DANIEL PIPES
Francia ha quedado atrapada en una absurda histeria sobre los burkini, que me lleva a preguntarme si los europeos se toman en serio su desafío islamista.
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Para empezar, ¿qué es un burkini? La palabra combina los nombres de dos prendas femeninas opuestas: el burka, esa especie de tienda de campaña islámica que cubre el cuerpo completo; y el bikini. También conocido como “traje de baño halal”, el burkini con modestia cubre todo menos cara, manos y pies, y se asemeja a un traje de neopreno con una cubierta de cabeza.
Aheda Zanetti, de Ahiida Pty Ltd. en Australia, afirma haber acuñado el término en 2003, que calificó de “más pequeño que un burka”, mientras que es “de dos piezas, como un bikini”. El curioso y sensacional cruce de dos artículos de ropa radicalmente diferentes, junto con la capacidad del elemento para cumplir con las necesidades únicas de las mujeres musulmanas activas, pero piadosas, el burkini fue “objeto de una repunte inmediato de interés y demanda”, según la compañía . Algunas mujeres no musulmanas, incluida la celebridad culinaria británica Nigella Lawson, lo usan para protegerse del sol, mientras que las religiosas judías han adoptado una prenda variante.
En 2009, una piscina pública en Emerainville, Francia, prohibió a una mujer el uso de un burkini con el argumento de que estaba violando reglas de la piscina usando ropa de calle. Pero los burkinis recién estallaron como cuestión política nacional el 12 de agosto, cuando el alcalde de Cannes, una ciudad vacacional en la Costa Azul, prohibió los burkinis – sin definir legalmente exactamente lo que son – en las playas de Cannes, ya que representa el islamismo. Un tribunal confirmó entonces su suspensión, y el primer ministro francés, Manuel Valls respaldó también que, en razón de que el burkini es una expresión religiosa no tiene lugar en la playa. François Fillon, probable candidato a presidente el próximo año, también apoyó la prohibición, y otros municipios franceses siguieron el juego, incluyendo la ciudad de Niza, además de otras nueve ciudades en el departamento de los Alpes Marítimos, así como cinco ciudades en el departamento de Var.
Este desarrollo me sorprende, incluso después de que yo sostuve que el burka – y el niqab, una prensa similar que deja una rendija para los ojos – tiene que ser prohibido en lugares públicos por motivos de seguridad. Esas prendas sin forma no sólo permiten que los criminales y los yihadistas se oculten, sino que también permiten al usuario ocultar, por ejemplo, un rifle de asalto y sin que nadie lo sepa. Tanto los hombres como las mujeres se esconden bajo burkas para fines delictivos y yihadistas. De hecho, he recogido algunas anécdotas de 150 atracos a bancos, secuestros, asesinatos y ataques yihadistas desde 2002. Filadelfia se ha convertido en la capital occidental de burkas y niqabs como accesorios penales, con al menos 34 incidentes en los nueve años.
En consecuencia, se debe permitir los burkinis en la playa sin restricción alguna. Los argumentos culturales, como los realizados por Valls, son engañosos y discriminatorios. Si una mujer desea vestir modestamente en la playa, es asunto suyo, y no del estado. También es su prerrogativa elegir el poco favorecedor traje de baño cuando nada.
La amenaza islamista a Occidente es muy real, desde las normas Rushdie a la poliginia, los crímenes de honor, las zonas parciales no-go, y las decapitaciones. Con la llegada de millones de inmigrantes musulmanes en Europa sin investigar, estos problemas crecerán junto con el número de islamistas. Los nervios están en el borde y el escenario político está cambiando rápidamente, como lo demuestra el creciente número de austriacos que recientemente votó por un candidato anti-inmigración de línea dura.
Las cuestiones en torno al Islam son, posiblemente, la preocupación número uno de Europa, por delante incluso de la Unión Europea y la crisis financiera. Tienen que ser tratadas para enfrentarse a problemas reales, no centrándose en irrelevancias simbólicas como los burkinis, las tiendas halal, y los minaretes. Los burkas y los niqabs deben ser prohibidos, y es probable que el gobierno alemán pronto lo haga. Se debe reconfirmar la libertad de expresión sobre el Islam y los musulmanes, cortar la financiación saudí e iraní con fines religiosos, y aplicar a todos un único código legal.
Por lo tanto, mi consejo es: centrarse en estos problemas reales y dejar que los musulmanes lleven lo que quieran a la playa.
Fuente: Israel Hayom – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico
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