Israelí africano: las acusaciones de racismo de Estado son escandalosas

TEL AVIV, ISRAEL - 29 de octubre, 2012: niños inmigrantes judíos en la ceremonia de bienvenida a su llegada en un vuelo de Etiopía, en el aeropuerto Ben Gurion cerca de Tel Aviv, Israel. (Foto: Uriel Sinai/Getty Images)

SHIMON MERCER-WOOD
“Estamos comprometidos a garantizar que el Estado de Israel da la bienvenida a judíos de todos los colores”.

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – “Nosotros decimos, tenemos vidas negras que importan en África”.

“En Estados Unidos, la raza ha sido un área central de preocupación judía históricamente”.

Estas declaraciones se han hecho en el transcurso de una campaña de relaciones públicas bien orquestada para acelerar el cumplimiento de una decisión del Gobierno israelí, de 2105, que permite la inmigración de un número de ciudadanos etíopes. Estos etíopes afirman tener linaje judío como Falash Mura, descendientes de conversos al cristianismo, y lazos familiares con los judíos de Etiopía.

Mientras que el Gabinete israelí decidió que los miembros de la comunidad sean llevados a Israel, y envió esta semana un alto funcionario a Etiopía para empezar a aplicar esa decisión, defensores de la comunidad se quejan de que el proceso se ha retrasado.

Como muestran claramente las declaraciones citadas anteriormente, la campaña se ha impregnado del lenguaje de la lucha contra el racismo. El mensaje-silbato para perros de este lenguaje es inconfundible: “Israel está retrasando la ejecución de esta decisión debido a que las personas en cuestión son de color. Si fueran blancos, hace mucho tiempo que estarían viviendo en Israel”.

En  un artículo de opinión para JTA, y en declaraciones a periodistas y líderes de la comunidad, uno de los líderes de la campaña, el Dr. David Elcott, dejó la impresión inequívoca de que es una cuestión de discriminación racial.

También me encontré con el Dr. Elcott, que presentó su iniciativa como heredero del movimiento de derechos civiles. Me consumía de rabia, literalmente incapaz de dormir durante varios días. Me sorprendió la intensidad de mi reacción emocional. Después de todo, habiendo representado a Israel en misiones diplomáticas en todo el mundo durante más de 10 años, ya me había acostumbrado a escuchar muchas de esas calumnias contra el estado judío.

¿Así que por qué estaba tan enfurecido por ésta?

Con el tiempo me di cuenta de que estaba indignado no como israelí, sino como africano. Mi propio padre vino a Israel de África con la Embajada de Ghana en 1965, en plena “historia de amor” tal como se reavivó hoy entre el estado judío y el continente africano. En vísperas de la Guerra de los Seis Días de 1967, mi padre echó su suerte con la nación judía asediada y fue testigo posteriormente de su milagrosa salvación. Luego pasó a convertirse al judaísmo, se incorporó al ejército israelí e hizo de Israel su único hogar.

Orgulloso siempre de mi herencia y linaje africanos, estaba indignado por el supuesto implícito en el tenor racial de esta campaña: “Si se trata de africanos, probablemente tenga que ver con la raza. La raza es, después de todo, la propiedad esencial, la definición de los africanos, ¿verdad?”

El encuadre racial de la campaña de sus partidarios no sólo está en el lenguaje sino en la argumentación. Los defensores han afirmado que Israel aplica un estándar a los africanos negros que no aplicaba a los europeos que fueron recibidos como olim incluso cuando se cuestionaba su linaje judío. Esto es simplemente y objetivamente falso. El único criterio para hacer aliá, que en Israel es un término legalmente vinculante, es la Ley del Retorno. No habla de ser judío de acuerdo con la halajá o la ley rabínica, sino de haber nacido con un abuelo judío. La ley siempre se ha aplicado y se aplica por igual y sin vacilaciones a cualquier ser humano – de cualquier raza y de cualquier creencia.

El hecho de que el gobierno de Israel ha tenido que hacer, y está en el proceso de implementar, una decisión especial ad hoc humanitaria para facilitar la inmigración de estas comunidades en primer lugar es precisamente porque se encontró que sus miembros no cumplen los criterios de aliá establecidos en la Ley del Retorno. No obstante, en vista de las dificultades que enfrentan y por cuenta de los lazos familiares con judíos en Israel, el gobierno israelí decidió por unanimidad facilitar la naturalización de personas de estas comunidades e incluso concederles beneficios como olim.

Esto demuestra que Israel no es menos sensible a la comunidad de Etiopía, sino de hecho más sensible a su situación que a la de cualquier otro grupo en el mundo. Una vez que se ofusca este hecho, el centro de atención se dirige espontáneamente e injustamente a la cuestión de la raza.

Por otra parte, en el debate público en Israel sobre los Falash Mura y sus relaciones, las voces más firmes contra su inmigración a menudo eran de los judíos de Etiopía. Se quejaron de que los cristianos de Etiopía, que habían venido a Israel, afirmando linaje judío, no tenían ninguna intención de identificarse como judíos y que incluso continúan utilizando los mismos insultos antisemitas contra los judíos de Etiopía – “Falasha” y “Buda'” – como hacían en Etiopía. Algunos incluso reportaron intentos de estos grupos de convertir a los judíos de Etiopía al cristianismo.

Uno puede criticar a estas voces por hacer a muchos responsables de las acciones de unos pocos y por soportar rencores de larga data. De hecho, es el gran mérito del gobierno israelí que decidió permitir la inmigración de Gondar y Addis a pesar de las acusaciones. Pero las objeciones de los israelíes etíopes desmienten la idea de que la cuestión que nos ocupa es de blancos frente a negros.

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Seguir describiendo el tema como racial es síntoma de lo que cuesta ver a los africanos fuera del prisma del color de la piel. En el año y medio desde que llegué a Estados Unidos, por lo que estoy cada día realmente agradecido, me he encontrado con esta actitud en numerosas ocasiones, una experiencia no siempre agradable. En muchas mesas de cena, charlas y reuniones sociales, me han recibido con miradas incrédulas y ojos parpadeantes.

“¿No vas a hablar de tus “orígenes”?” una y otra vez vuelve la pregunta.

Para algunos en EE.UU., hay algo intrínsecamente desconcertante en un judío africano discutiendo, por ejemplo, la geopolítica de Oriente Medio y no hacer ninguna referencia a las relaciones raciales. Una vez más, se supone, si hay participa un africano, de alguna manera debe referirse a la raza.

Para que quede claro, no estoy atribuyendo esta actitud a simple racismo. La mayoría de las veces, las posiciones articuladas hacia mí en cuanto a “cuestiones raciales” son de apoyo y simpatía. Pero eso no hace que sea menos alienante la percepción de que todo lo que hago, todo lo que soy, todo en lo que participo y me preocupa de alguna manera tiene que estar en el contexto de la raza. Incluso en el caso de la campaña actual para aquellos que afirman ser Falash Mura, uno de sus defensores, mientras trataba de exhortarme a que suba a bordo, citó el Libro de Esther diciendo “tal vez este es el momento por el que llegaste donde estás”.

¿De verdad? Pensé. ¿La culminación de mi carrera diplomática se basa necesariamente en el color de mi piel?

El deseo de los judíos de Estados Unidos de ver la ejecución de una decisión humana y compasiva por el gobierno de Israel es noble. Su campaña es bienvenida y loable. Los judíos de Estados Unidos son y siempre deben verse a sí mismos como partes interesadas en el estado judío y como socios legítimos en su proceso de toma de decisiones. Esta decisión del gobierno, así como las demás, sin duda deben seguir adelante con acción efectiva y decidida. Los 50 rabinos y líderes de la comunidad que inicialmente añadieron sus nombres a una petición en nombre de los etíopes, varios de los cuales me conocen y aprecian, estaban expresando lo mejor de la herencia ética del judaísmo. Esta campaña podría ser una verdadera bendición para la comunidad y el Estado de Israel.

Recién llegado inmigrantes de Etiopía en el aeropuerto internacional Ben Gurion en Israel. (Crédito de la foto: Kobi Gedeón / Flash90)

Pero invocando erróneamente conflicto racial, apropiándose indebidamente del lenguaje de la lucha por la justicia racial en Estados Unidos e insinuando que las decisiones del gobierno israelí son denunciadas por racismo son perjudiciales, hirientes e injustas. Propagar la percepción de que Israel está en el lado equivocado de la lucha contra el racismo introduce una toxina en las relaciones entre los judíos estadounidenses e israelíes – una toxina que tomará muchos años en borrarse. ¿Quién puede esperar que los judíos jóvenes estadounidenses quieran tener nada que ver con Israel si sistemáticamente se los lleva a creer que es racista?

Por otra parte, este tipo de lenguaje amenaza con manchar y desacreditar una causa que de otro modo podría ser un bello ejemplo de conversación sincera y solidaria dentro del pueblo judío.

El cumplimiento del gobierno israelí con los restos de la comunidad Falash Mura con lazos familiares en Israel continuará, y lo mismo debe hacer la campaña en su apoyo. Pero por nuestro bien, no hagamos de esto una cuestión de raza.

(Shimon Mercer-Wood es portavoz y cónsul de asuntos de los medios en el Consulado General de Israel en Nueva York)

Fuente: The Times of Israel – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico

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