Decenas de miles de judíos de todo el mundo se concentraron esta madrugada ante el Muro de los Lamentos de Jerusalem para una multitudinaria ceremonia de penitencia antes de que comience hoy, al caer el sol, la jornada del Yom Kipur, la más sagrada del calendario hebreo.
ELÍAS L. BENARROCH
En una manifestación espiritual en la que aunaron sus peticiones de clemencia al creador, y encabezados por tres grandes rabinos, el sefardí Itzjak Yosef, el askenazí David Lau y el del Muro de los Lamentos, Shmuel Rabinovich, los miles de fieles se entregaron al éxtasis de las “slijot” -literalmente “perdones”- en una ceremonia que va ganando adeptos de año en año.
“Está escrito que este es el lugar del que la Shejiná (presencia divina) no se mueve nunca. Así que venimos aquí a pedir clemencia a Dios antes del Yom Kipur”, dijo a Efe Eliyahu Cohen, de Tel Aviv, al concluir las oraciones.
Hombres, mujeres y niños -algunos ya dormidos en el suelo- se dieron cita así frente al único vestigio del bíblico Templo de Jerusalén, epicentro de la espiritualidad judía desde su destrucción en el 70 d.C., para prepararse de cara a esa jornada sagrada.
Lamentos, plegarias, cánticos poéticos y todo tipo de penitencias formaron parte de un ritual que se remonta a la Edad Media, y que no deja de ser un auto de fe colectivo ante el que consideran su único Señor y Dios.
“Las ‘slijot’ se rezan todo el último mes del año (hebreo) para pedir perdón por todos los pecados que hemos hecho durante el año. Venir al Muro en un momento tan bonito y tan especial como este es algo que aprecio bastante”, destacó Isaac Bendahán, un joven de las islas Canarias (España) que se encontraba hoy en la ceremonia.
Junto a él, todo un grupo de judíos de países de América Latina que no han querido perderse la oportunidad de presenciar este inusual ritual.
En un símil con los inquisitoriales autos de fe, en las “slijot” los feligreses judíos abjuran de sus pecados, muestran su arrepentimiento públicamente y exponen su adhesión al dios de Israel proclamando una y otra vez los “Trece atributos de la misericordia” divina, según el libro del Éxodo.
Pero a diferencia de aquellos, las “slijot” son un acto completamente voluntario y en el que no cabe la imposición de ninguna autoridad terrenal; debe ser completamente sincero.
Entre los rezos destacaron una “confesión” colectiva de pecados y la “anulación de votos y promesas”, dos declaraciones públicas esenciales antes de suplicar el perdón divino y que despertaron el fervor de los participantes.
También se escuchó esta madrugada el fuerte sonido del “shofar” o cuerno ritual, cuyo propósito es “despertar la misericordia divina y los corazones de la gente”, a decir de Cohen.
Y es que las “slijot” son el término genérico para el compendio de oraciones y cánticos de lo que no deja de ser una noche de expiación antes del Día del Perdón, que los rabinos recomiendan hacer de forma colectiva para que las voces de todo el pueblo de Israel “se oigan mejor en el cielo”.
Esta práctica religiosa difiere según el origen de los judíos y mientras los sefardíes (oriundos de la España medieval) celebran el ritual desde 40 días antes del Yom Kipur, los askenazíes (centroeuropeos) las restringen a entre 12 y 15 días.
La de hoy atrajo a multitudes porque era la última vigilia antes del que los judíos observantes consideran su juicio divino, el momento en el que dios decide si los inscribe o no en el libro de la vida durante el próximo año.
“Cuando Moisés recibió la Torá rompió las tablas al ver el becerro de oro y volvió a dios a pedirle perdón, y éste le perdonó al cabo de 40 días en el día de Yom Kipur”, explicó el ultraortodoxo Cohen sobre el también denominado “Sábado de sábados”
Paradójicamente, la ceremonia no suele atraer a demasiados ultraortodoxos -celebran el ritual en sinagogas de forma más íntima-, por lo que hoy era más notoria la presencia de judíos tradicionalistas.
Y es que la del Muro de las Lamentaciones es un colorido evento religioso que ha ido ganando adeptos en las últimas dos décadas, requiriendo un vasto despliegue policial por toda esa zona, que Israel ocupó en 1967 y se anexionó años después.
Mientras, la ciudad sucumbía a un gran atasco debido a que miles de agentes cerraron el tráfico en todos los accesos a la ciudadela y se desplegaron en sus estrechas calles y tejados para dirigir al público y vigilar la zona.
Las medidas de seguridad han sido extremadas a raíz de la muerte el domingo de dos israelíes en un ataque palestino y con el fin de evitar sucesos similares durante la sensible jornada del Día del Perdón.
En este día, los observantes respetan un estricto ayuno de 26 horas y se entregan al rezo en las sinagogas, mientras el país se paraliza por completo por el cierre de fronteras, la interrupción absoluta del transporte y la clausura de establecimientos comerciales.
Fuente:elperiodicodemexico.com
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