HERB KEINON
“La idea era utilizar a los mochileros como infraestructura necesaria para hacer trabajo humanitario “azul y blanco” mostrando al mundo el verdadero Israel”.
SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Cada año unos 40.000 jóvenes israelíes – aproximadamente el 85% recién salidos de las Fuerzas de Defensa de Israel – se vacunan contra enfermedades exóticas, compran un par de botas, se amarran una mochila a la espalda y se dirigen a las colinas de América del Sur, África y el Lejano Oriente.
En 2013, Gili Cohen, ahora de 29 años, fue uno de ellos.
Dejó el ejército después de cumplir ocho años en la unidad de élite Duvdevan, dejó a su hija de año y medio con su suegra y se llevó a su esposa a Tailandia durante tres semanas. El nativo de Beit Shemesh sólo había estado en el extranjero una vez antes – en Turquía.
Lo que le dejó una impresión duradera en Tailandia, no fue tanto la Cala de la Cascada de Cristal en la ciudad norteña de Chiang Mai, ni el río Mekong a lo largo de la frontera con Laos, ni las playas de Koh Samui en el sur, sino que en una noche normal de viernes en julio en Koh Samui, unos 1.350 israelíes clamaban por participar en un kidush en la casa de Jabad local.
Había tanta gente que tuvieron que dividirse en tres turnos.
Mirando las caras, Cohen se dio cuenta de que la gran mayoría eran veteranos de las FDI que acababan de liberarse yendo no a Europa ni EE.UU., sino a algunos de los más lejanos – y, a menudo los más afectados por la pobreza – lugares del mundo.
Fue entonces cuando en su mente se encendió la bombilla proverbial.
“Le dije a mi esposa que algo está pasando aquí, y tenemos que aprovecharlo y mostrar el verdadero Israel”, explicó Cohen.
Tras haberse liberado del ejército, y aún con gran fervor patriótico y motivación, le dijo a su esposa que así como existen organizaciones como Médicos sin Fronteras, que envía médicos al extranjero para ayudar a los demás, la reserva de veteranos de las FDI que van al extranjero después de su servicio podría transformarse en algo similar que pudiera beneficiar a Israel, mientras hacen el bien a la población local.
Por eso, cuando regresó a Israel, Cohen se puso a trabajar. Se reunió con un par de oficiales de las FDI, Yair Atias, 27, y Boaz Malkieli, 27, y discutieron la idea de utilizar a los miles de israelíes que van a países del tercer mundo cada año para mostrar al mundo que los soldados de las FDI no son necesariamente lo que ven en sus pantallas de televisión “en vivo, desde Gaza”.
“La idea era utilizar a los mochileros como infraestructura necesaria para hacer trabajo humanitario “azul y blanco” mostrando al mundo el verdadero Israel”, dijo.
“No con palabras – sino con acciones concretas. Queríamos hacer algo diferente – una especie de start up israelí diferente”.
Los tres abrieron una página de Facebook para el grupo que decidieron llamar Lohamim L’lo Gvulot, literalmente, Luchadores sin Fronteras. Pero no les gustaba la traducción literal, que en inglés sonaba a grupo agresivo, incluso militarista. Así que le cambiaron el nombre en inglés por Luchadores por la vida (FFL).
“Escribimos en la página de Facebook que nuestros objetivos eran convertir a Israel en una potencia humanitaria, no sólo una potencia tecnológica y agrícola; hacer el bien en el mundo; y mostrar otra cara de Israel que la gente no ve. Quisimos crear un debate diferente sobre Israel. Queríamos hacer una buena obra judía, y también hacer Hasbará [diplomacia pública] para el país, pero de una manera diferente”.
La idea era conseguir un grupo de mochileros que iniciaran su caminata no yendo directamente a destinos como Lima o Katmandú, sino siendo voluntario durante un par de semanas en uno de los países en los que estarían de gira.
Escribieron que iban a poner una delegación en la India, y preguntaron si alguien estaba interesado.
Al cabo de tres días tenían 15 personas, 45 en la primera semana. Hoy la página de Facebook de FFL tiene unos 11.000 seguidores, y unos 550 solicitantes piden una de las 35 delegaciones que actualmente tienen como voluntarios en la India.
“Pensamos que habría que convencer a la gente de que es algo que les merece la pena”, dijo. “Al final, tenemos entrevistas intensivas y elegimos a quien queremos”.
El proyecto funciona así: Cohen colocará un aviso en la página de Facebook de FFL sobre una delegación que se está formando para uno de los cuatro destinos: Bombay, Buenos Aires, Gondar, o – el nuevo destino que recibirá un grupo en el año 2017 – Ciudad de México.
Una vez allí, el grupo se ofrece de voluntario en uno de los barrios más degradados de la ciudad, por lo general en las escuelas donde enseñan todo, desde inglés, matemáticas y ciencia, a bailar, higiene personal y Krav Magá.
Uno de los aspectos únicos del programa es que es tan rentable. Dado que forma parte del viaje de los jóvenes al extranjero, en ningún caso es necesario comprarles los pasajes.
FFL solamente tiene que proporcionarles alojamiento y comida durante dos semanas y media. Como resultado, por apenas $ 11.000 pueden enviar una delegación de unos 35 jóvenes israelíes altamente motivados a trabajar en los barrios pobres de Mumbai.
Hasta el momento, la organización ha enviado seis grupos al extranjero, y para finales de 2017, la cifra llegará a 10. “por $ 100.000 podemos enviar nueve delegaciones a nueve diferentes países al año”, dijo Cohen, que trabaja de forma voluntaria como director general del grupo.
El voluntariado participa al comienzo de su viaje, que generalmente dura de tres meses a un año. Los participantes generalmente vuelan juntos como grupo orgánico, y después de realizar el voluntariado, continúan sus viajes con otros.
Otro de los beneficios, dijo el jerosolimitano Guy David, ex-oficial de la Unidad de Búsqueda y Rescate del comando de Frente Civil, es que iniciando la marcha la caminata con este tipo de voluntariado, los participantes entran en contacto con la gente y la cultura de una manera que no podrían hacer yendo de un albergue a otro, o de una excursión a otra.
David, actualmente en Mumbai dirigiendo la delegación de FFL allí, ya está en su tercera temporada. En general, el único contacto que los mochileros tienen en toda la India con la gente local es con “quien les vende el billete de autobús”, dijo en una reciente entrevista por Skype. “Aquí, conoces gente, aprendes su cultura y entiendes el país a un nivel mucho más profundo. Enriquece tu viaje. Damos, pero también recibimos”.
El grupo de David de 35 israelíes está trabajando en un edificio de tres pisos en el barrio Santacruz que alberga tres escuelas, una en cada piso, para estudiantes hindi, marathi y urdu. La escuela Urdu es musulmana, y de 7:30 am a 24:30, los israelíes – fuera de servicio en el ejército – se dividen en parejas y dan instrucciones sobre una amplia gama de temas. Cohen dijo que la delegación vuelve a la misma escuela y trabaja con los mismos niños cada año, para garantizar la continuidad.
La administración de la escuela, los maestros, los padres y los niños son muy conscientes de que los voluntarios son israelíes, porque llevan una bandera israelí en la manga de su camisa – literalmente -, así como el nombre de un soldado de las FDI caído en la espalda que es el que da nombre a su delegación.
Cada delegación lleva el nombre de un soldado caído en la operación Margen Protector. La delegación de la India se llama Equipo de Daniel, por Daniel Pomerantz; la de Buenos Aires lleva el nombre de Oz Mendelovich; y la delegación de Etiopía se llama Equipo Sean, por el soldado solitario Nissim Sean Carmeli.
La delegación de David no ha encontrado ninguna dificultad por ser ex-soldados israelíes y de manera tan visible. No sólo no han tenido problemas por su nacionalidad sino que un administrador de otra escuela en el barrio de más miseria de Mumbai se acercó a pedirle que envíe una delegación a su escuela también.
Le dijo, “Mira esto! Yo soy musulmán, tú eres judio, y estamos aquí sentados hablando de educación”.
Una de las fotos favoritas de Cohen de los cientos que tiene de las diferentes delegaciones es el de un grupo de mujeres musulmanas de la India, cubiertas de pies a cabeza con burka negro, en una ceremonia de cierre para el programa en Mumbai, donde sus hijos sostenían banderines israelíes.
Cohen dijo que a pesar de que lo que están haciendo es diplomacia informal, no tradicional, en cada una de sus ubicaciones han recibido ayuda de los diplomáticos tradicionales – los consulados israelíes que les ayudan a hacer los contactos necesarios y proporcionan ayuda logística.
Del mismo modo, también FFL es asistido en cada uno de sus locales por la comunidad judía local, así como por las casas de Jabad.
Según Cohen, los que participan en el programa general citan una de las tres razones de su participación.
Algunos quieren hacerlo por realización y satisfacción personal.
Son jóvenes en un viaje largo, que quieren sentir que al menos parte del tiempo, no están centrados sólo en sí mismos.
Otra categoría incluye a los que lo ven como una misión. Son soldados recién liberados que han visto la naturaleza ética de las FDI – a diferencia de lo que se presenta con frecuencia en los medios internacionales – y quieren mostrar al mundo otra cara de los soldados de las FDI. “Quieren mostrar qué clase de personas son los soldados”, dijo.
Y por último están los motivados por la idea de que Israel tiene la responsabilidad de ser una “luz para las naciones. Sienten que el país tiene algo que dar, y quieren ser parte de ello”.
El presidente de FFL es el ex comandante de la FAI y CEO de El Al el general de brigada (res.) Eliezer Shkedi. Se reúne con cada grupo antes de salir y tiene una línea para cada delegación.
“Él les dice la importancia de lo que están haciendo, como judíos, israelíes y seres humanos”, dijo Cohen. “Y esa es toda la historia de los Luchadores por la Vida: hacer algo para mejor como judíos, israelíes y seres humanos”.
Fuente: The Jerusalem Post – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico
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