“Está prohibido que una persona sea cruel y se niegue a perdonar… cuando alguien se acerca a él pidiéndole perdón, debe perdonarlo con todo su corazón y con un espíritu positivo… sin buscar la venganza ni guardar resentimiento… esta es la actitud de los descendientes de Israel [zera’ Israel].”
RAB YOSEF BITTÓN
Los días de Elul son días de Teshubá. Le pido perdón a HaShem por cualquier transgresión que pude haber hecho en contra de Su Torá, voluntaria o involuntariamente.
Asimismo, debo pedir perdón a mis compañeros, amigos y familiares por las ofensas o daños que pude haberles causado.
Y también tengo que estar dispuestos a perdonar.
El verdadero “perdón” incluye la capacidad de olvidar. Tengo que recordar definitivamente las lecciones que he aprendido de todas mis experiencias negativas, ya que eso me hace crecer. Pero debo hacer todo lo posible para borrar el deseo de venganza, el resentimiento y los sentimientos de odio que podrían estar creciendo dentro de mí, sin que me esté dando cuenta.
Perdonar no significa que yo justifique lo malo o terrible que la otra persona me hizo o me dijo. No significa que tengo que reprimir todos mis sentimientos o pensamientos sobre la amarga experiencia vivida. Lo que significa es que cuando perdono, tomo distancia emocional de lo que pasó y rescato lo positivo que he aprendido.
Hay que entender que cuando no perdono estoy causando un gran daño a mí mismo. Si no elimino de mi mente los sentimientos de animosidad hacia quien me ofendió, le permito a esa persona –a su imagen y a su recuerdo negativo– apoderarse de mi atención, de mi pensamiento y de mi corazón (en algunos casos: de mi vida). Cuando no perdono, en algunos casos y sin darme cuenta, me estoy perpetuando en el papel de víctima y no me permito salir adelante. O, peor aún, inconscientemente transformo mi resentimiento en ira, y me convierto en una persona irritable. Todo y todos me enojan y me hacen perder la calma…
Es cierto que perdonar es bueno para quien me ofendió, porque le estoy ofreciendo con generosidad la oportunidad de reconciliación. Pero sin duda, quien más se beneficia del perdón es uno mismo, la víctima, quien fue ofendido. Al perdonar, yo elimino de mi sistema emocional sentimientos autodestructivos, y me permito curarme mentalmente y recuperar el control de mi estabilidad emocional.
Perdonar es un acto psicológico muy complejo y a veces emocionalmente difícil. Pero en estos días de Teshubá, cuando le estoy pidiendo a HaShem que me conceda Su perdón, debo estar dispuesto a perdonar a quienes me han ofendido.
No podemos pretender ser perdonados por Dios, si no somos capaces de perdonar al prójimo.
(Valga la aclaración, que en esta Halajá nos estamos refiriendo a perdonar ofensas menores, en particular agravios sociales, es decir, cuando un amigo, un familiar o un vecino, dijo algo negativo de mí o hizo algo que me perjudicó o me ofendió, etc. No estamos hablando de crímenes, actos de terrorismo, etc.).
Fuente: halaja.org
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