R.M.
El Archivo Nacional Británico saca a la luz los documentos que relatan la vida familiar de Garbo y su mujer Araceli.
El curso de la historia podría haber cambiado por una discusión de pareja. Araceli González, esposa del espía español Juan Pujol, “alias Garbo”, no soportaba la vida a la que su marido la tenía sometida. En lugar de quedarse callada, amenazó con poner en riesgo el desembarco aliado de Normandía, según han revelado el Archivo Nacional Británico, que mantenía estos documentos en secreto.
La historia se remonta a inicios de la Segunda Guerra Mundial. Garbo era un espía español que había desarrollado un gran rechazo a fascistas y comunistas por su vivencia de la Guerra Civil española en Cataluña. Intentó entonces colaborar con el MI5 británico, ofreciendo sus servicios en la Embajada en Madrid. Los británicos, sin embargo, le rechazaron. Entonces el espía se acercó al Tercer Reich con la intención de trabajar desde dentro como agente doble. Inicialmente operó desde Lisboa, haciendo creer a la inteligencia alemana que estaba con base en Inglaterra, donde había desarrollado una red falsa de espionaje.
El MI5 había seguido sus pasos y finalmente contó con él. Más tarde, le trasladarían a Harrow, una población cercana a Londres. Desde allí, Garbo continuaría con su labor de contraespionaje como agente encubierto del MI5. Enviaba informaciones confusas a los alemanes, que no dudaban de su compromiso con el Reich.
Pero entonces comenzaron los problemas. Araceli permanecía encerrada en casa y no tenía ninguna vida social. No hablaba inglés y no podía relacionarse con nadie. Garbo incluso le prohibió tener contacto con otros círculos de españoles en Londres por el temor a que espías de Franco (aliado de Hitler) pudieran sacarle información, y finalmente descubrirle. Ni siquiera le dejaba cartearse con sus amistades en España.
Mientras, en su locura, Garbo había engañado a los servicios de inteligencia alemanes sobre el lugar exacto del Día-D. Les comunicó que el 6 de junio de 1944 los aliados tenían planeado llegar a Paso de Calais y no a Normandía, como finalmente sucedió.
La situación familiar empeoró, hasta el punto que Araceli amenazó a su marido y a su supervisor del MI5 Tomas Harris con ir a la Embajada española a destapar la información. Después de varios intentos infructuosos, vio en este el único recurso para garantizarse su regreso a España, junto a su hijo. “¡No soporto vivir 5 minutos más con este hombre!”, le espetó Araceli a Harris, según los documentos. “Aunque me maten, yo me voy a la embajada española”.
Ante la inminencia del desastre para la operación aliada, Garbo ideó un engaño para evitar que su mujer ejecutara el plan. El espía simuló que los británicos lo encarcelaban por intentar defenderla. El MI5 lo mantuvo bajo custodia y llevaron a Araceli a verle a la celda ficticia. Le dijeron que lo liberarían si ella desistía en su intento de volver a España.
Finalmente, el Día-D fue en Normandía, mientras en Paso de Calais se concentraban la mayoría de las tropas de defensa nazi. Un año después, los aliados llegaron a Berlín. Ahora sabemos que Araceli González fue la víctima silenciosa y desconocida de una operación que cambió el curso de la historia.
Fuente:playgroundmag.net
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