El “eruv” es la forma de resolver la prohibición de cargar ciertos objetos en Shabat.
MARCOS GOJMAN
El Talmud, en el tratado “Shabat”, enumera 39 categorías de trabajos que están prohibidos en Shabat. Uno de ellos, el 39, dice que está prohibido cargar cualquier cosa de un dominio privado, como nuestra casa, a un dominio público, como la calle, y viceversa. El término no se refiere a si el espacio es propiedad de alguien o no, sino a que si el espacio es cerrado o no. Esta prohibición de cargar se refiere a cualquier cosa, incluyendo el talit, las llaves de la casa, una carriola, etc.
En la antigüedad muchos barrios, como donde vivían los judíos, e inclusive ciudades completas, estaban amurallados. Esto resolvía el problema, pues los rabinos declaraban todos los espacios dentro de las murallas, como espacios privados, por lo que la gente podía cargar objetos dentro de sus límites. El carácter de privado se daba haciendo que toda la comunidad compartiera un pedazo de pan, pues el compartir el pan es una acción que se lleva a cabo en un espacio privado. Con todo, no se podían cargar objetos cuyo uso estaba prohibido en shabat, como una pluma o un paraguas. Pero si se podía cargar un sidur y un talit a la sinagoga o la llave de la casa.
Pero en la actualidad las ciudades ya no están amuralladas, por lo que el problema de cargar objetos necesarios en shabat persiste. La solución que dieron los rabinos fue el de agrupar todos los espacios de un lugar, ya sean privados o públicos y convertirlos en un dominio privado. ¿Cómo? Siguiendo esta lógica: Un muro que encierra un espacio sigue siendo un muro, aunque tenga una puerta. Por lo tanto, el muro no tiene que ser sólido, pues puede tener muchas puertas. Una puerta esta constituida por dos elementos verticales, como podrían ser dos postes y un elemento horizontal, que cierra y forma la “puerta”. Por ejemplo: Dos postes de teléfono y un cable que los une se considera una puerta, para efectos de cerrar el espacio y volverlo privado.
Así, una “pared” podría estar integrada por una serie de “puertas” formadas por postes y cables, además de muros o divisiones reales. De esta forma, se pueden cerrar grandes espacios y volverse “privados” para efectos de la halajá, y así el judío observante puede cargar en shabat. A esto se le conoce como “Eruv”. Los había en los pequeños pueblos de Europa Oriental, los “shtetl” y los hay hoy en día en muchas de las ciudades donde hay una comunidad judía de cierto tamaño.
Sharonne Cohen nos comenta que, para mucha gente, el concepto del eruv parece una simple artimaña legalista hecha para resolver la prohibión de cargar objetos necesarios en shabat. Con todo, el construirlo y mantenerlo en buen estado implica un esfuerzo de la comunidad observante, especialmente la ortodoxa. ¿Porqué entonces la insistencia de los rabinos en hacerlo?
Charlotte Elisheva Fonrobert, en su texto “The Political Symbolism of the Eruv”, entre otras cosas, nos acalara que el propósito de los rabinos de tener un eruv es más simbólico que halájico. Si no quieres violar el shabat, tienes que vivir dentro del área del eruv. Esto implica que los judíos vivan en un área determinada. Si vives fuera del eruv, no puedes participar de la celebración del shabat de forma comunitaria. Si vives fuera, estás excluido de la comunidad. Pareciera, en el fondo, que el eruv es regresar virtualmente a vivir dentro del shtetl, aunque sólo sea de forma simbólica.
Bibliografía: Artículos de Sharonne Cohen, Charlotte Elisheva Fonrobert y otras fuentes.
Fuente:alreguelajat.com
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