ERIC SCHULMILLER
Escrita hace más de 1.000 años, una oración permanece a la espera en el corazón de todos los servicios de las Altas Fiestas: U’netané Tokef (traducción: “Concedemos a este día su Poder”).
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Como si fuera la voz en off de un trailer de una nueva temporada de “Juego de Tronos”: “En Rosh Hashaná se escribe, en Yom Kipur se sella: ¿Quién vivirá y quién morirá? ¿Quién por el fuego y quién por el agua, quién por la espada, y quién por animales … quién por terremotos y quién por la peste, quién por estrangulamiento y quién por lapidación … ¿quién se salvará, y quién será destruido?”
Es una obra existencial – una pregunta sin respuesta. Sin embargo, este pasaje triste termina con una nota de esperanza: “Pero teshuvá, tefilá y tzedaká … moderan la severidad del decreto de la vida”. Los sabios judíos ponen sucesivamente estos tres valores, que podrían traducirse como arrepentimiento, fe y generosidad, como una manera de salir de las dificultades inevitables de la vida. Es cierto que no siempre podemos controlar lo que nos pasa, pero una vida vivida de acuerdo con estos ideales será infinitamente más soportable.
Como miembro del equipo de una sinagoga, mi trabajo no sólo consiste en cantar estas frases antiguas, sino también ayudar a que la gente las conecte a la página de su vida cotidiana. A tal fin, ofrezco tres piezas de tecnología moderna (¡todas inventadas por judíos!) que son equivalentes a la antigua “tecnología” judía de teshuvá, tefilá y tzedaká. Tal vez visto a través de esta lente de las Altas Festividades, estos tres inventos puedan arrojar algo de luz sobre el triple camino de los rabinos hacia un buen año y una buena vida.
El palo de selfie, 2005 (EL INVENTOR: Wayne Fromm, judío canadiense y eterno promotor del bagel retorcido estilo Toronto)
La palabra teshuvá significa literalmente “girar, torcer”, o, más precisamente, “volver”. El llamado a la teshuvá en las Altas Fiestas es una exhortación a volver a nuestro ser más verdadero, lo que puede lograrse sólo después de echar un vistazo largo y tal vez doloroso a fondo a nosotros mismos y el año que hemos vivido – no de forma aislada, sino en el contexto de lo que más queremos. Implica tomar una perspectiva muy necesaria, y la postura del que toma la foto de selfie coincide con la de los brazos suplicantes y ojos levantados, las rodillas dobladas, replanteando nuestra mirada para incluirnos en el contexto de las personas, lugares y momentos que forman la base de nuestra existencia.
Autocorrector, 1972 (EL INVENTOR: Warren Teitelman, que ideó una filosofía de computación llamada “Do What I Mean” (DWIM), en la que las computadoras podían reconocer errores obvios y corregirlos automáticamente en código de programación – y, finalmente, en los percances de la conversación humana cotidiana)
El significado de la raíz de la palabra tefilá gira en torno a la noción de intervenir, mediar. El verbo hebreo “orar” está en forma reflexiva; es a la vez una auto-rendición de poder y una petición a un poder superior para que intervenga en nuestro nombre. Del mismo modo, nuestros mensajes de texto toman el pulso rápido y rítmico del ‘shuckler’ jasídico – queremos que nuestros mensajes sean recibidos con urgencia, aun a costa de sacrificar la corrección (y, a menudo, incluso la selección de las palabras) en aras de la fluidez de la conversación, mientras damos un salto de fe y permitimos que la inteligencia artificial de nuestro teléfono haga su mejor conjetura en cuanto a nuestras intenciones sintácticas. Como pueden dar fe numerosos sitios web dedicados a fallos de texto, esto a menudo puede dar lugar a desvíos inesperados en nuestras conversaciones – a veces hilarantes, a veces mortificantes, a veces sorprendentemente poéticas o fortuitas. Contactamos y esperamos lo mejor, pero tenemos que estar dispuestos a perdonarnos a nosotros mismos, y a los otros, por los problemas técnicos inevitables que causarán dolor, incomprensión o vergüenza en el año que ha pasado, y en el año venidero. Es el precio que pagamos por relaciones basadas en la promesa de reciprocidad y conexión.
Borrador de lápiz incorporado, 1858, (EL INVENTOR: Hyman Lipman, que vendió su patente original en 1862 por $ 100.000 – equivalente a millones de dólares en 2016)
La pluma es más poderosa que la espada, sobre todo cuando es blandida por un arrogante ejecutor de crucigramas en sábado. Sin borrador, el rechoncho lápiz no deja lugar a la “creatividad” después de una reflexión posterior o arrepentimiento por una pelota mal jugada. Pero el icónico lápiz con punta de goma de borrar es un humilde recordatorio de nuestra falibilidad humana. Mientras sujetamos nuestro [lápiz] Nº 2, comenzamos cada trazo de creación recordando que seguramente cometeremos errores en el camino. Sin embargo, el propio borrador es una herramienta imperfecta: Cuando frotamos la pequeña protuberancia rosada del perdón atrás y adelante sobre nuestros errores de grafito oscuro, todavía nos quedamos con el vago recuerdo de nuestros pecados originales. Podemos escribir (y sobrescribir) nuestros errores, pero las huellas siguen allí.
Después de borrar, sacudimos la mano por encima de la página del año pasado y realizamos un gesto culminante que imita el generoso acto de tzedaká que debemos mostrar en cada nuevo año, porque mejora la dureza de los juicios decretados contra nosotros y los demás. Las mejillas se inflan al estilo Gillespie (como si fuera a soplar las velas en una torta de cumpleaños), enviamos las virutas de goma color rosa en una exhalación de alegría del perdón. No nos permitamos vernos inmersos en el sentimiento de culpa y recriminación de los errores del pasado, porque su presencia fantasmal todavía se siente en el momento presente.
Si somos generosos uno con el otro, se escribirá en el Libro de la Vida. Que la culpa y el rencor sean condenados, ¡¡este será un año dulce!!
Eric Schulmiller es el cantor de la sinagoga Reconstruccionista de la costa norte. Twitter, @WWHipster
Fuente: Forward – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico
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