El Gobierno defiende esta decisión como una “necesidad urgente y particular” por la “guerra contra el terrorismo que busca fraccionar el país”.
MARÍA VALDERRAMA
Francia busca estrechar lazos con los 1,4 millones de musulmanes del país. El Gobierno aprovecha los últimos meses de su mandato para crear un “Islam de Francia”, enmarcado por los valores y las leyes de la República, especialmente la laicidad. El ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, pasó la mañana del lunes reunido con miembros del Consejo Francés de Culto Musulmán (CFCM), parlamentarios y otros colectivos vinculados, para confirmar más tarde la creación dos instituciones que marcarán el camino de un islam francés “fuerte y tranquilo”.
En realidad, los debates y reuniones se suceden ya desde hace meses aunque ha sido la polémica por la prohibición del ‘burkini’ en una treintena de municipios del país, la que ha acelerado la creación de aquí a noviembre de, por un lado, la Fundación para el Islam de Francia, que presidirá el antiguo ministro del Interior Jean-Pierre Chevènement, y por otro lado una asociación con una misión más bien cultural.
La Fundación, a semejanza de otras fundaciones públicas como la de Notre-Dame, para los católicos, la del judaísmo o la del protestantismo, tendrá por objeto “apoyar proyectos educativos, culturales y de compromiso con los jóvenes”, por un lado, y también se responsabilizará de la “formación de los imanes, el desarrollo de la investigación de la islamología para facilitar un mejor conocimiento del islam a través de producciones literarias y artísticas”, según detalló ayer Cazeneuve en una rueda de prensa tras la reunión.
La asociación por su parte tratará de establecer una vía de finaciación paralela en un momento en el que el Estado intenta reducir la cantidad de dinero extranjero que entra en el país para construir mezquitas y otros lugares de culto. Actualmente la financiación de las mezquitas procede en un 15% del extranjero, según cifras del Ministerio del Interior. La idea es que el dinero llegue a través de contribuciones privadas y donaciones, para lograr poco a poco una autosuficiencia.
Desde principios de 2000, los sucesivos gobiernos han intentado crear instituciones de este tipo que, de momento, no han dado frutos. La Fundación, por ejemplo, fue una idea original del antiguo primer ministro Dominique Villepin, en 2004, que se quedó en papel mojado. Cazeneuve está convencido de que el resultado esta vez no será el mismo pues existe un “interés” por ambas partes y el reto hoy plantea igualmente alcanzar “objetivos culturales, educativos y sociales”.
El Gobierno defiende esta decisión como una “necesidad urgente y particular” por la “guerra contra el terrorismo que busca fraccionar el país”. El Ministro fue cauto y se expresó con calma durante casi 50 minutos en un discurso preparado con mucho tacto para dejar claro que el objetivo es luchar contra el islamismo que “llama a la violencia, al odio hacia el otro, al rechazo de los valores y las leyes de la República”.
“Esto supone también que todos los musulmanes franceses se comprometan en una defensa total de los valores de la República frente al terrorismo y el salafismo. La adhesión a los valores republicanos debe trascender todo lo demás”, reclamó Cazeneuve en aras de lograr un “Islam moderno”.
Como ya anunciaron a principios de verano, las universidades de 15 grandes ciudades del país ofrecerán un diploma a los imanes con enseñanzas enmarcadas en los valores republicanos, pero también estudios de islamología con el estudio de la lengua árabe, literatura o historia, a la que también podrán acceder el resto de ciudadanos. La prioridad pesa ahora sobre la formación de los imanes que, en su mayoría, al día de hoy se realiza en el extranjero. El Ministerio quiere que poco a poco el 100% de los imanes hayan sido formados en Francia.
Polémica por el presidente de la Fundación
A pesar de las buenas intenciones del Gobierno, el nombramiento de Jean-Pierre Chevènement como presidente de la Fundación no ha gustado a todos. Especialmente hirientes resultaron para muchos las declaraciones que hizo recientemente en una entrevista en France Inter en la que sugería a los musulmanes realizar sus prácticas religiosas de una “manera discreta” en el espacio público dada la tensión actual. Este domingo, en declaraciones a la AFP, Chevènement trataba de salir del paso asegurando que el mensaje “se dirige a todas las religiones en virtud de la laicidad”.
Poco después de estas declaraciones, muchos pedían ya la cabeza del recién nombrado presidente, como Stéphane Troussel, Presidente del Consejo Departamental de Seine-Saint-Denis, a las afueras de París, que aseguraba que sus palabras solo “multiplican la confusión y los errores”. En este mismo departamento, dos musulmanas eran increpadas en un bar este fin de semana cuando el propietario del local se negaba a atenderlas.
“Es un gran republicano, muy buen conocedor del mundo musulmán, incontestable defensor de los valores republicanos. Tiene experiencia y es neutral”, dijo ayer Cazeneuve defendiéndole. Junto a Chevènement, trabajará un director general, esta vez sí, musulmán.
Durante la controversia por el ‘burkini’, Chevènement aseguró que, a pesar de que “lo que la ley no prohibe está permitido” se plantea el problema de la “integración”. “Todas las olas de inmigrantes han hecho un esfuerzo por coincidir con los usos y costumbres del país de acogida. No estoy a favor del comunitarismo, quiero principios comunes, el debate de ideas, la igualdad de hombres y mujeres”, dijo.
Fuente:elmundo.es
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