JULIE MASIS
En medio de las circunstancias que empeoran, la inmigración a Israel es una perspectiva cada vez más atractiva para los ciudadanos desesperados
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Cuando las bombas comenzaron a caer en Donetsk hace dos años, el empresario local Nikolay Liskov apenas tuvo tiempo de empacar su coche y alejarse con su esposa, embarazada de siete meses. Dejó atrás su casa y su negocio, incluso la ropa de invierno. Ese mismo día, casi fue ejecutado en un retén militar por un grupo de hombres armados a los que nunca había visto antes.
Ahora Liskov, que encontró un trabajo mal pagado en la capital de Ucrania, está tratando de alejarse aun más de esta guerra – quiere ir a Israel.
Dice que su abuela, de 76 años, recientemente le reveló un secreto de familia: es hija de una mujer judía. Es algo que los hermanos y hermanas de su abuela todavía no quieren hacer público.
“Tenían mucho miedo de decir que eran judíos, por lo que nunca hablaron de ello”, dijo Liskov.
La historia, dice Liskov, se remonta a la Segunda Guerra Mundial, cuando un policía accedió a dar a su bisabuela un nuevo pasaporte, cambiando su nombre de Gitlia a Katherine, y su etnia de judía a ucraniana, para salvarle la vida.
La bisabuela Gitlia (también conocida como Katherine) murió joven de tuberculosis y nunca le dijo a su hija, la abuela de Liskov, que era judía. Pero una noche en la década de 1960, Liskov dice que su abuela vio a su padre volver a casa borracho y llorando. Le preguntó cuál era el problema.
“Me dijo: ‘¿Puedes creer que conocí al hombre que ayudó a tu madre durante la guerra?’ Fue entonces cuando su padre le contó todo”, dijo Liskov.
Después de escuchar la historia, Liskov necesitaba pruebas. Recurrió a Nadia Lipes, una genealogista judía que vive en Ucrania.
Al principio Lipes estableció su negocio de genealogía, Jewua.info, para atender a los judíos que viven en el extranjero interesados en rastrear sus árboles genealógicos hasta a los viejos shtetls (aldeas judías) en Ucrania. Pero después de un conflicto militar de Ucrania con Rusia, comenzó a tener noticias de más ucranianos intentando desesperadamente encontrar un antepasado con una conexión judía – para repatriarse a Israel.
A pesar de las dificultades, el número de ucranianos que hacen Aliá anualmente se ha triplicado desde el inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania en 2014.
Según Avi Mayer, el portavoz de la Agencia Judía para Israel, el número de inmigrantes ucranianos de 2011-2013 osciló entre 2.000 y 2.100 por año. Este año, ya en junio, Israel ha visto 2.735 inmigrantes ucranianos. Unas 7.000 personas se trasladaron a Israel de Ucrania en 2015, y otras 6.000 en 2014.
Unos 3.500 de estos inmigrantes llegaron a través de los esfuerzos de la Fraternidad Internacional de Cristianos y Judíos, que también ayuda a su absorción con paquetes de beneficios adicionales y subvenciones a través de donaciones de cristianos evangélicos.
“Tengo tres solicitudes por día de hipotéticos judíos que dicen estar seguros de ser judíos, a pesar de que todos sus documentos dicen que son de Ucrania o Bielorrusia”, dice Lipes. “Se enfadan de verdad cuando les digo que no son judíos. Les sugiero que hagan una prueba de ADN y regresen”.
Las pruebas de ADN por sí solas no son suficientes para demostrar la judeidad por lo que a la Agencia Judía se refiere, que es quien toma las decisiones sobre la aliá, pero pueden justificar hacer un esfuerzo en una búsqueda exhaustiva. Puede suceder, por ejemplo, que la prueba de ADN de la madre muestre que es 50 por ciento judía, lo cual puede animar a un abuelo que admitir que fue adoptado, dice Lipes.
A menudo la gente contacta con Lipes simplemente porque piensan que su abuela tiene rasgos oscuros en fotografías antiguas.
“La gente dice que su abuela parece judía. [Pero les digo] que podría ser gitana, griega, armenia, o de Moldavia – el aspecto mediterráneo es similar”, dice Lipes. “La persona promedio piensa que quien tiene ojos y cejas oscuras es judía”.
En otras ocasiones, como en el caso de Liskov, las leyendas familiares resultan ser ciertas.
Liskov encontró los certificados de nacimiento de los hermanos mayores de la abuela, ‘donde el origen étnico de la madre se registra como judío, mientras que los más jóvenes, que nacieron después de la guerra, tienen certificados de nacimiento donde el origen étnico de la madre pasó a ser ucraniano.
Esto debería hacerlo apto para hacer aliá porque según la normativa israelí, la Ley del Retorno, que se basa en las leyes de Nuremberg, una persona puede inmigrar a Israel si tiene al menos un abuelo judío. (“Todos los que han hecho aliá de Ucrania eran aptos”, escribió Mayer de la Agencia Judía en un correo electrónico),
Liskov agrega que realmente le gustaría trasladarse a Israel, en parte porque tiene diabetes y la insulina no siempre está disponible en Ucrania.
“Mis amigos solían decirme en broma que soy judío porque soy inteligente y astuto, pero nunca pensé mucho en ello”, dijo Liskov. “Ahora resulta que de verdad tengo sangre judía”.
A veces, en lugar de contactar con un genealogista, la gente trata de buscar los archivos por su cuenta.
Olena Ilkova, una archivera en el Archivo de Estado de la Región Vinnytsia, dice que la carga de trabajo de los empleados de archivos se duplicó en los últimos años dado que cada vez más personas buscan antepasados no ucranianos para abandonar la nación desgarrada por la guerra.
Los documentos de archivo judíos del Imperio ruso no siempre están completos. Suele ocurrir que en una ciudad o pueblo sobrevivieron todos los datos de nacimiento y de defunción cristianos, pero los registros judíos desaparecieron, o están disponibles sólo por un número limitado de años, dice Ilkova.
“Creo que es porque hubo pogromos judíos y la guerra”, explicó. “Los libros se mantuvieron en las sinagogas. Si hubo un pogromo, nadie trató de salvar los libros que se guardaban allí”.
El deseo de encontrar antepasados judíos no siempre termina después que los nuevos inmigrantes llegan a Israel.
Daria Kurlianchick, que se trasladó a Israel hace dos años después de casarse con un israelí, recientemente contactó con un genealogista en Ucrania para mirar en una leyenda de la familia – que su abuela bisabuela (en el lado de su madre) era hija de un rabino.
Kurlianchick gastó más de mil dólares en la investigación con el genealogista, Vitaly Semionoff. Dice que le gustaría documentar una conexión judía ininterrumpida en su linaje materno con el fin de tener una boda judía en Israel, para ser enterrada en el mismo cementerio con su marido, y para que sus hijos sean reconocidos como judíos.
Al principio, el genealogista lo descartó sonriendo. Pero luego encontró los documentos de conversión de su tatara-tatarabuela de 1891.
El ancestro judío de Kurlianchick, cuyo nombre era Bluma Brodskaya, cambió su nombre a Lubov (que significa “amor” en ruso) y se casó con un campesino de Ucrania cuando tenía sólo 17 años.
“Fue muy divertido, el genealogista me escribió por Facebook, súper emocionado porque no esperaba encontrarlo”, dijo. “Creo que tuvieron seis hijos. Ella siguió teniendo hijos más allá de los 40. Creo que fue un matrimonio de amor”.
En el siglo 19 Ucrania, donde los judíos formaban un porcentaje significativo de la población, tales matrimonios no eran desconocidos.
Tanto es así que la genealogista Lipes afirma que “en Ucrania, casi todo el mundo tiene sangre judía”.
Mirando los archivos del siglo 19 en la región de Kiev encontró que unas 300 páginas cada año la ocupan nombres de judíos que se convirtieron al cristianismo.
Los descendientes de conversos, sin embargo, no son aptos para hacer aliá.
Fuente: The Times of Israel – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico
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