JONATHAN GREENBERG
El Departamento de Estado y la ADL conspiran contra Bibi Netanyahu por llamar a las cosas por su nombre.
Cuando recordamos el 23o aniversario del apretón de manos en el jardín de la Casa Blanca entre el fallecido primer ministro israelí Yitzhak Rabin y el architerrorista reincidente palestino, Yasser Arafat. El jefe de una institución judía, que una vez fue grande, ha ilustrado nuevamente cómo los Acuerdos de Oslo han distorsionado nuestra capacidad de ver las cosas como son.
Hace poco el primer ministro israelí publicó un vídeo en Facebook nombrando correctamente como “limpieza étnica” a la política de la Autoridad Palestina de requerir que su futuro estado sea Judenrein. Merriam-Webster’s define limpieza étnica como “la práctica de quitar o matar gente que pertenece a un grupo étnico que es diferente del grupo gobernante en un país o región.” Y es un término perfectamente razonable, ni siquiera estoy seguro de por qué es tan controvertido, para aplicar a la política declarada de la AP.
El Departamento de Estado de John Kerry, con el que siempre se puede contar para arruinar ostentosamente, respondió que los comentarios del Primer Ministro eran “inapropiados e inútiles” y lo acusó de decir que “los que se oponen a la actividad en asentamientos o la ven como un obstáculo para la paz de alguna forma están llamando a la limpieza étnica.” En verdad, el Primer Ministro no dijo nada de ese tipo, por supuesto, pero si el Departamento de Estado no permite que el gentío de las ONG y el activismo en derechos humanos sepan que está ofendido, ellos podrían perder la oportunidad. No se puede tener un choque en cadena contra Bibi a menos que alguien comience el choque, ¿verdad?
No contento con dejar que el Departamento de Estado se ensucie solo, Jonathan Greenblatt, ex funcionario del gobierno de Obama y el nuevo director de la Liga Anti-Difamación (ADL), la semana pasada calumnió al Primer Ministro del único estado judío del mundo en un artículo en Foreign Policy. ¡Llamando a la acusación de limpieza étnica un “espantapájaros inapropiado!
Greenblatt concluyó: como el término “genocidio,” el término “limpieza étnica” debe ser restringido a describir de hecho la atrocidad que sugiere — en vez de distorsionarlo para ajustarse a fines políticos.
¡Convenido! Lo cual es el motivo por el que es importante recordar que un estado palestino sin judíos es la posición declarada de múltiples líderes palestinos durante múltiples años. Ellos generalmente (pero no siempre) son lo suficientemente inteligentes como para decir que los judíos pueden permanecer, pero los “colonos” deben marcharse. Esa es una de esas sutilezas sin sentido que apelan a la idiotez útil de la izquierda occidental pro-palestina. En realidad, por supuesto, como los judíos que están viviendo en la Margen Occidental viven todos en comunidades que los palestinos llamarían “asentamientos” — los que, para ellos, incluyen a la Ciudad Vieja de Jerusalem y suburbios de la capital israelí — la implicación práctica es una “Palestina” libre de judíos.
El Departamento de Estado de John Kerry, con el que siempre se puede contar para arruinar ostentosamente, respondió que los comentarios del Primer Ministro eran “inapropiados e inútiles” y lo acusó de decir que “los que se oponen a la actividad en asentamientos o la ven como un obstáculo para la paz de alguna forma están llamando a la limpieza étnica.” En verdad, el Primer Ministro no dijo nada de ese tipo, por supuesto, pero si el Departamento de Estado no permite que el gentío de las ONG y el activismo en derechos humanos sepan que está ofendido, ellos podrían perder la oportunidad. No se puede tener un choque en cadena contra Bibi a menos que alguien comience el choque, ¿verdad?
No contento con dejar que el Departamento de Estado se ensucie solo, Jonathan Greenblatt, ex funcionario del gobierno de Obama y el nuevo director de la Liga Anti-Difamación (ADL), la semana pasada calumnió al Primer Ministro del único estado judío del mundo en un artículo en Foreign Policy. ¡Llamando a la acusación de limpieza étnica un “espantapájaros inapropiado!
Greenblatt concluyó: como el término “genocidio,” el término “limpieza étnica” debe ser restringido a describir de hecho la atrocidad que sugiere — en vez de distorsionarlo para ajustarse a fines políticos.
¡Convenido! Lo cual es el motivo por el que es importante recordar que un estado palestino sin judíos es la posición declarada de múltiples líderes palestinos durante múltiples años. Ellos generalmente (pero no siempre) son lo suficientemente inteligentes como para decir que los judíos pueden permanecer, pero los “colonos” deben marcharse. Esa es una de esas sutilezas sin sentido que apelan a la idiotez útil de la izquierda occidental pro-palestina. En realidad, por supuesto, como los judíos que están viviendo en la Margen Occidental viven todos en comunidades que los palestinos llamarían “asentamientos” — los que, para ellos, incluyen a la Ciudad Vieja de Jerusalem y suburbios de la capital israelí — la implicación práctica es una “Palestina” libre de judíos.
Por otro lado, la Autoridad Palestina y la sociedad palestina en general están indiscutiblemente inundados de odio al judío. Greenblatt lo dice en su artículo. Diarios, televisión, música, y otros motores de cultura bombean las peores calumnias imaginables sobre los judíos. Los sondeos indican que este intento aprobado oficial y conscientemente por inculcar en forma masiva el odio al judío ha funcionado en forma espectacularmente bien. Si los judíos quisieran permanecer en, digamos, Hebrón (el sitio de entierro de los patriarcas judíos y una ciudad en la cual los judíos han vivido durante miles de años), ¿cómo imagina el liderazgo de la Liga Anti-Difamación que ocurra eso si no es en un “asentamiento”? Entonces, si no hay ninguna forma realista en que un judío podría vivir en un futuro estado palestino sin la seguridad de un “asentamiento,” y no es permitido ningún “colono”, ¿cuál es la diferencia entre esa realidad y la limpieza étnica?
Como parece ser siempre, el verdadero problema aquí es que Greenblatt — como el Departamento de Estado — no puede soltar la fantasía de los Acuerdos de Oslo. Los Acuerdos de Oslo, ustedes pueden recordar, son los acuerdos del proceso de negociación con sede en Noruega que llevó a esa ceremonia famosa y malograda en el jardín de la Casa Blanca hace 23 años. Estuvimos tan tentadoramente cerca, que seguir adelante es el único recurso.
Pero no estuvimos cerca. Ahora sabemos que Arafat nunca tuvo intención de aceptar un Estado palestino lado a lado con la Israel judía. Después de rechazar ofertas generosas de los sucesivos gobiernos israelíes (no crean mi palabra, pregunten a destacados derechistas como Bill Clinton), Arafat dio inicio a una guerra terrorista contra los civiles israelíes. Su sucesor, Mahmoud Abbas, está demasiado interesado en seguir vivo como para acceder a sentarse con Netanyahu, mucho menos llegar a algún acuerdo. Y, si él accediera a algo, es demasiado débil como para implementarlo. Los israelíes observaron cómo todos los residentes judíos fueron expulsados de Gaza por sus propios soldados sólo para que el enclave costero fuera conquistado por Hamas y convertido en una base terrorista.
Los resultados netos de Oslo son una posición negociadora debilitada para Israel, un movimiento internacional anti-Israel ascendente que incluye a demasiados en los márgenes de la comunidad judía, y tensiones aumentadas drásticamente entre las comunidades judías israelí y estadounidense. Aun cuando Oslo fue un intento válido hace 23 años, ese tiempo ha pasado. La promesa vacía de una paz inminente, diferida por líderes poco diplomáticos llamando a las cosas como son, sólo mantiene su poesía para los ignorantes y los voluntariamente ciegos.
Uno espera esta tontería del Departamento de Estado, especialmente este. Que decepcionante llegar a esperarlo de la Liga Anti-Difamación también.
Es hora de detener el sangrado, renunciar a la fantasía de Oslo, y comenzar a llamar como lo que son a las aspiraciones palestinas a un estado libre de judíos: intento de limpieza étnica.
Fuente: The American Spectator
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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