IRVING GATELL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – La delegación palestina promovió una nueva resolución en la UNESCO, que fue aprobada ayer en una primera instancia, según la cual los judíos –y por ende, el Estado de Israel– no tenemos ningún vínculo con el Monte del Templo en Jerusalén. El texto identifica este lugar como sagrado sólo para los musulmanes, excluyendo de ese modo a cristianos y judíos.
Pareciera una victoria para los palestinos, pero hay un trasfondo que no debería resultarles nada agradable ni alentador. En realidad, visto fríamente, dicho trasfondo señala que los palestinos han sufrido una terrible derrota.
Lo primero que hay que señalar es que Irina Bokova, Directora General de la UNESCO, de inmediato ha hecho pública una fuerte condena a la aprobación preliminar de la resolución, señalando que el estatus de Jerusalén como “patrimonio de la humanidad” está basado, justamente, en su pluralidad incluyente, por lo que un texto que atenta contra esa identidad va en contra de los objetivos del organismo.
Parece lo más sensato, pero la realidad es que es una reacción atípica. En otras ocasiones, la UNESCO se comportó con un cinismo desenfadado y mantuvo a ultranza sus posturas anti-israelíes (como cuando declaró “sitio sagrado del Islam” a la Tumba de Rajel, un lugar judío que nunca fue de interés alguno para ningún musulmán).
El hecho de que Bokova no haya esperado prácticamente nada para fijar su postura abiertamente en contra de la resolución promovida por Palestina, es –fuera de toda duda– un severo golpe político. Los palestinos, si son apenas un poco perspicaces, ya debieron notar que han perdido un poderoso apoyo en la UNESCO.
No es la única situación similar. Hillel Neuer, director de la ONG UN Watch, ha señalado muy acertadamente que el apoyo prácticamente incondicional que en otros tiempos tuvo la delegación palestina, en esta ocasión se fracturó. Y de un modo muy severo y sensible.
Por ejemplo, Francia cambió su voto a favor previamente anunciado y se abstuvo en la votación. Tradicionalmente, Francia ha sido uno de los países más abiertamente anti-israelíes en la diplomacia internacional. Sus posturas pro-palestinas siempre llegaron al extremo de lo absurdo, y nunca fue un secreto que esto se debía a que hay demasiado dinero árabe invertido en el país galo. Luego entonces, era una lealtad comprada (sin mucha dificultad, vale decirlo).
Pero en esta ocasión Francia ya no le dio su voto a los palestinos. Tampoco se lo dio a Israel, pero el hecho no deja de ser significativo. Israel no ganó un aliado, pero los palestinos perdieron a uno de sus mejores cómplices.
Eso nos lleva a preguntarnos: ¿por qué si el dinero árabe sigue fluyendo –e influyendo– en Francia no se votó a favor de los palestinos? Porque Arabia Saudita –cabeza del mundo árabe– cada vez se mantiene más crítica con Mahmoud Abbas y su gente, y más próxima a Israel. Es demasiado pronto para que se haga evidente u oficial que el Estado Judío y la realeza saudita han mejorado mucho sus relaciones y se han entendido como cómplices indispensables en su lucha contra el Estado Islámico e Irán, pero los resultados de ese trascendental cambio ya se notan.
Por ello, aunque el bloque árabe votó a favor de la propuesta –algo predecible–, Francia ya marcó su distancia.
Esta situación se extendió a la totalidad de los países de la Unión Europea que participaron en la votación. Gran Bretaña, Lituania, Estonia, Países Bajos y Alemania votaron en contra; Francia, Suecia, Eslovenia y España habían anunciado que votarían a favor, y al final se abstuvieron; y Albania, Grecia, Italia e incluso Ucrania mantuvieron su postura original de abstención. Serbia no se presentó.
Es una pérdida muy significativa para los palestinos: ningún europeo –salvo Rusia, otro voto predecible– los apoyó.
Esta misma situación se dio con la India, otro país que tradicionalmente siempre apoyó a la Liga Árabe en todas sus propuestas, resoluciones y votaciones en la ONU contra Israel. Sin embargo, desde hace un par de años es una situación que viene cambiando, y en esta ocasión se ha hecho evidente. Como si esto no fuera poco, Sri Lanka también se movilizó en la misma dirección y se abstuvo. Así que el segundo gigante asiático ya no está apoyando a los palestinos.
África también se está desligando de la causa palestina. Al igual que la Unión Europea, en otras épocas la Unión Africana apoyó mayoritariamente a los palestinos en sus ataques diplomáticos contra Israel. Pero no esta vez. Seis países apoyaron la resolución (Chad, Mozambique, Nigeria, Senegal, Sud-África y Sudán), pero siete se abstuvieron (Guinea, Togo, Camerún, Costa de Marfil, Ghana, Kenya y Uganda), siendo la primera vez en la historia que la mayoria (siete contra seis) no da su apoyo a la “causa palestina”. Como bien señala Neuer, la reciente gira de trabajo de Netanyahu por varios de esos países rindió sus frutos, y la política exterior de estas naciones comienza a cambiar.
En América Latina también pasó algo similar: Argentina cambió su voto. Originalmente se había pronunciado a favor, pero terminó por abstenerse. La impresión inevitable es que Macri se ha unido al bloque de países que ya no está dispuesto a regalar su apoyo a los irracionales movimientos de los palestinos en el circo internacional.
Por supuesto, sobra decir que la postura de Estados Unidos –a cargo del senador Ted Cruz y no de la administración Obama– ha sido durísima en sus críticas contra la resolución de la UNESCO, y se prevé un embate diplomático en miras a la siguiente sesión en la cual se tendría que dar la aprobación definitiva.
Esta situación, bien entendida, debe resultarle muy amarga al liderazgo palestino. Mahmoud Abbas ya se ha quejado de Estados Unidos y le ha pedido que cambie su postura (cosa que, evidentemente, no va a suceder).
El panorama real ha sido algo inferior a una victoria pírrica. Los palestinos lograron mayoritear a Israel otra vez, como siempre, pero en esta ocasión no fue la aplanadora tradicional. Apenas 24 votos a favor, de 55 posibles. Seis votaron en contra y 25 se abstuvieron.
A eso hay que agregar que, en el terreno de la realidad, la resolución de la UNESCO carece de relevancia. Israel simplemente ha anunciado la suspensión total de su colaboración con el organismo, así que no hay modo de que este decadente brazo de la ONU pueda alterar la situación objetiva en Jerusalén.
Pese a la victoria en la votación, los palestinos se han despertado con la terrible noticia de que su capital político se está acabando. En otras épocas, el dinero saudita hubiera sido suficiente para mantener la postura anti-israelí de toda Europa y África, y de muchos países asiáticos.
Hoy ya no es así.
En realidad, el financiamiento que viene desde Ryad ahora tiene otro objetivo: tirar a Mahmoud Abbas y poner al frente de los palestinos a líderes responsables que busquen soluciones para su gente. Incluso los príncipes sauditas se han hartado de la incompetencia y corrupción de Al Fatah y sus dinosaurios.
Hacer las cosas mal siempre trae consecuencias. Y los palestinos lo han hecho todo mal desde hace varios años.
Tal vez estamos viendo el inicio del cobro de las facturas. Y no van a ser baratas.
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