Los conciertos de convivencia de un monje y un moshavnik en un pueblo musulmán

Gershon Cohen y el Hermano Olivier, socios y amigos inverosímiles cuya comprensión mutua ha permitido que el festival anual de Abu Ghosh suceda cada año (Jessica Steinberg / Times of Israel

JESSICA STEINBERG

El Hermano Olivier y Gershon Cohen la próxima semana celebran los 25 años del festival de música clásica de Abu Ghosh

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – No todas las iglesias acogerían a miles de israelíes dos veces al año para una serie de conciertos de música clásica.

Las iglesias de los Benedictinos y Kiryat Yearim en el pueblo musulmán de Abu Ghosh no son, sin embargo, típicas casas de culto cristiano. Dirigidas por pequeñas órdenes de monjas y monjes católicos, ambos existen desde hace muchos años, forjando su versión de convivencia en esta ciudad en una colina cercana a Jerusalem.

Este año, celebran un cuarto de siglo como anfitriones del festival anual de música de Abu Ghosh, una semana bi-anual de música clásica y coral que tiene lugar durante las fiestas judías de Sucot en el otoño y de Shavuot en la primavera, bajo los altos techos y en los pacíficos jardines de las dos iglesias vecinas.

Funciona gracias a varios personajes que juntos crearon el evento anual, incluyendo una monja italiana, un monje benedictino de origen francés y un promotor judío que descubrió la manera de trabajar juntos en este caso tan inusual.

“La historia tiene que ver con la forma en que se comportan”, dijo Gershon Cohen, de 76 años, promotor del festival israelí desde el cercano Moshav Shoeva que entró en Abu Ghosh por primera vez hace 25 años. “Y uno tiene que saber cómo hablar con la gente”.

Fue Cohen, entonces profesor de educación física que producía festivales, quien tuvo la idea de armar un festival de música en los amplios terrenos de la Iglesia de Nuestra Señora del Arca de la Alianza. Un concepto que se le había ocurrido a otros antes que él, pero lo que más importaba, dijo, era su química con una monja en particular en el convento.

“Hemos hecho clic”, dijo. “Nos hemos entendido bien”.

La monja estaba entonces en residencia en el convento de la iglesia de Nuestra Señora del Arca de la Alianza, construida en 1924 en una tierra santa para los cristianos como punto de parada del arca, que al parecer pasó por la zona camino a Jerusalem. Hay una iglesia sencilla y espaciosa, con techos altos, altísimos y un pequeño cuadrado de azulejos de mosaico que se remonta a los años 1200, dijo Cohen.

Una estatua blanca de la Virgen con el niño se levanta imponente de la colina donde se encuentra la iglesia, con vistas a la localidad de Abu Ghosh.

La estatua es visible bajo la Abadía de Santa María de Resurrección, el monasterio en Abu Ghosh dirigido por la orden benedictina Olivetana, justo bajando la colina desde el convento.

El Hermano Olivier, otro socio para el festival de Cohen, ha vivido en el monasterio benedictino en los últimos 39 años. Tiene una historia inusual, nacido en una familia francesa secular en los suburbios de París, luego adoptó la fe católica y vino a Israel, donde finalmente obtuvo la ciudadanía, sin ser judío.

“Usted es un pionero”, bromeó Cohen al hermano Olivier, los dos sentados en los jardines del monasterio, con un arroyo corríendo a su lado, con hojas de nenúfar rosas y blancas flotando suavemente en su superficie.

El Hermano Olivier, vestido con una túnica marrón con un ancho cinturón de cuero, marrón, sonrió en silencio, con sus tijeras de jardinería y el teléfono en reposo en su regazo. Lo enviaron a Israel cuando era un monje joven de 27 años, después de pensar y soñar con el estado judío desde que vio por primera vez la película “Exodo” a los 13 años, una película que le hizo plantearse vivir la vida de acuerdo con los ideales.

Cuando aterrizó en Israel en 1977, era el 10 de julio, el mismo día que el barco Éxodo había llegado a Israel 30 años antes.

“No creo que nada suceda por casualidad”, dijo.

El Hermano Olivier, un ciudadano israelí poco común, es un monje que vive en una antigua iglesia en la ciudad de Abu Ghosh, y ha hecho del festival anual parte de sus esfuerzos por la coexistencia (Jessica Steinberg / Times of Israel)

La orden benedictina ha estado en Abu Ghosh desde finales de 1800, en el pueblo musulmán conocido por permanecer neutral durante la Guerra de Independencia de Israel, y por ofrecer el paso a Jerusalem durante el sitio árabe por la carretera principal a la capital.

“Es una suerte que hayamos aterrizado en este pueblo, con la comprensión y la tolerancia de los vecinos de Abu Ghosh”, dijo el hermano Olivier.

La orden de Abu Ghosh es una isla del catolicismo, un oasis de paz, donde viven y estudian media docena de monjes, rezan todos los Salmos en hebreo cada semana, y trabajan en un jardín que no era mucho más que una colección de olivos y una higuera hasta que llegó el hermano Olivier.

La iglesia de estilo gótico se encuentra en los terrenos de la Iglesia de la Resurrección, construida por los cruzados en el siglo 12 en lo alto de ruinas romanas. Los cruzados históricamente suponían que el pueblo fue construido en el sitio de Emaús del Evangelio de Lucas en el Nuevo Testamento, conocido por su historia de hospitalidad a un desconocido que parecía ser el Jesús resucitado.

La orden se dedica a dar la bienvenida a los invitados, y lo hace a diario, invitando a turistas, grupos escolares y unidades del ejército israelí, incluso en sus terrenos.

No es tarea de los monjes construir relaciones con la comunidad, y hay una cierta sensación de separación entre la orden que se encuentra en una calle principal del pueblo, y la comunidad de personas que allí viven. Sin embargo, los conductores de taxi de Abu Ghosh estacionan regularmente sus coches en el aparcamiento de la iglesia durante el día, cuando se dirigen a la oración de la tarde en la mezquita cercana.

Y como relató el hermano Olivier, aprendió gran parte de su hebreo de los musulmanes de Abu Ghosh. Hoy habla hebreo con fluidez al igual que sus compañeros monjes, que han dedicado su vida a forjar una relación entre su catolicismo y el estado judío, solicitando la ciudadanía israelí hasta que les fue concedida mediante una orden especial en 2005.

“Tal vez sea un estúpido, pero soy una persona optimista”, dijo el hermano Olivier. “Creo que esta es la forma de construir relaciones”.

Siempre hubo demanda de celebrar conciertos en los jardines de la iglesia, pero los monjes se negaban temiendo una invasión de su privacidad.

“Es un monasterio”, dijo, sonriendo. “No se puede molestar la rutina”.

Pero cuando Gershon Cohen llegó, con su encanto locuaz y ojos azules brillantes, los monjes aceptaron que realizar conciertos en los terrenos sería un buen símbolo de amistad y bienvenida.

“Judíos que vienen a una comunidad musulmana para escuchar música en una iglesia cristiana”, dijo el hermano Olivier. “Es una pequeña piedra blanca en el camino que queremos”.

Lo que funciona, dijo el cura, es que Cohen es respetuoso de lo que es y no es aceptable para los monjes, siempre preguntando y nunca exigiendo.

Claramente son buenos amigos, Cohen empuja los pies calzados con sandalias del hermano Olivier, y le pregunta qué marca son. “Chacos”, dijo el monje. “Me los dieron.”

El festival solía celebrar algunos conciertos dentro de la Iglesia de la Resurrección, pero cuando los monjes decidieron que no estaban cómodos con eso, las actuaciones se reubicaron en la planta baja, en la antigua cripta construida sobre la fuente que dio nombre a Emaús, (palabra griega y latina para primavera caliente), y donde caben 150 personas.

El truco, dice Cohen, es averiguar que atraerá al público sin descuidar a los monjes y monjas que buscan privacidad. También están los evidentes beneficios de colaborar con los residentes de Abu Ghosh, que por lo general no van a los conciertos, pero se benefician de la abundancia de visitantes a sus famosos restaurantes de hummus y cafés durante el festival.

Como a Cohen le gusta decir, nadie comió puré de garbanzos en Abu Ghosh – una actividad de fin de semana común para muchos israelíes – antes de que se comenzaron a organizar los festivales. También se atribuye el mérito a la pavimentación de la carretera que conduce hasta la Iglesia de Nuestra Señora, y la instalación de las unidades de aire acondicionado que ahora refrescan la iglesia.

“El festival cambió todo, trajo a la gente aquí”, dijo, rompiendo brevemente nuestra conversación para intercambiar saludos con un funcionario de la ciudad. “Todo el mundo me conoce aquí, incluso di dinero para la nueva mezquita”.

Unas 6.000 personas pasan por Abu Ghosh en los días festivos, vienen a escuchar más de una docena de diferentes corales y conciertos de música clásica dentro y fuera de las dos iglesias.

Gershon Cohen y Myrna Herzog, planificando la producción de Nabucco, que forma parte del 25ª Festival de Música de Abu Ghosh que comienza el 21 de octubre de 2106 (Jessica Steinberg / Times of Israel)

Uno de los conductores del festival de otoño es Myrna Herzog, una violonchelista de origen brasileño que ejecutará la ópera Nabucco de Verdi en la iglesia de Nuestra Señora.

Es una de sus actuaciones favoritas del año.

Los artistas en el festival son una mezcla de israelíes y músicos visitantes, con la mayoría de los conciertos en la cripta o iglesia, y algunas actuaciones especiales de obras de jazz, oud y más contemporáneos que tienen lugar en los jardines y patios de la iglesia anterior, con vistas a las colinas y pueblos.

¿Y donde estará el hermano Olivier durante el evento? Dando vueltas, pero siempre contento cuando se acaba.

“A veces es difícil abrir nuestra casa”, dijo. “Yo prefiero estar en mi jardín”.

Fuente: The Times of Israel – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico

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