ANA JEROZOLIMSKI
El martes al anochecer en Jerusalem, al informarse del agravamiento en el estado de salud de Shimon Peres, quien fuera el noveno Presidente de Israel, Premio Nobel de la Paz, nos embargó una gran angustia. Por él. Por lo que significa. Por su optimismo empedernido en ver lo bueno que el futuro depara, y en lo mucho que hay que hacer y se puede hacer, para lidiar con lo malo que también trae consigo el tiempo.
Y mientras aún no se sabe cuál será el desenlace de su situación actual, queremos honrarlo en vida. Destacar lo que ha hecho por Israel y por ende por el pueblo judío, recalcar su aporte a la humanidad en general a través de su mensaje constante de fe en la juventud y en sus capacidades, recordar la sabiduría que lo guió siempre, y con la que también este martes, pocas horas antes de sentirse mal y ser hospitalizado, deleitó a un público que lo escuchó durante una hora en el Centro Peres por la Paz en Tel Aviv.
Peres, el noveno Presidente de Israel, Premio Nobel de la Paz, miembro de doce gobiernos israelíes, diputado en la Kneset durante 48 años, batió récords sin parangón. Siempre activo en las redes sociales, recabando miles de “me gusta” por cada uno de sus posts en Facebook, ingresó al libro de Guiness hace unos años por haber dado la clase por internet con mayor asistencia registrada hasta el momento. Abrigamos la profunda esperanza de que logre agregar un record más, que a los 93 años, salga de la compleja situación en la que se halla mientras escribimos estas líneas, sin secuelas graves. Que su familia lo pueda tener cerca por más tiempo, aún si también ahora está claro que fue un especial privilegiado con la vida que vivió hasta el momento. Pero más que nada, que el pueblo de Israel lo siga teniendo, con salud, con ese constante ímpetu de hacer, motivado siempre por una profunda sensación de misión, de que el tiempo pasa para hacer con él cosas significativas , aportes claros al país, al pueblo, a la condición humana.
“El mayor privilegio que una persona puede tener, es lograr dedicar su vida a su pueblo, aportar, hacer algo significativo que modestamente considera que hace una diferencia para bien”, dijo una vez. Y él lo concretó, lo llevó claramente a la práctica.
Supo luchar por la seguridad de Israel, concibiendo por un lado el desarrollo del reactor nuclear de Dimona, y ser un entusiasta defensor de la lucha por la paz, convencido de que con los amigos el diálogo ya existe y que resulta clave lograrlo con los enemigos, precisamente para forjar un futuro mejor. Supo combinar la firmeza con la flexibilidad. No es un pacifista en el sentido de oponerse como principio a empuñar un arma cuando es necesario, en absoluto, pero sí un férreo defensor de la necesidad de buscar una solución negociada con el enemigo, cuando es posible.
Enamorado del progreso tecnológico, científico y cultural, ávido lector, conocedor de culturas, curioso como un niño, avanzado en temas que para gente mucho menor que él es una enigma total, Peres está convencido de que el conocimiento rompe fronteras y divisiones.
Una de las últimas citas en su agenda antes de su hospitalización, fue con la ex Primera Dama de México y pre candidata presidencial por el PAN para las elecciones del 2018 en su país, Margarita Zavala (esposa del otrora Presidente Rafael Calderón), que visitó durante varios días el país. Hablamos con ella el martes por la noche y se sentía privilegiada por haber recibido ese “regalo” de conocer personalmente a Peres. “Fue un encuentro conmovedor con un hombre sabio que invita no a estudiar la historia sino a hacerla”, nos dijo. “Me impactó la importancia que dio a que los jóvenes sepan cuán importante es emprender, mirar al futuro, innovar”. Del encuentro, la política mexicana también extrajo consejos concretos: “Una de las tantas cosas que me dijo es que el éxito está en cuando tú puedes saber que tiene más sueños que metas alcanzadas”.
Esa impronta, la deja siempre Shimon Peres en quienes lo encuentran y pueden escucharlo. Cada vez que lo entrevistamos, sentíamos que nos hallábamos con un estadista de esos que miran más allá del tiempo y la coyuntura momentánea. Claro que también él tuvo hace años sus conflictos políticos, sus tensiones partidarias, sus rivalidades y enfrentamientos de política estrecha, de diversa índole. Fue elogiado pero también odiado y ridiculizado. Pero Peres hace ya muchos años que no se detiene a hacer cuentas con críticos y adversarios. No tiene sentido mirar hacia atrás, nos dijo en repetidas oportunidades, pero no con espíritu de desconocer la historia en forma inconsciente sino de apostar a mejorar lo que aún es posible.
No cesó nunca de hacerlo. El ya no ostentar un cargo oficial, en nada cambió su ímpetu y su motivación. A los 93 años, también siente que tiene aún mucho por hacer.
El espíritu emprendedor, sabemos, lo acompañará por mucho tiempo.
Desde estas líneas, esperamos que también lo acompañe un merecido buen estado de salud.
Fuente:cciu.org.uy
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