Los sospechosos eternos

YEDIOTH AHRONOTH

En una carta abierta al Comisionado de Policía Alsheikh, Danny Adeno Abebe, un israelí de ascendencia etíope, resiente de ser nombrado una minoría que debe esperar ser sospechoso; los antepasados del comisionado eran inmigrantes también, después de todo.

Estimado Comisionado de Policía Alsheikh

No soy un inmigrante o una minoría. Soy un israelí con plenos derechos. Estoy aquí por derecho, no por caridad. Si soy un inmigrante, entonces también lo es usted. Sus padres, o los padres de ellos, también inmigraron a este país. Ambos estamos en el mismo barco.

Sus comentarios, como que sus elogiados oficiales de policía ven en el color de nuestra piel una razón para sospechar de nosotros como criminales, justifican sus sentimientos hacia miembros de mi comunidad porque ellos son arrestados, golpeados, y experimentan abuso sólo debido a que son los sospechosos de siempre.

Tal vez usted no sepa esto, pero el Estado de Israel es un estado de inmigrantes. Su padre inmigró a Israel desde Yemen, su madre es hija de una familia de inmigrantes de Marruecos.

Ellos inmigraron a Israel. Hubo un tiempo en que ellos también fueron tratados constantemente como sospechosos.

Ahora las tablas se han dado vuelta. Usted, el hijo de ellos, sospecha que yo soy un criminal. Yo tengo tres hijos, ellos son israelíes con cabello rizado y ahora son sospechosos ante sus ojos porque son negros.

Los comentarios descarados hechos por el Comisionado de Policía Roni Alsheikh hacia los etíopes han dejado al gato fuera de la bolsa. Como alguien que se asocia con su comunidad étnica y se encuentra con jóvenes amargados y jóvenes dañinos, siento una obligación de decirle lo siguiente:
Estamos cerca—muy cerca—de violencia similar a la que está teniendo lugar en Estados Unidos; violencia que no quisimos; violencia contra la policía. Este peligro es inminente, y palabras tales como las suyas sólo incitan a la misma juventud acosada por su policía que abre y revisa sus bolsos de izquierda a derecha y centro.

Vaya a Kiryat Malakhi, Ashkelon y Netanya y pregunte a la comunidad joven—nativos de Israel cuyo idioma nativo es el hebreo—en qué medida sus pensamientos oscuros y sus hombres de azul son responsables por hacerlos sentirse perseguidos y sentirse como extranjeros.

Pregúnteles cómo se siente cuando están ociosos sentados sobre las barandas y cada detective los detiene porque para todo oficial de policía una persona negra es siempre un sospechoso. Seguramente sus palabras justifican los sentimientos de ellos, ¿no? Ahora ellos no tienen nada que perder y están al borde. La alienación, el sentido de falta de pertenencia, las sospechas y la violencia por parte de la policía y, en forma importante, su intento miserable por justificarla, nos marca como sospechosos permanentes y nos empuja hacia el borde.

Ningún programa para tender puentes reducirá el dolor y nada cambiará en la visión distorsionada del mundo de la Policía de Israel si usted no ve a los niños israelíes exactamente como se ve a usted mismo—como judíos que llegaron a este país no como inmigrantes, sino como ciudadanos iguales e inocentes a menos que se pruebe lo contrario—así como usted.

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México

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