean más largos”, podemos traducirlo como “para cuando tus días en la tierra sean más largos”. Brevemente, y en otras palabras: Si honras a tus padres, cuando tú seas mayor, merecerás ser honrado por tus hijos, de la misma forma que tú has honrado a tus padres. Esto es, por supuesto, una recompensa enorme. En mi experiencia como rabino, esta es una regla que casi no tiene excepciones: cuando envejecemos, seremos tratados por nuestros hijos de la misma manera que tratamos y honramos a nuestros propios padres. Nuestros hijos tal vez no siempre escuchan lo que decimos, pero sin duda ellos siempre ven lo que hacemos y repiten lo que hicimos
Fuente: halaja.org
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