EMANUELE OTTOLENGHI
Con la campaña presidencial a toda marcha, los medios de comunicación estadounidenses pueden ser perdonados por menoscabar la noticia de la gira por seis naciones de Latinoamérica, la semana pasada, del ministro del exterior iraní, Mohammad Javad Zarif. Su visita, sin embargo debe provocar preocupación en Washington.
Irán ha dependido hace mucho de Latinoamérica para evadir las sanciones occidentales, incluyendo, crucialmente, en tecnología de misiles balísticos. Ahora las sanciones se han ido y la actividad de misiles de Irán ya no está más prohibida, pero Teherán continúa utilizando el patio trasero de Estados Unidos para desarrollar misiles de largo alcance capaces de transportar ojivas nucleares.
Anteriormente este mes, el periodista brasileño Leonardo Coutinho confirmó la importancia estratégica de Latinoamérica para el programa militar de Irán en la revista La Veja. Coutinho expuso un documento oficial fechado el 3 de agosto del 2009, mostrando que el entonces presidente venezolano Hugo Chávez había aprobado una inversión de $1.3 millones para una empresa conjunta entre el contratista de defensa estatal de Venezuela, CAVIM, y las Industrias Químicas Parchin de Irán.
El proyecto involucraba el establecimiento y mejora de instalaciones para producir nitrocelulosa y nitroglicerina, ambos componentes claves del combustible sólido para cohetes. La cooperación entre Irán y sectores del ejército de Venezuela ha sido muy conocida durante años, pero fue la primera vez que ha surgido un documento oficial mostrando la aprobación de proyectos industriales militares conjuntos por parte de Chávez.
La suma es trivial, pero la sincronización y las colaboraciones, son de importancia crucial. El programa de misiles de Irán quedó bajo intensa presión internacional después de que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó dos resoluciones (1696 y 1737) en el año 2006, promulgando sanciones contra los intentos de adquisición de Irán.
Específicamente, la Resolución 1737 nombraba a Industrias Químicas Parchin como un actor clave en el programa de misiles balísticos de Teherán. Las sanciones de la Unión Europea y Estados Unidos aprobadas en los años 2007 y 2008 tomaron como blanco a Industrias Químicas Parchin también y buscaron congelar sus activos y bloquear sus transacciones financieras.
La aprobación de fondos llegó menos de un año después que el Tesoro de Estados Unidos tomó como blanco a la compañía iraní, dificultándole adquirir tecnología y materiales, por no hablar de pagar por ellos. Al establecer plantas en un país extranjero donde Irán ya tenía intención de crear empresas comerciales y bancarias conjuntas, Parchin encontró una salida para evadir las sanciones. Finalmente, el Departamento de Estado de Estados Unidos sancionó a CAVIM en el 2013 por este y otros proyectos conjuntos entre Irán y Venezuela, pero para entonces, Irán había tenido cuatro años calmos para avanzar en su producción de combustible sólido para cohetes.
La primicia de La Veja es por lo tanto un recordatorio de los objetivos que subyacen en la campaña de encanto de Zarif en Latinoamérica. Estos son los tipos de inversión, después de todo, que hizo Irán en Latinoamérica en la última década, partiendo de la fuerza de una alianza ideológica con regímenes de pensamiento similar que comparten el anti-americanismo de la República Islámica. El documento también reveló una falla crucial en el acuerdo nuclear alcanzado el verano pasado.
El Plan Integral de Acción Conjunto, o JCPOA, estipula que la UE quitará las sanciones a Industrias Químicas Parchin en siete años, aunque estas (y CAVIM) permanecerán bajo las sanciones estadounidenses. La Resolución 2231 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que respaldó al JCPOA, levantó enteramente la prohibición sobre la actividad de misiles balísticos de Irán, reemplazándola con un llamamiento débil a Teherán para que se abstenga de hacerlo. Como sucede, Irán ya ha conducido múltiples pruebas desde la implementación del acuerdo nuclear en enero del 2016 — muy recientemente en julio pasado.
La infraestructura que estableció Irán en Latinoamérica para hacer avanzar su programa de misiles durante la época de las sanciones ahora le facilitará a Teherán avanzar en su programa. También hará posible a los aliados de Irán, los que defendieron a su socio durante la época de las sanciones, sacar provecho en proyectos conjuntos y beneficiarse de la tecnología que Irán está desarrollando en su suelo.
Antes del acuerdo nuclear, Irán dependía de regímenes anti-estadounidenses como Venezuela, Cuba y Bolivia para resistir las sanciones a los misiles y nucleares. Ahora, cuando el acuerdo es implementado, Washington no debe mirar a otro lado cuando la República Islámica revive su infraestructura misilística en Latinoamérica.
Fuente: The Hill
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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