CAROLINE GLICK
16 años después de la fallida cumbre de Camp David, la ficción de la solución de dos estados está a punto de ser destruida de una vez por todas. La única pregunta relevante hoy es, ¿qué tiene intención de hacer Israel después?
Nos guste o no, se está aproximando rápidamente el día en que la Autoridad Palestina que hemos conocido durante los últimos 22 años deje de existir.
Las fuerzas de seguridad palestinas del líder de la AP, Mahmoud Abbas, entrenadas por Estados Unidos, han perdido el control de las ciudades palestinas en Judea y Samaria. Su burocracia financiada por Estados Unidos está a punto de perder el control sobre los gobiernos locales ante Hamas.
Y sus milicias de Fatah se han vuelto contra él.
Los expertos en asuntos palestinos Pinchas Inbari del Jerusalem Center for Public Affairs y Khaled Abu Toameh del Gatestone Institute en las últimas semanas han informado en detalle sobre la insurrección de las milicias de Fatah y líderes tribales contra la AP de Abbas.
En Naplusa, células terroristas de Fatah están en rebelión abierta contra las fuerzas de seguridad de la AP. Desde el 18 de agosto, células de Fatah han atacado repetidamente a fuerzas de la AP en intercambios letales, y según Inbari, la ciudad ahora está en un estado de “anarquía total.”
En Hebrón, los líderes tribales, más o menos durmientes durante los últimos 20 años, están regenerando una alianza tribal como un medio de eludir a la AP, la cual ya no los representa. Su primera acción importante a la fecha fue enviar una delegación de líderes tribales para reunirse con el Rey Abdullah de Jordania.
Incluso en Ramala, el asiento del poder de Abbas, la AP está perdiendo terreno ante ONGs financiadas por la U.E. que buscan limitar el control económico de la AP sobre los grupos y sus operaciones.
Toda esta lucha y maniobra está teniendo lugar contra el fondo de las inminentes elecciones municipales de la AP, agendadas para el 8 de octubre.
Se espera ampliamente que Hamas obtenga el control sobre la mayoría de los gobiernos locales en Judea y Samaria. La captura inminente de las municipalidades por parte de Hamas está probablemente jugando un rol en las decisiones de células terroristas de Fatah de rechazar la autoridad de la AP. Puede esperarse que muchas de esas células transfieran su lealtad a Hamas una vez que el grupo terrorista gane las elecciones.
Dada la derrota electoral en ciernes de su partido Fatah, más y más funcionarios de la AP se están preguntando por qué Abbas no utiliza la creciente anarquía en las ciudades palestinas como una razón para cancelarlas. Abbas parece haber calculado que Israel intervendrá y, como ha hecho repetidamente durante los últimos 20 años, cancelará las elecciones por él.
Los órganos de medios que controla Abbas están llenos de teorías de conspiración cuyo resultado final es que Israel no está cancelando las elecciones que declaró Abbas porque está en connivencia con Hamas y otros “colaboradores” para debilitar a la AP.
Si bien Israel, por supuesto, no está en connivencia con nadie, el caso es que el gobierno aparentemente ha perdido finalmente su paciencia con Abbas y está mirando más allá de él.
Repetidas denuncias airadas por parte de líderes del gobierno de Abbas por su rol líder en incitar a la violencia contra israelíes, liderar el movimiento internacional para deslegitimar a Israel, rehusarse a negociar nada con sus líderes, y radicalizar a la sociedad palestina, finalmente se están traduciendo en la política.
El anuncio reciente del Ministro de Defensa Avigdor Lieberman sobre que Israel está adoptando un enfoque de zanahorias y palos no hacia la AP sino hacia los mismos palestinos, y promoverá proyectos de desarrollo en áreas donde los niveles de terrorismo son bajos y asumirá una línea dura contra áreas donde las células terroristas están más activas, ha enviado ondas de choque a través de los palacios de Abbas.
Durante 22 años, Israel se ha inclinado ante las demandas palestinas y occidentales y aceptó hablar sólo a funcionarios de la AP y civiles palestinos autorizados por la AP para hablar con los israelíes. La decisión de Lieberman de basar las acciones de Israel en el terreno del comportamiento de los mismos palestinos en vez de actuar en concordancia con las directivas de la AP, junto con su decisión de hablar directamente con empresarios y otros palestinos, marca el final de la aceptación de esta práctica por parte de Israel.
Sin duda alguna, la voluntad de Israel de permitir que Abbas caiga es en parte una función de la creciente indiferencia más general del mundo árabe con los palestinos. Como ha documentado MEMRI, los medios de comunicación árabes están registrando creciente impaciencia con los portavoces de la AP. Comentaristas árabes han criticado duramente a funcionarios de la AP que continúan insistiendo en que su conflicto con Israel es la cuestión más urgente en la agenda pan-árabe.
La desintegración de Siria, Irak, Yemen y Libia y el ascenso de Irán como una amenaza mortal, junto con la creciente importancia de Israel como un aliado para los regímenes árabes suníes han hecho que la causa palestina se vea completamente ofensiva para grandes porciones del mundo árabe.
Parte de la voluntad de Israel de permitir que caiga Abbas también se debe a su inevitabilidad. Una vez que Hamas gane las elecciones y asuma el control sobre los gobiernos locales, la posición ya debilitada de Abbas se volverá insostenible. Como ya está sucediendo en ciudades y pueblos a lo largo de las áreas, las células de Fatah transferirán su lealtad a Hamas. Las áreas se balcanizarán y se radicalizarán aún más.
La confrontación entre Israel y los palestinos controlados por Hamas en Judea y Samaria es inevitable.
Aparte, este proceso probablemente será rápido. Así como la captura total de Gaza por parte de Hamas de las manos de Fatah sucedió aparentemente de madrugada en junio del 2007, así su captura del control sobre Judea y Samaria ocurrirá en un abrir y cerrar de ojos.
Muchos occidentales, izquierdistas israelíes y funcionarios de la AP esperan que algún milagro caiga del cielo a último momento y cancele las elecciones.
Pero incluso si eso sucede, la realidad subyacente en la cual Abbas está perdiendo rápidamente toda semblanza de control sobre los acontecimientos en Judea y Samaria no serán revertidos. Abbas ha incitado a los palestinos al punto en que ellos rechazan no sólo a Israel, sino a Abbas y la AP.
La semana pasada, el Instituto Democracia Israelí publicó los resultados de su sondeo conjunto con el Centro Palestino para Encuestas de Investigación Política con respecto a los niveles de apoyo para una solución de dos estados.
Durante una generación, los líderes mundiales nos han dicho que “todas las personas importantes” saben que la única forma de reconciliar a los palestinos e israelíes es establecer un estado palestino independiente en Judea, Samaria y partes de Jerusalem, tanto como en Gaza, aproximadamente junto a las líneas de armisticio de 1949, con intercambios de tierra entre las partes involucrando control continuo israelí sobre un pequeño porcentaje de la tierra a cambio del control palestino sobre tierras que Israel ha controlado desde su establecimiento.
La misma fórmula en que concuerdan “todas las personas importantes” supone que el estado palestino estará desmilitarizado y que Israel aceptará como ciudadanos a cerca de cien mil palestinos que fueron desplazados en 1949 en una aceptación simbólica de la demanda palestina por el llamado “derecho al retorno” de los descendientes de los árabes que abandonaron Israel en los años 1948 y 1949.
La encuesta mostraba que este plan es un elemento de no inicio para la mayoría de los palestinos e israelíes. Apenas el 46% de los israelíes acepta la fórmula y un mero 39% de los palestinos lo hace.
La propia AP rechazó la fórmula de dos estados en Camp David hace 16 años.
El proceso de paz ficticio basado en el modelo político fallido ha sido mantenido siempre por dos razones. La primera, que los sucesivos gobiernos israelíes han sido intimidados por las sucesivas administraciones estadounidenses para mantener la fe en él a pesar de su obvio fracaso.
En segundo lugar, Abbas ha construido, asegurado y mantenido su dictadura corrupta sobre la sociedad palestina bajo la obsesión del Occidente con la fórmula de dos estados.
Esta práctica le ha permitido desempeñarse en el 11o año de su mandato de cinco años en el cargo. Ha permitido a Abbas, sus hijos y sus compinches construir fortunas a espaldas de los palestinos a los que ellos presuntamente están sirviendo.
Ahora que el reinado de Abbas está terminando, el Occidente está perdiendo a su hombre en Ramala. Los sucesores de Abbas: Hamas, no estarán agradecidos a los donantes occidentales, aunque para su descrédito, los europeos con toda probabilidad les harán llover dinero en efectivo y se pondrán de su lado contra Israel.
Dieciséis años después de la fallida cumbre de Camp David, la ficción de la solución de dos estados está a punto de ser destruida de una vez por todas. La única cuestión relevante hoy es, ¿qué tiene intención de hacer Israel después?
Fuente: The Jerusalem Post
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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