Putin resucita el KGB

XAVIER COLÁS

El presidente ruso reorganizará los servicios secretos. Creará un superministerio de espionaje con poderes extraordinarios.

Antes de cumplir un año en el Kremlin, en las navidades de 2000,Vladimir Putin reinstauró el himno soviético, aunque le puso una letra distinta. Los que le acusaron entonces de estar intentando reconstruir algunas piezas del régimen anterior no sospechaban que década y media después el mismo presidente traería de vuelta una joya soviética mucho más pesada que una partitura: la península de Crimea.

Esta semana, mientras la incontestable victoria en las parlamentarias del partido gubernamental Rusia Unida era ‘digerida’ por la clase media en Moscú y San Petersburgo (allí apenas votó el 30%), se filtraba a los medios que la tapa del baúl rojo de los recuerdos vuelve a abrirse: el KGB (o más bien una reencarnación del MGB que precedió a este famoso servicio secreto en los años cuarenta) prepara su regreso en forma de ministerio. Y una vez más la resurrección va a ser a lo grande.

Moscú planea relanzar los servicios secretos bajo una gran reorganización de sus fuerzas de seguridad y de inteligencia. El diario ‘Kommersant’ ha adelantado que habrá un “un nuevo Ministerio de Seguridad del Estado”. Si la noticia es cierta, el nuevo MGB tendrá casi tanto poder como el KGB: supervisará procesos judiciales y tendrá prioridad sobre la Fiscalía. Quedarán unidos bajo un mismo mando el Servicio Federal de Seguridad (FSB), el Servicio de Inteligencia Exterior (SVR), y buena parte del Servicio Federal de Protección (FSO), que custodia a los altos cargos del gobierno.

Regresa así el “Ministerio de Seguridad del Estado”, con poderes casi ilimitados que recuerdan a los que tuvo la KGB. Preguntado por el tema, el Kremlin ha guardado un llamativo silencio. Desde la llegada de Putin al poder hace 16 años los servicios secretos han ganado protagonismo en todo tipo de puestos a lo largo del enorme organigrama estatal ruso: el presidente ha recurrido a gente con la que había trabajado en el KGB y que tuvo a sus órdenes cuando estuvo al mando de su reencarnación en los noventa, el FSB. Una ‘casta’ que ahora se está jubilando, dejando en entorno del presidente en manos de una segunda generación con menor proyección política, ajena a los tiempos del KGB y que debe a Putin el 100% de su carrera política.

La noticia llega con la mayoría gubernamental más amplia de la historia (345 de los 450 escaños) pero con la Duma menos votada que se ha visto en Rusia desde la URSS: sólo el 47% se tomó la molestia de ir a la urna. Putin también quiere volver a fusionar la Oficina del Fiscal General con la agencia federal para los casos criminales delicados, el Comité de Investigación, dos estructuras que han protagonizado luchas de poder. El FSB sería la estructura predominante y Alexander Bastrykin, jefe del Comité de Investigación -que nació en 2011 para ser una especie de FBI ruso- es uno de los detractores del plan. Su destitución se da por segura.

También se quiere disolver el Ministerio de Situaciones de Emergencia, dividiendo sus tareas entre el Ministerio de Defensa y el de Interior. Todo sucederá antes de las presidenciales de 2018. Pero esta reforma integral de las fuerzas de seguridad ya se atisbó en primavera con la fundación de la Guardia Nacional. Esta nueva organización fue creada sobre la base de las unidades militares del Ministerio del Interior y está bajo el mando personal de Putin. Con 200.000 integrantes y destinada a contener desórdenes callejeros, es a día de hoy más bien un contrapeso de vigilancia sin capacidad de investigación. En la cúpula se encuentra un antiguo guardaespaldas del presidente, Victor Zolotov, que no tiene movilizaciones que reprimir porque el movimiento opositor no logra involucrar a la ciudadanía en su pulso al poder.

Con estas reformas el mando quedará mucho más centralizada en mandos únicos, y así podrá supervisarla en persona. Su círculo de leales ya no necesita ser tan amplio, y puede fiarse de menos gente. Ni la idea ni las siglas MGB son nuevas: el Ministerio de Seguridad Estatal lo creó Josif Stalin en 1946. Conllevó una oleada de represión entre los distintos eslabones del régimen, aunque muchas acusaciones resultaron ser falsas. No desapareció hasta la muerte en 1953 del dictador, cuya figura aprueban hoy el 52% de los rusos.

“El KGB nunca fue un servicio secreto como los de Occidente, su prioridad era proteger al régimen, no a los ciudadanos”, recuerda Andrei Soldatov, especialista en servicios secretos y autor del libro ‘La nueva nobleza’ sobre el auge de los organismos de inteligencia en Rusia. Para matar al ‘alma política’ del KGB y su leyenda negra de represiones y conspiraciones golpistas, el presidente Boris Yeltsin troceó la agencia. Durante estos años Putin ha resistido la tentación de crear una ‘superagencia’, pero sí ha sustituido el incómodo término “disidente” por el difuso “extremista”.

La reforma atiende un escenario distinto al que imperaba cuando Putin llegó al poder. Rusia tiene un papel de primer orden: sus fuerzas realizan misiones encubiertas en Ucrania y de diverso tipo en Siria. Allí han operado distintos servicios secretos. Moldavia, los Bálticos, el Cáucaso y diversos rincones de la vieja URSS pueden ser nuevos focos de inestabilidad que requiere una acción discreta. El terrorismo global es la nueva amenaza para países desarrollados, y Rusia se ha convertido en uno de ellos. Y la Guerra Fría con Estados Unidos, especialmente si Hillary Clinton se hace con la Casa Blanca, está muy lejos de haber terminado.

Controles sobre ciudadanos y espías

Los expertos están divididos sobre si el objetivo de Moscú es endurecer el control sobre la gente o sobre los espías. O si simplemente se pretende evitar los conflictos entre departamentos. Durante los últimos años han sido habituales los choques entre distintos departamentos: el Comité de Investigación, la Fiscalía General, el Ministerio de Interior y el Servicio Federal de Seguridad. Incluso en el más reciente caso de espionaje contado los medios de comunicación, el ‘hackeo’ del Partido Demócrata de EEUU, se detectó el rastro de dos agencias rusas distintas. Pero hasta la fecha al menos estos organismos se vigilaban entre sí y suministraban a Putin distintos puntos de vista sobre lo que pasa dentro y fuera de Rusia: “Ahora no habrá servicios de inteligencia fuera del servicio de inteligencia” recuerda el analista Mark Galeotti, investigador del Instituto de Relaciones Exteriores de Praga.

El esquema que ha habido hasta ahora era además una manera de evitar un posible golpe de estado, pues ninguna agencia tenía todo el poder. Ahora el engranaje será mucho más personalista: ya no vela por el Estado una corte de elegidos, sino un ex espía divorciado que el mes que viene cumplirá 64 años. Pero como le dijo Putin a su biógrafo: “Algunas veces un solo hombre puede lograr más que un ejército”.

Fuente:elmundo.es

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