Cada joven debería presentar un documento, oficial antes de ser admitida para realizar estudios superiores.
ALICIA ALAMILLOS
Un parlamentario egipcio ha sugerido que las universitarias tengan que someterse a un «test de virginidad» antes de continuar con su educación. «Y que la universidad se lo comunique a los padres de las que no puedan demostrarlo», añadió en una declaraciones que han desatado una ola de indignación en el país norteafricano, donde muchas mujeres han levantado la voz ante una propuesta «ridícula y retrógrada», pero que no viene sola.
«A cualquier joven que entre en la universidad le tenemos que comprobar su certificado médico, para probar que es una ‘señorita’. Así cada joven debería presentar un documento oficial, antes de ser admitida a la universidad, que certifique que es ‘señorita’», ha sostenido el político El-Hany Agina, utilizando el término «Miss» o «señorita» para referirse a una mujer virgen, una mujer no casada.
Según Agina, quien además es miembro del Comité Parlamentario para los Derechos Humanos, esta medida ayudaría a limitar los matrimonios conocidos como «urfi» –realizados casi en la clandestinidad y con sólo un par de testigos, que al popularizarse entre los jóvenes han sido considerados por algunas autoridades religiosas como una forma de mantener sexo prematrimonial–. La propuesta de Agina ha sido apoyada por otro parlamentario, Yusri Al Magazi, quien aseguró que aseguró que «la joven que sabe que será sometida a ese examen no cometerá un error, porque sabe que el examen la pondrá en aprietos ante su familia», recoge Efe. También criticó la vestimenta de las jóvenes, «como bailarinas de danza del vientre».
El Consejo Nacional para las Mujeres (ENCW) ha anunciado que presentará una demanda contra Agina por sus «declaraciones ofensivas en contra de la mujer en Egipto», según recoge el diario Al Ahram. La ONG egipcia ‘Centro de Igualdad para el Entrenamiento y la Consultoría’ señaló a través de un comunicado que «estas declaraciones, que muestran claramente una hostilidad hacia las mujeres y sus derechos, no son espontáneas, sino que reflejan pensamientos retrógrados y oscuros que profesan estos diputados hacia las mujeres y las jóvenes de Egipto».
No es la primera vez que El-Hamy Agina causa polémica por sus declaraciones machistas. A principios de septiembre, en una entrevista retrasmitida por la televisión local, abogó por la legalización de la mutilación genital femenina (FGM, en inglés), ritual muy extendido en Egipto y partes de África subsahariana, en el que clítoris que las niñas o adolescentes es extirpado en el mejor de los casos, mientras que a veces son también eliminados labios mayores y menores y cosida la vagina, con la intención de limitar la libido de la mujer.
Para Agina, esta brutal operación, que una encuesta del Instituto de Salud y Demografía egipcio en 2015 estima sufren todavía en torno al 92% en las mujeres de edad reproductiva (15 a 49 años) y del 61% entre las jóvenes de entre 15 y 17, resulta útil para «limitar la libido de las mujeres», ya que los hombres egipcios «son débiles en el ámbito sexual» y no pueden satisfacerlas.
Apenas unos meses antes de las declaraciones del parlamentario, una niña de 17 años moría en Suez como resultado de la mutilación genital a la que había sido sometida.
En 2008, el Gobierno egipcio declaró ilegal la FGM, y en septiembre de este año el Gabinete ministerial aprobó un nuevo proyecto de Ley para intensificar las penas: de los 2 a 3 años de cárcel de la ley actual, pasarían a 5-7 años, 15 en caso de que la joven muera o quede incapacitada. Para los acompañantes y cooperadores necesarios, serán entre 1 y 3 años de prisión. «Es un paso adelante, pero se necesitan más reformas legales», declaró al respecto Rothna Begum, de Human Rights Watch. Especialmente, la falta de investigación y procesamiento de los implicados.
Para Agina, sin embargo, la FGM resulta necesaria: «Es mejor que una mujer se someta a la FGM, lo que ayudará a que se mantenga junto a su hombre».
Agina solo recogía el testigo. El pasado julio, Ahmed El-Tahawy, parlamentario miembro del Comité de Sanidad de la Cámara de Representantes se pronunciaba en términos similares: «Como doctor», El-Tahawy consideraba que «dejar a una mujer sin circuncidar está mal. Además, la mujer no sufre en la operación de circuncisión».
Según el Centro Egipcio para los Derechos de la Mujer (ECWR), el parlamentario estaba enviando un mensaje a la ciudadanía que incitaba a cometer crímenes y violencia hacia las mujeres. Así es como el todavía algunos parlamentarios egipcios «hablan a sus mujeres, en pleno 2016».
«Bueno, ni siquiera es ‘cómo el Gobierno habla a las mujeres’, porque eso implicaría que las consideran seres con igualdad de derechos y que deben ser respetados. Lo que estos parlamentarios hacen es hablar ‘sobre’ las mujeres. Cómo deben ellos aplicar más restricciones a las mujeres», comenta a ABC la especialista en temas de género del grupo Iniciativa Egipcia por los Derechos Personales (EIPR) Dalia Abd El Hamid .
89 parlamentarias
Las últimas elecciones parlamentarias egipcias hicieron historia con el mayor número de mujeres con un asiento en la Cámara de Representantes, 89 del total de 596. Y sin embargo, no es suficiente, denuncian organizaciones proderechos humanos, pues en los Gabinetes ministeriales la representación apenas se queda en un 11,4%.
Egipto está entre los 10 peores países en igualdad de sexos, según el Índice de la Brecha Global de Géneros de 2015, publicado por el World Economic Forum. En 2013, Naciones Unidas estimó que el 99,3% de las mujeres egipcias han experimentado acoso. Grupos de la sociedad civil egipcia han luchado durante años contra el acoso, si bien las leyes no llegaron hasta 2014, cuando se ratificó una nueva ley al respecto. A pesar de eso, el actual Gobierno de Abdelfatah Al Sisi prefiere acallar a los grupos que denuncian este fenómeno: en la última fiesta musulmana del cordero, se prohibió la presencia de «grupos anti-acoso» en las calles.
El acoso es una de las lacras de Egipto, de la que el país y la opinión pública fue dolorosamente consciente tras las protestas en Tahrir, que en la plaza acabaron en violaciones. Muchas mujeres, especialmente en protestas sociales organizadas en los últimos cinco años, eran violadas y maltratadas por la propia Policía, en lo que la directora del Centro Al Nadeen para víctimas de la tortura, Aida Seif, señala como una «política gubernamental», que pretende mantener a las jóvenes alejadas de las calles y la esfera pública.
«Ha sido siempre así, desde el miércoles negro el 25 de mayo de 2005, cuando Mubarak (usó este tipo de violencia) en contra de las mujeres, para asustarlas y sacarlas de las calles», afirma Seif en una entrevista con ABC.
En 2015 el FIDH publicó un informe titulado «Egipto: Mantener a las mujeres fuera; violencia sexual en la esfera pública», que documentó los asaltos contra mujeres entre noviembre de 2012 y enero de 2014. «Los sucesivos gobiernos han fallado a la hora de tomar medidas para impedir esta violencia, y los crímenes siguen sucediéndose con completa impunidad», se puede leer en el informe.
«Los asuntos de la mujer son asuntos de interés público. La violencia contra las mujeres, tanto como cualquier otro crimen, concierne a la sociedad entera. Se necesitan respuestas que incluyan tanto a la sociedad como al Estado», señalan desde la organización egipcia Nazra para los estudios feministas.
Fuente:abc.es
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