EVELYN GORDON
Anteriormente, he explicado algunas de las razones por las cuales el futuro diplomático de Israel parece prometedor a pesar de la congelación continua del proceso de paz. Sin embargo, otros dos factores son también propensos a tener un impacto positivo en el camino. El primero es que el mundo islámico-árabe, que durante años estuvo al frente de la idea de que la cuestión palestina es el problema número uno del mundo, está empezando a hartarse de esa atención desmedida hacia los palestinos cuando tantos árabes y musulmanes están sufriendo y pasándola mucho peor que ellos. El segundo factor es un pequeño pero creciente grupo de árabes israelíes que están orgullosos de ser ciudadanos de Israel y están dispuestos a defender su causa en el extranjero.
Para ver un ejemplo del primer desarrollo, considere la entrevista con un portavoz palestino que se llevó a cabo el mes pasado por Orient News TV, una estación de la oposición siria con sede en Dubai. La entrevistadora Dima Wannous presionó duramente a su entrevistado Muhammad Masharqa cuestionándole por qué la causa palestina tiene que ser “la causa número uno del mundo”. La entrevista, llevada a cabo en árabe, fue difundida y traducida por MEMRI:
“En 1948, el año de la Nakba, los palestinos fueron exiliados de sus casas y sus tierras. Aproximadamente 750,000 personas fueron desplazadas. Pero de los 750,000 palestinos desplazados, solamente 150,000 de los cuales fueron expulsados de Palestina. Los otros se quedaron en su tierra natal histórica, aunque en diferentes lugares. Si se toma la cifra total de 750,000, esto es igual a la cantidad de personas que huyeron de Siria e Irak en los últimos tres meses. Repito la pregunta de otra manera, porque no me has contestado la primera vez. ¿Por qué la causa palestina es la causa número uno del mundo?
(…) ¿Cómo puede tu causa ser la número uno del mundo? Con todos los crímenes cometidos por el enemigo israelí – ¿cuántas personas murieron en el ´Día de la Tierra´ por la represión israelí? Tú lo sabes mejor que yo. Murieron seis personas.
Saddam Hussein fue idolatrado por las masas por disparar 39 misiles Scud contra Tel Aviv, mientras estaba perpetrando crímenes a diario contra su propio pueblo. Los palestinos apreciaron mucho a Saddam Hussein por los Scuds. Si queremos hablar sobre el enfoque de los palestinos de la liberación de los pueblos, ¿es concebible que ellos apoyan un asesino, un archi-asesino, un dictador… sólo porque él disparó misiles contra Tel Aviv? ¿Y el pueblo iraquí, qué?”
Tampoco Wannous se impresionó por los intentos de Masharqa de justificar la centralidad palestina con el argumento de que Israel es un país “colonialista”. “En otras palabras, ustedes se han beneficiado del hecho de que sus enemigos sean judíos e israelíes”, replicó ella.
Por supuesto, su actitud está lejos de ser la posición mayoritaria en el mundo árabe. Pero esta posición ya no es única ni absoluta. Hace sólo dos meses, escribí acerca de un ex alto funcionario egipcio que mostró similar disgusto por toda la atención prodigada a los falsos refugiados palestinos cuando los refugiados sirios reales están en extrema necesidad de ayuda.
La causa palestina no se convirtió en una obsesión occidental por mera casualidad; se convirtió en una obsesión occidental en gran parte porque el mundo árabe -islámico pasó décadas sin descanso diciendo a los occidentales que este era el mayor problema de Oriente Medio. Por ahora, este punto de vista se ha convertido en un dogma arraigado en Occidente, y está claro que no va a perder esa posición del día a la noche. Pero a medida que los países árabes / islámicos comiencen a bajar del pedestal la importancia central de la cuestión palestina, esto tendrá finalmente un impacto en Occidente.
Como refuerzo de este desarrollo, tenemos la creciente aparición de defensores árabes de Israel. A principios de este mes, el Jerusalem Post perfiló uno de esos activistas, Mohammed Ka’abiya, un veterano de la fuerza aérea y estudiante de la universidad que ha estado abogando por Israel en los campus en el extranjero.
Es relativamente fácil para los activistas anti-Israel persuadir a los jóvenes ignorantes occidentales que Israel es un “estado de apartheid”, cuando la principal oposición a esta infamia proviene de judíos, a quienes se los puede repudiar fácilmente como “partes interesadas”. Pero esto es mucho más difícil cuando un beduino musulmán viene y dice: “Mi nombre es Mohammad, sirvo en la Fuerza Aérea de Israel, y yo estoy capacitando a guías beduinos para servir en el ejército. Estoy aquí para proteger a Israel de las mentiras de BDS. Ustedes deben saber que los árabes israelíes tienen la libertad para vivir, trabajar, desplazarse, y por supuesto, libertado de culto”.
Al igual que Wannous, Ka’abiya todavía pertenece a una minoría muy pequeña, pero de nuevo, no están solos. Sus colegas más conocidos son el diplomático George Deek, que sostiene que los árabes israelíes pueden y deben “vivir como una minoría que contribuye” en Israel al igual que “los judíos en Europa, que mantuvieron su religión e identidad durante siglos, pero aún así lograron influir” y el padre Gabriel Naddaf, que es un líder exitoso en su tarea de alentar a sus correligionarios árabes cristianos para servir en el ejército israelí y ha defendido a Israel en la ONU.
En el argumento de que el statu quo entre israelíes y palestinos es insostenible, tanto de parte de la izquierda israelí y su contraparte judía estadounidense dependen en gran medida de los temores de que el conflicto actual esté erosionando el apoyo occidental a Israel, y que, por tanto, el tiempo está del lado de los palestinos. Sin embargo, dado los crecientes e infelices encontronazos de Occidente con el Islam radical, la mejora de las relaciones del estado de Israel en otras partes del mundo, y el cambio incipiente en las actitudes árabes hacia la cuestión palestina, todo esto desmiente el catastrofismo y es mucho más probable que el tiempo está del lado de Israel.
A la larga, estos desarrollos también podrían ayudar a resolver el conflicto entre Israel y los palestinos, gracias a los palestinos que abandonan la idea de que Israel debe desaparecer, por lo que la negociación de un acuerdo de paz razonable es su mejor opción. Pero si eso llega a suceder, no hay razón para que Israel se sienta presionado a hacer concesiones precipitadas por miedo al aislamiento diplomático. Como los acontecimientos recientes dejan claro, Israel puede permitirse el lujo de esperar.
Fuente: Commentary
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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